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DE AYER A HOY

La trama detrás del abogado y político que hizo historia en la Liga del Sur

Un repaso a la trayectoria de José Luis Malet. Sus años cursando Derecho en la UBA. Los cargos que ocupó en AFA. El paso por el Concejo. Y una confesión: “Nunca tuve una personalidad dócil”.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Hay nombres que quedarán para siempre grabados en el imaginario social pese al transcurrir del tiempo y el ineludible advenimiento de nuevas generaciones. Cuando una persona ocupa un cargo público, resulta inevitable en ocasiones mantener un perfil bajo, pese a los ingentes intentos para tal fin, asumir responsabilidades de gestión y tener que rendir cuentas por ello ante la sociedad es parte del combo.

No obstante, el boom de las redes sociales y la comunicación como una herramienta de divulgación modificaron este paradigma. Tal es así que muchas personalidades ignotas saltaron a la palestra de un momento para el otro como consecuencia de la globalización que iguala a la población, otorgando visibilidad a ciudadanos que no tenían en el pasado la posibilidad de trascender y lograr predicamento.

José Luis Malet es uno de los tantos que atravesó aquel período más tradicional y menos vertiginoso, para obtener vigencia incluso hasta el presente, pese a no estar en la escena habitual de lo público como ocurría varias décadas atrás. En una profunda entrevista con LA BRÚJULA 24, entregó pinceladas de su vida, poniendo énfasis en esos momentos más representativos, los que lo hicieron conocido, más allá del paso del tiempo.

“Nací en Bahía Blanca, más precisamente en lo que era el Sanatorio Rawson (Belgrano al 300) un 8 de febrero de 1950. Mi papá era hijo de catalanes y mi mamá de asturianos, vivían en Güemes al 300. Él murió cuando yo tenía 34 años y ella hace 13 años. Tengo dos hermanas mayores y una menor. Soy de la época en la que la cuadra de casa era de empedrado, jugábamos a la bolita en el cantero, donde de chiquito te vestían lindo para salir a la vereda a disfrutar la tarde con tus amigos, los vecinos coincidían para charlar, todos se saludaban y se conocían. Eso se perdió”, mencionó Malet, al inicio de la nota que brindó en su estudio jurídico.

Con relación a su formación, detalló: “Cursé los 12 años de la primaria y secundaria en el Colegio Don Bosco y me considero un alumno normal, ni el mejor, ni el peor. Conservo amigos no solo de aquella etapa, sino también del jardín de infantes, todos entrañables”.

“Viví una niñez y juventud preciosa, recuerdos imborrables como haber visto junto a mi padre el último partido que jugó la Selección Argentina, antes del Mundial de Suecia, donde el combinado de Bahía Blanca le ganó 4 a 3. Esa fue la primera imagen que tengo en una cancha de fútbol, hasta el lugar que ocupé en la tribuna de madera de Olimpo. A partir de ahí empecé a ir todos los domingos, era un rito”, evocó con nostalgia quien es miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).

Sobrevolando los hechos del pasado, se detuvo en uno en particular: “Recuerdo que el club organizó un baby fútbol, en tiempos en los que el director técnico era Barral, en el rincón donde estaba el mástil con la bandera dentro del estadio “Aurinegro”. Jugaba para Oratorio San José y le ganamos a Defensores de Belgrano, donde atajaba Guillermo Bossio que luego hizo una carrera exitosa. Gracias a eso, Olimpo nos eligió junto a otros compañeros y terminé jugando cinco años en las divisiones menores de la institución, hasta que finalicé el secundario y me fui a estudiar fuera de Bahía”.

“Estando en tercer año, le había manifestado a mi padre que quería ser abogado y mi primer viaje a Buenos Aires fue para cursar Derecho. Me pude adaptar rápido, pese a estar absolutamente solo. Entré a la UBA en 1968 y apenas puse un pie en la Facultad, lo primero que hice fue rastrear dónde estaba la juventud radical. Así me fui integrando para luego sumarme a Franja Morada, más allá de que luego me escindí”, enfatizó Malet, mientras se acomodaba en el sillón de su despacho.

Claro que el contexto del país no contribuía: “Eran tiempos difíciles, me tocó vivir dos procesos militares como estudiante lejos de mi ciudad, en cuanto a seguridad. Tuve algunos temores, fue muy brava la etapa entre el 73 y el 76 con los Montoneros y el ERP. Una vez, estando en un aula, durante la clase de Derecho Tributario, se abrió la puerta, entraron tres personas camufladas y con el rostro cubierto. En forma coercitiva le tenías que comprar estrellas rojas al precio que ellos te decían”.

“En otra oportunidad en el subsuelo de la Facultad, el profesor nos gritó que nos tiremos debajo de los bancos porque en el pasillo se había producido un tiroteo. Y teníamos que escapar por el estacionamiento, que era donde los profesores dejaban sus autos, una especie de salida de emergencia”, advirtió, suspirando algo más aliviado, rememorando una etapa olvidable de Argentina.

Inmediatamente fueron momentos de tomar decisiones: “Me recibí y si bien permanecí varios años en Buenos Aires,  tenía decidido volver a armar las valijas para pegar la vuelta por dos razones: primero por la enfermedad de mi papá y segundo porque sentía que no me estaba desarrollando adecuadamente en el ámbito profesional. Me costaba entrar en esa sociedad para ejercer como abogado”.

“Para ese entonces estaba casado y tenía a mis dos hijas. Corría el año 1975 e ingresé a trabajar en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Al poco tiempo me recibí y me nombraron apoderado, lo que me aseguraba un buen pasar por el salario que percibía. Sin embargo, mi objetivo era desarrollarme de manera independiente y en lo mío. Me reúno con el gerente de Asuntos Jurídicos para pedirle por favor que me traslade a Bahía Blanca, me comunica que esa vacante estaba cubierta, pero que podría aparecer una posibilidad en la sucursal Santa Rosa. Se concretó el pase, me trasladé con mi familia con la cual permanecimos allí un año y medio”, postuló José Luis.

El cambio fue brusco pero, en perspectiva, positivo, con un hecho que desencadenó lo que vino luego: “Mis hijas tenían solo dos y cuatro años, para ellas fue una experiencia enorme porque de estar cuidadas en un departamento, pasaron a andar corriendo por la calle de una localidad que por entonces era chica. En esa etapa de mi vida protagonicé un accidente automovilístico en Ataliva Roca, distante a 45 kilómetros de la capital pampeana donde resulté gravemente herido. Tal es así que estuve cuatro meses sin trabajar, iba solo en mi vehículo y, no sé qué me pasó, terminé volcando. Me colocaron una calza de yeso desde el cuello hasta el vientre durante dos meses. No me maté, no era mi momento”.

“Una vez recuperado, decidimos radicarnos en Bahía, donde me inserté rápidamente, ejerciendo fundamentalmente Derecho Civil, gracias a la familia Lavalle, la viuda de Ricardo, quien me había pedido que fuera al estudio de Mario y que ocupe el estudio del Piso 7 de Drago 23 que había sido de su marido. Paralelamente, ellos se convierten en mi puerta de ingreso en la política radical, merced a un vínculo de cercanía y ameno de tantísimos años”, exclamó a modo de agradecimiento por ser una suerte de trampolín en su derrotero posterior.

El camino para Malet parecía allanarse: “Tras un año y medio de sumar experiencia laboral, consideré que podía continuar por mi propia cuenta y abro mi primera oficina chica en Galería Santa Fe, Alsina 184. Pasaron otros dos años hasta que me instalé en el espacio físico que compré en 1986 donde hasta hoy desarrollo la actividad profesional, en Alsina 35. No obstante, en 2004, adquirí otra oficina en el segundo piso de la esquina donde está la conocida tienda de Galería Florida. En octubre de 2020 volví a la que se encuentra en la misma cuadra de la Municipalidad, la cual estuvo alquilada durante todo ese lapso y reacondicioné para continuar con mi tarea laboral”.

La charla lo llevó a volver hacia atrás: “En 1983 fui segundo concejal suplente por la UCR, pero terminé asumiendo a partir de las ausencias por distintas razones que se iban dando durante el período de mi mandato. Ya en 1993, fui edil titular, pero en el mientras tanto, cumplí funciones en el PAMI y en 1997 ostenté el cargo de Vicepresidente del Foro Municipal de Seguridad, hasta el final de la gestión de Linares, secundando a Omar Gaglio, un verdadero tipazo”.

“Jaime fue el mejor intendente que tuvo Bahía Blanca, ha sido un conocedor de la ciudad e hizo tres gestiones muy parejas, más allá de que uno cree que con dos mandatos hubiese sido suficiente porque creo en la renovación de los cargos políticos. Y te lo dice alguien que presidió la Liga del Sur durante un prolongado lapso, pero considero que es otra cosa, no se puede comparar con una ciudad. Quizás lo mío en la casa madre del fútbol de la ciudad haya sido un exceso”, evidenció Malet.

Sobre su rol dentro del fútbol, afirmó: “Asumí un 2 de marzo de 1993, pese a que venía en la entidad desde 1988, fue una etapa que coincidió con mi paso por el HCD y donde, además, tenía mi trabajo en el estudio jurídico. Debía dividirme, pero cumplía con todos los deberes. El fútbol es el deporte por excelencia de la Argentina, no es fácil ser dirigente, creo que me ayudó mucho el ejercicio de la actividad política”.

“Ingresé a la LdS en reemplazo de Faustino Montedónico que estaba suspendido como consejero de Olimpo por cinco años. Allá por 1991 tuve diferencias con “Pipa” Migliorini, dirigente del “Aurinegro”, por una votación y no compartir algún criterio directivo. Si bien se dio todo en el marco del respeto, me lustró como zaguán de rico. Ducamp, que era el Presidente, me pide que no me vaya y me nombra asesor letrado”, sostuvo el papá de María José y María Laura.

Pero el destino le demostraría que los acontecimientos ocurren por algún motivo: “En una ocasión me invitan a comer una picada en Monte Hermoso en la casa del ‘Pato’ Bilbao, Carlitos Podestá, Luis Santamaría, René Scavarda, entre otros y es allí cuando, sin esperarlo, me ofrecen la presidencia de la Liga. Acepté, pero con mis condiciones, haciendo las cosas en orden”.

“Así comenzó mi derrotero en la entidad y transcurrió con cosas buenas como fue la posibilidad que me otorgó para ingresar a AFA y malas como la ocasión en la que quisieron prender fuego mi auto particular estacionado en la puerta de 11 de abril 77. En 1997 me pusieron dos bidones debajo del vehículo con una mecha, un hecho que pudo ser frustrado gracias a una persona que observó cómo la llama iba avanzando y no dudó en accionar su matafuego para evitar la explosión”, relató José Luis, sobre uno de los días en los que su nombre fue noticia.

En la búsqueda de explicaciones, nunca logró comprender el origen: “Es un hecho que lo puedo atribuir a una situación extra-futbolística, por un episodio lamentable que fue muy comentado y rozaba mi vida profesional. La investigación policial tampoco pudo esclarecer lo sucedido, fuerza con la cual tenía un vínculo cercano con el fútbol. Tenía amigos en todos los clubes, también gente que no me quería; nunca tuve una personalidad muy dócil, pero la actividad te lleva a esa circunstancia para que el viento no te mueva de un lado a otro”.

“Cuando dejo de ser presidente, en 2008 me fueron a buscar de nuevo, hasta que llegó la etapa de Dámaso Larraburu, cada uno con sus formas y particularidades. Con él tengo muy buen trato, una relación muy cordial con ‘El Flaco’. En AFA ocupé algunos cargos, fui asambleísta en más de una oportunidad, integré alguna comisión del Comité Ejecutivo, representé a Julio Grondona en reuniones, coseché buenos amigos con muchos de los cuales me sigo tratando”, rescató como uno de los aspectos más positivos del extenso trecho transitado.

Sobre la función pública, Malet reconoció que “en política hace ya algunos años que no participo activamente, pero si tengo que puntualizar algún proyecto que me tocó presentar en mi etapa como concejal hay uno del que fui coautor de una ordenanza importante. Se trata de la de taxis y remises, que intentaba darle un marco a ambas actividades en tiempos donde existía una fuerte puja por el espacio”.

“Recopilamos normativas antiguas y las actualizamos porque se hablaba de que los remises debían ser vehículos de lujo. Recuerdo que había paradas para esta clase de autos, una de ellas en la esquina de avenida Colón y Güemes donde estaba el Hotel Baskonia. Luego, aquella ordenanza sufrió las modificaciones propias del paso del tiempo, pero logramos traer un poco de paz en el rubro, estableciendo reglas y creando servicios especiales para ejecutivos del Polo Petroquímico”, detalló, sobre la huella que dejó en su paso por el recinto.

Y ensalzó a varios camaradas: “En el Concejo teníamos un buen nivel deliberativo, con gente como Diskin, “Pepe” Sabatini, Lobato, Garmendia, Woscoff, Rodolfo Lopes, Facundo Arnaudo, entre otra gente muy capacitada. En mi caso, uno debía ser demasiado bruto para no aprender”.

“Mi labor como interventor en el Club Midgistas del Sur es un capítulo que aún está abierto. Los tiempos de la Justicia y las ventanas que siempre quedan abiertas hacen que se dilate la resolución y no se ejecuta mi trabajo dentro de la institución. Surgió a partir del llamado de un amigo y me pregunta si me puede proponer, independientemente de que no soy un hombre vinculado al automovilismo. Luego de una primera reunión con esta persona, acepto y me comenta que le iba a hacer la propuesta al Intendente (Héctor Gay) porque hay un grupo importante que está pidiendo la intervención del Club”, explicó, con relación al tema que más recientemente lo volvió a poner en agenda.

En paralelo, resumió que fue “el jefe comunal el que hace suyo el ofrecimiento y eleva la propuesta a la Dirección Provincial de Personería Jurídica. Mi función será absolutamente normalizadora, designando gente idónea en el tema mecánico”.

“A Gay lo respeto muchísimo y lo apoyo, guardo una relación de cordialidad de años con él, de su época como periodista. Otro comunicador al que siempre respeté por su bonhomía, hombría de bien, inteligencia y cordialidad fue Rafael Emilio Santiago”, enmarcó, saliendo un instante de la pregunta previa.

Pero retomó, sin eludir la consulta del cronista: “Volviendo al tema anterior, la Corte de la Provincia ya falló a favor y la última instancia es la Nacional. Los dirigentes del CMS, a través del estudio jurídico que los representa en La Plata, plantearon un recurso extraordinario, que aún no fue concedido. No hay plazos. Personería Jurídica está muy firme en sostener la intervención, no se puede cambiar el caballo a mitad del río porque los dictámenes que emitió son contundentes, al igual que el de la Procuración de la Corte”.

“No voy a poner en juego el prestigio alcanzado durante muchísimos años por algo que en mi carrera resulta menor, miraré el padrón de socios, su integración y haré un blanqueo. Algo que intenté hacer en su momento pero viví una situación desagradable y de otra época”, concluyó Malet.

De hablar pausado, repasando mentalmente cada palabra antes de que salga de su boca, la conversación fluyó espontáneamente. Sus ganas de seguir haciendo son notorias. Le da vida rodearse de carpetas, expedientes y gran cantidad de fojas por su rol profesional. Hoy, conocimos algo más sobre su vida.

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