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Por Mara Recondo

La accesibilidad no es solo una rampa

Por Mara Recondo, especialista en accesibilidad y discapacidad

Hace veinte años atrás no sabía que era, ni siquiera lo incluía en mi vocabulario. También creía que la accesibilidad era solo una rampa, hasta que aprendí lo que realmente significaba, no la palabra, sino para una persona con discapacidad.

Las definiciones de accesibilidad son muchas, la más importante es la que establece la Convención de los derechos de las personas con discapacidad ratificado por nuestro país y que tiene rango constitucional “A fin de que las personas con discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás” y desde la experiencia la accesibilidad es un puente para ejercer nuestros derechos a la salud, la educación, al trabajo, al transporte, la comunicación, al medio físico, a la vida.

Es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción de las personas con discapacidad y las barreras debidas a la actitud y el entorno que evitan la participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás.

Si la accesibilidad es considerada solo una “rampa” o como un conjunto de procedimientos técnicos infalibles, se estaría creando la ilusión de que la técnica es la solución, y la realidad es que las barreras actitudinales que nos enfrentamos todos los días no se soluciona con una rampa. Ahora bien, el Estado debe garantizar la accesibilidad en todos sus aspectos creando políticas públicas inclusivas, eso está claro, pero… ¿qué podemos hacer como sociedad? Es una problemática que nos interpela y estoy segura que muchos no se dan cuenta que sus actitudes y decisiones generan barreras enormes.

Hace tiempo que hablo de “producir accesibilidad” todos podemos hacerlo, si miramos al “otro” ese “otro” que necesita que dejes libre el box de estacionamiento reservado para que pueda usarlo, que no haya obstáculos en la vereda, que no obstruyas una rampa, que la atención prioritaria en los establecimientos no es un capricho es una necesidad, que las veredas estén en condiciones, sobre todo entender que la accesibilidad es un derecho humano y que no es solo para las personas con discapacidad. Producir accesibilidad nos invita a reflexionar, nos muestra que la empatía y el sentido común son las formas que nos llevan a un buen convivir. 

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