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Bullying, cómo abordar un problema que crece y preocupa

Un reciente estudio ubicó a la Argentina en el quinto lugar a nivel mundial en cuanto a cantidad de casos. Posibles motivos, eventuales soluciones. La palabra de especialistas en la materia.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
[email protected]

La República Argentina se encuentra en medio de una preocupante crisis en relación al bullying: los casos han experimentado un sideral aumento del 240% en apenas dos años. Según el informe de “Bullying Sin Fronteras” que publicó días atrás La Brújula 24, esta situación pone de manifiesto la urgencia de abordar el problema, que se cobra la vida de niños y adolescentes en todo el mundo.

“Los casos reales han pasado de 14,800 a 50,250, lo que denota que aún queda un arduo camino para vencer a la bestia del bullying”, aseveró Javier Miglino, director de la ONG.

Sin embargo, el especialista dijo que también hay un rayo de esperanza en medio de esta realidad. “La buena noticia es ya no se esconde el tema en Argentina. En nuestra última medición solo hubo 14,800 casos por la falta de colaboración de los organismos, pero en el trabajo actual se corporiza que todos quieren hacerlo”, agregó.

Según el estudio, entre marzo de 2022 y abril de 2023, los casos continúan en aumento y el país se encuentra en el quinto lugar en las estadísticas globales. Es alarmante, que 7 de cada 10 niños sufren algún tipo de acoso y de ciberacoso a diario.

El trabajo también destaca que el bullying y ciberbullying son responsables directos de más de 200 mil muertes al año, ya sea por homicidio o inducción al suicidio. Esta forma de violencia escolar se convirtió en un verdadero problema mundial, y la Argentina no es una excepción.

En el protocolo recomendado por BSF, se insta a los padres a informar al docente de nivel primario o secundario sobre cualquier hecho que afecte a sus hijos, brindándoles un plazo de 15 días para resolver la situación. En caso de que el inconveniente persista, se aconseja contactar al director del establecimiento, quien también cuenta con 15 días para tomar acciones.

Si aún así no hay una respuesta adecuada y el acoso sigue, la entidad pone a disposición su asesoramiento a través del correo electrónico [email protected].

Al respecto, la psicóloga y docente bahiense Alba Picardi dijo a este medio que “por un lado ahora se habla más del tema y pareciera que tenemos más casos”, pero aclaró que es producto de un aumento de “la violencia en general”.

“A partir de que se empieza a visibilizar, empiezan a aparecer muchos casos que antes no podíamos ver porque quedaban encubiertos, quedaban silenciados. Las situaciones de violencia se reflejan en las comunidades de distintas maneras y en general las vemos presentes en todas las edades. Por eso, pensar que la violencia o el hostigamiento ocurre solo en adultos y no entre pares, era como un poco no mirar el panorama completo”, indicó.

Y agregó: “Lo que pasa con los chicos y que vemos en las escuelas, tiene mucho que ver también con lo que está pasando a nivel social y con cómo nos tratamos en general. En algún punto se está empezando a vislumbrar en números porque los niños empiezan a animarse a hablar, ya que los adultos estamos tal vez más atentos, pero es una situación que ocurrió durante mucho tiempo”, consideró Picardi.

“Lo que pasa en las escuelas tiene mucho que ver con lo que nos pasa a nivel social”.

A modo de repaso, la profesional recordó que “antes se naturalizaba decirle gordito a un chico, o cuatro ojos si usaba lentes. Era como una forma de broma, y como que se tenían que soportar de alguna manera estos apodos que ridiculizaban”.

“Muchas veces se mencionaban cuestiones hasta en relación a discapacidades como algo gracioso, como algo con lo que molestábamos al otro, y eso estaba naturalizado”, apuntó Picardi.

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“A veces se confunden las cosas. Es importante que los niños desarrollen tolerancia a la frustración, porque hay situaciones difíciles en la vida que todos pasamos y no hace falta que nadie nos las genere, se dan naturalmente. A lo largo de la vida hay mil situaciones, desde que se quiere comprar algo y a lo mejor la familia no puede, hasta algo que quería mucho y se le rompió, una mascota que se murió, miles. Son eventos en la vida de los niños que los van preparando para poder soportar y tolerar frustraciones mayores de otras edades”.

“A eso nos referimos nosotros cuando decimos que no hay que tener a los niños entre algodones y es importante que los chicos aprendan a afrontar las situaciones complejas que van surgiendo en la medida de cada edad. Esto no significa que toleremos que haya una situación de hostigamiento. Eso es lo que tenemos que separar, una cosa es la pelea natural que puede haber entre dos niños, donde sí recomendamos que los adultos les den herramientas, pero que no se metan”.

“Es importante que aprendan a afrontar las situaciones complejas que van surgiendo”.

“Generalmente cuando el adulto se mete en discusiones de niños, termina complicando la cosa. Se busca es que los chicos lleguen a generar acuerdos, ver cómo se solucionan sus diferencias, a decidir si con alguien no pueden ser amigos. Hasta ahí es lo lo esperable y lo que es saludable para el crecimiento”.

“Otra cosa muy diferente es que un grupo se organice para hacerle pasar malos ratos a otro y que ese otro niño lo tenga que soportar sin que nadie lo ayude o le de elementos para salir adelante de eso”.

Detección y abordaje

“Se trabaja sobre la persona que ha sido hostigada, porque es claramente quien necesita en ese momento el abordaje inmediato. Y se trabaja también sobre el hostigador o sobre el grupo de hostigadores”.

“De hecho, la mayoría de los estudios demuestran que en muchos casos los chicos que son hostigadores están sufriendo algún tipo de violencia en otro ámbito. Habitualmente, la agresión, es una conducta aprendida. Entonces, si un niño descarga sobre otro niño violencia, podemos intuir que también ese niño, en algún otro momento o en algún otro ámbito, esté sintiendo o esté sufriendo algún tipo de agresión”.

“Se trabaja entonces generando pactos de convivencia, poniéndole en palabra qué es lo que está pasando en esa situación, haciéndole notar a los chicos que hay otras formas de resolver conflictos”.

“Los chicos que son hostigadores también están sufriendo por algún tipo de violencia”.

“La mayor dificultad la encontramos siempre cuando empezamos a trabajar con los adultos, más que cuando trabajamos con los niños. Porque en general son conductas aprendidas que se replican desde otros ámbitos”. “En muchos casos, los padres o los familiares cercanos de los niños que acosan no lo reconocen como inadecuado, como que justifican en algún punto lo que sus hijos están generando”.

“En esos casos es más difícil aún que el adulto se haga cargo, porque ni siquiera lo ve como problemático. De hecho, algunos padres hasta ostentan esta cuestión de que a sus hijos están del otro lado, no están del lado de la víctima, a sus hijos eso no les pasa y en realidad también están avalando esas actitudes”.

¿Qué hacer?

“En principio, involucrar a la institución. Siempre el primer paso es plantear lo que está pasando y poder intentar, desde la institución, que se genere una vía de solución al conflicto. Nunca enfrentar ellos ni al niño que hostiga, ni a la familia de los niños que hostigan, porque eso generalmente termina en más violencia, en más agresión”.

“Esto tiene que estar mediado por un equipo de profesionales, y si no por los directivos de la escuela que se asesorarán de cómo lo tienen que resolver. Luego, siempre brindar apoyo y contención al niño porque también es real que cuando los padres se desbordan y se muestran muy angustiados con lo que les está pasando, el niño también siente que es responsable de eso que está generando”.

“Siempre hay que ser muy claros, hablar con el niño y plantearle que él no está haciendo nada inadecuado, que lo que le está pasando es porque hay otras personas que están actuando mal, pero que él no lo está generando”.

“La solución nunca es excluir a la víctima, porque también hay una tendencia a pensar que va a estar mejor en otro lugar. Por supuesto que esa no es la alternativa, pero sí hay momentos en donde si la situación no se está resolviendo, el niño no tiene que seguir expuesto. En esos casos, como papás, hay que sentarse y pensar si esa es la institución que este chico necesita, o si estará mejor en otro lugar. Eso es una variable a tener en cuenta, pero no la primera, como suele suceder”.

“La gente que se ama a sí misma no le hace daño a otra gente. Cuando más nos odiamos a nosotros, más queremos que otros sufran”. (Dan Pearce)

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