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informe especial

Mirando las estrellas: el trabajo de bahienses con proyección espacial

Forman o formaron parte de equipos que se destacaron en distintas competencias internacionales. Sus ideas aspiran a salir de este planeta. Porque no hay límites cuando se trabaja con pasión.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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“Hemos averiguado que vivimos en un insignificante planeta de una triste estrella perdida en una galaxia metida en una esquina olvidada de un universo en el que hay muchas más galaxias que personas”. (Carl Edward Sagan)

A veces, la distancia que hay entre Bahía y las grandes urbes no hace pensar que trabajar en las cosas que verdaderamente nos apasionan puede llegar a ser muy complicado. “Hay que tener mucha suerte”, suele escucharse en palabras de algunos escépticos que prefieren quedarse en la cómoda. Y muchos efectivamente se quedan.

En este informe especial, te acercamos la historia de bahienses que dejaron atrás todo eso y pusieron –y ponen– todo su ingenio, conocimiento y energía en emprendimientos que directamente no son de este planeta.

Matías Klug es uno de ellos. Emprendedor, estudiante de Ingeniería Electrónica e Ingeniería en Computación, técnico electrónico, miembro del Grupo de Robótica y Simulación de la UTN Bahía Blanca. Fue dos veces campeón de la Liga Nacional de Robótica y es profesor de Informática en escuelas Primarias y Profesor en la UTN.

Meses atrás, Matías ya había sido noticia en La Brújula 24, cuando dábamos cuenta de que el equipo “Space Discovery”, integrado por estudiantes dicha casa de altos estudios, ocupó el tercer lugar del Hackaton ActInSpace Argentina, una prestigiosa competencia internacional de innovación que incentiva a jóvenes de todo el mundo a proponer ideas para mejorar la calidad de vida y proteger el planeta.

Por esa experiencia, y por sus expectativas en la materia, volvimos a contactarlo. “El grupo lo conformamos tres amigos, que a su vez formamos parte del Grupo de Robótica y Simulación de la UTN. Walter Wagner, quien está en Santa Fe y Marcelo Machado, que vive en Puerto Madryn. Juntos venimos participando de desafíos similares, sobre el Espacio, que es un tema que nos apasiona, y Robótica”.

“Cada uno se destaca en algún tema diferente y funciona como complemento perfecto para formar un equipo de esta naturaleza. Anteriormente contábamos con una mujer en el grupo, que por cuestiones de tiempo ésta vez no pudo participar, sin dudas con el equipo completo hubiéramos llegado aún mas lejos”, refirió el profesional.

Y agregó: “El proyecto con el que quedamos entre los mejores 50 del mundo, sobre un total de más de 2800 presentados, consiste en un invernadero inteligente. El mismo está pensado para ser usado en naves espaciales que realicen viajes interplanetarios, por ejemplo, a Marte. La idea principal es que el sistema sea mayormente autónomo, que implique poca intervención humana y un bajo mantenimiento”.

“Otra característica importante es que se puede adaptar a los espacios disponibles que haya dentro de las naves espaciales, por eso es algo así como ‘desplegable hasta donde el lugar te lo permita’. Las partes principales del equipo son una cámara de cultivo, con su sistema de atmosfera controlada, y un sistema de monitoreo que utiliza inteligencia artificial para, de manera autónoma, ir acompañando el crecimiento de los distintos vegetales y frutas que se cultiven. Los astronautas lo controlan mediante una app desde una Tablet o PC dentro de la nave”, sintetizó.

El camino de Matías y su equipo, recién comienza. Pero hay más, por supuesto.

Hubo otro proyecto que hace algún tiempo llamó la atención de propios y extraños. Fueron tres bahienses que formaron parte del equipo binacional de estudiantes y jóvenes profesionales que ganó el desafío “Moon Rover” en el torneo “Open Space”, con el diseño de un robot al que bautizaron “RoverTito” y con el cual esperan llegue a la Luna en 2023 o 2024.

 “RoverTito” tiene aproximadamente 20 x 30 centímetros y pesa menos de 2 kilos. Cuenta con un diseño modular, compacto y ultra low-cost que le permite adaptarse a distintos ambientes y terrenos. Su misión es buscar reservorios de agua en estado sólido y tubos de lava con técnicas geofísicas, que permitan a la humanidad desarrollarse en otros cuerpos celestes.

Matías Armanasco estudia Ingeniería Electrónica y hoy es parte del equipo. En contacto con esta redacción, manifestó que “todos los años la competencia presenta algún desafío relacionado a la exploración espacial. Cuando se anotaron los chicos, porque yo ingresé después, la competencia tenía varios objetivos distintos, uno era el rover, pero también estaba la posibilidad de diseñar satélites y habitats lunares”.

Matías Armanasco, Pedro Querejeta Simbeni y Joaquín Cuchan diseñaron “Rovertito”.

“Ya estaba avanzado el diseño de Tito, pero si uno lo miraba en ese momento era muy parecido al de ahora. Además, era interesante que fuéramos menores de 26 años, y eso es porque el lema de la organización es acercar a los jóvenes a la industria espacial. Se busca que sea cada vez menor la brecha para tratar estos temas que a veces parecen lejanos”, recordó.

Un acercamiento a las estrellas

“Esto es de lo más lindo que me llevo de la experiencia, el espacio siempre me gustó y veo los despegues de la NASA o Spacex. Pero siempre desde ahí, de casa y muy lejano. Y de repente, cuando entré a este equipo estaba colaborando con hacer algo que llegue al espacio. Además, Open Space, mientras estábamos trabajando, nos conseguía sesiones de monitoreo con gente muy grosa. Tuvimos sesiones con ellos, gente muy predispuesta que nos ayudó un montón, nos daban consejos e incluso escuchaban lo que decíamos”.

“Eran uy buenas esas sesiones porque siempre nos apuntaban cosas por mejorar. Esa ayuda estuvo muy buena. Incluso hemos llegado a tener contacto con gente de la NASA, fue una experiencia hermosa. Uno piensa que es inalcanzable, como un sueño, pero ahí estábamos”, indicó.

Expectativas

“Por supuesto que la primera es ver a ‘Rovertito’ en la luna, seguimos trabajando para eso, mejorando el diseño y haciendo pruebas en lo que podamos ir testeanto. Tratando de conseguir financiamiento para su construcción”.

“En lo personal, yo hace unos meses comencé a trabajar en la empresa INVAP y creo que se lo debo a este proyecto, haberme animado a enviar ese curriculum. Yo antes pensaba que las cosas espaciales eran muy lejanas, que había que pensar en la NASA y la verdad que no es así, hay un montón de empresas trabajando en el país. Hay que animarse, se puede llegar”, aseguró.

Dos proyectos, dos ideas, dos bahienses. Porque no hay límites para soñar.

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