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informe especial

Enfermería: los desafíos de una profesión que salva vidas a diario

Profesionales de la salud coinciden en la importancia de la especialidad. Los cambios que se dieron en los últimos años. Y las metas más urgentes. Además, la palabra de los protagonistas.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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En el transcurso de la última semana, más precisamente el pasado jueves 12 de mayo, se conmemoró el Día Internacional de la Enfermería, fecha que se estableció en 1974 como un homenaje para Florence Nightingale (1820-1910), a quien se le atribuye haber creado la especialidad.

A modo de resumen, cabe destacar que Nightingale se destacó en matemáticas desde muy joven y aplicó sus conocimientos de estadística a la epidemiología y a la estadística sanitaria. Los libros de historia coinciden en que ella sentó las bases de la profesionalización de la enfermería a través de su escuela en el hospital Saint Thomas de Londres, actualmente parte integrante del King’s College y del Servicio Nacional de Salud inglés. Fue la primera escuela laica de enfermería en el mundo.

Y como si fuera poco, inspiró a Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja Internacional.

En definitiva, una mujer que bien valía la pena mencionar en el inicio de este informe especial, teniendo en cuenta que la idea del mismo es darle resonancia a esta materia vital. Y más en el último tiempo, que encuentra a la sociedad en su conjunto intentando dejar atrás las secuelas de la pandemia. Porque el coronavirus los tuvo –y tiene– a ellos, enfermeros y enfermeras, junto a los médicos y personal de salud, en la primera línea de batalla. A veces, incluso, siendo víctimas de tremendas injusticias.

Sin ir más lejos, en La Brújula 24 te contamos hace algún tiempo el difícil momento de Norma Noemí Larrondo. Promediaba el 2020 cuando la mujer con más de 30 años de experiencia en el Hospital Penna, fue blanco de cobardes ataques en su casa. Cruces pintadas en la puerta, mensajes amenazas, injurias. Todo bajo el más ruin anonimato. Pero ella, de todos modos, nunca bajó los brazos. Siguió adelante a pesar de todo.

“No puedo creer que haya gente que no le dé la cabeza para pensar y que puede hacer algo así en medio de la situación que todos estamos viviendo. Ya son dos veces y no sé cuántas más serán. Si yo supiera quién es, le diría que venga y hablé conmigo. Pero evidentemente, si ya no lo hizo la primera vez y repitió su acción, evidentemente no quiere conversar”, mencionó en aquella oportunidad, visiblemente indignada y dolida por la situación.

Y hoy, lógicamente más tranquila, aunque trabajando a full como siempre, relató a este cronista: “Mi vocación la llevo desde chica, siempre recuerdo qué para mi cumpleaños le pedía a mis padres que me regalaran cosas de enfermería, es algo que nunca me voy a olvidar. Me gusta y no lo cambiaría por nada. Si tuviera que elegir nuevamente una profesión elegiría la misma”.  

Norma Noemí Larrondo en su lugar de trabajo, como siempre.

“Me hice enfermera para cumplir una promesa a mi madre”

Otro testimonio más que autorizado es el de Elena Figueroa, hoy jubilada, en cuyo haber tiene más de tres décadas de trabajo en el Hospital Privado del Sur. Y su historia es, cuanto menos, conmovedora. “Esto tiene mucho que ver con lo sentimental, puede sonar romántico o cursi, pero en mi vida personal el primer concepto de por qué elegí la enfermería tiene que ver con una promesa que me cumplí a mí misma y a mis mayores. Siendo yo muy pequeña, con mi hermano menor y luego de una larga batalla con la vida, mamá nos dejó. En aquellos momentos de mucho pesar para todos, ella creo que movilizada por lo vivido me hizo prometer que cuando fuera grande iba a curar personas”.

“Mi madre estuvo muy enferma y gracias a Dios tuvo muchos cuidados de personas que la atendían. Esto fue hace mucho, pasó una vida en medio, me convertí en madre y cuando tuve un tiempo más despejado, con mi niño yendo a la escuela, decidí hacer realidad esa promesa, con la íntima convicción de que iba a satisfacer mi necesidad interna de querer ayudar”, contó.

Obviamente, durante su trayectoria, Elena vio numerosos cambios. Algunos buenos, otros no tanto. Y viviendo y sintiendo siempre su profesión con la misma intensidad. “Yo pude ver un montón de cosas y participar activamente. Ver la jerarquización, el empoderamiento, el crecimiento, la valoración de mi profesión a lo largo de los años en cuanto a nivel académico y técnico, a capacidad profesional, intelectual. Y también a nivel científico pedagógico y social”.

“Tuve el privilegio de integrar el grupo de trabajo que se creó en Bahía Blanca para la cirugía cardiovascular. Luego de haber hecho algunos años en clínica, previa capacitación, estudios, esfuerzos, fui elegida para integrar el primer equipo en ese sentido”. “Ahí viví miles de experiencias, de anécdotas, de situaciones que me hicieron más fuerte, que me hicieron más sólida”, rememoró la profesional.

Las efectos de la pandemia

“En este momento catastrófico para todos, todos en el planeta estábamos ante algo totalmente desconocido, ante algo incierto, que al principio parecía tan lejano y tan fantasioso y  suponíamos en algún nivel de nuestra mente que eso solo pasaba en las películas. Fue una etapa de desafío constante. No sólo para mí, para cada uno de mis colegas, para cada uno de los integrantes del equipo de salud, porque somos mucho más que uno dentro de un hospital, dentro de un sistema de salud. Y nos tuvimos que medir con todos nuestros recursos, con todas nuestras habilidades, con nuestras limitaciones. Nos tuvimos que medir con nuestro yo interior y con el mundo que nos rodeaba”, manifestó.

Para esta nota también brindó su aporte el jefe del cuerpo de enfermeros que a diario recorre las calles de Bahía Blanca a bordo del servicio de emergencias local. Jorge Paz, quien desde hace casi 20 años pone su empeño todos los días en pos de ayudar a los vecinos que atraviesan un momento crítico. Si hablamos de primera línea, ellos lo reflejan al dedillo.

“Elegí esto porque estaba la crisis del 2001, no había mucho panorama para progresar, era todo muy complicado y estaba trabajando como camillero en el Hospital Municipal. Eso me llevó a seguir progresando en función de una carrera, me gustó por el aspecto humano y profesional, fue un trabajo que me sedujo enseguida. Además, lógicamente era una buena salida laboral en la que se conjugaba con el costado humano de ayudar al vecino”.

“Me parece una profesión poco valorada, que ha dado un montón. En la pandemia se puso blanco sobre negro en ese sentido. Hubo muestras cabales de que la enfermería está preparada para mucho más en función de su conocimiento. Pero eso se contrapone con dos cosas, una ley de enfermería que atrasa mucho, y otra cosa que quedó demostrado en que el personal de salud en general no puede trabajar hasta los 65 años, el desgaste físico y emocional ha sido monumental”, aseveró a modo de reflexión.

Y dijo que “hace 20 años que soy enfermero y creo que en todo este tiempo hubo un grado de profesionalización muy importante y creo que ese siempre es el camino, con una currícula cada vez más completa en la carrera, abordar muchos más tópicos para contar con mejores herramientas”.

“Volvería a elegir la profesión porque cumplió con todas mis expectativas personales”.

Los servidores públicos se preparan para asistir en una emergencia.

“La enfermería es como una fiebre en la sangre, una enfermedad incurable que una vez contraída no se puede curar. Si no fuera así, no habría enfermeros”. (Mónica Dickens)

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