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DE AYER A HOY

Maldonado, y el día después de los golpes inesperados que recibió del destino

El excomisario habló de todo y sin cassette. El accidente de tránsito que protagonizó y terminó con la vida de un peatón. La cirugía por la que perdió casi 60 kilos. Y la muerte de su esposa y otros dos familiares por Covid-19.

Por Leandro Grecco / [email protected]
Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Una creencia diversificada, en muchos casos a partir de la fe religiosa, indica que la vida suele ser ingrata con aquellos que tienen la fortaleza suficiente para afrontar los momentos más duros, al punto de lograr sobreponerse a situaciones en las que otros no estarían a la altura de las circunstancias. Algo así como si una fuerza superior pusiera piedras en el camino de las personas que pueden sortearlas.

Es por eso que en un instante y en el momento menos esperado todo lo que llevó tiempo y esfuerzo construir, puede derrumbarse. Sin embargo, la fortaleza se mide por la cantidad de veces que uno logra levantarse después de caer y este puede ser el caso del entrevistado de hoy. Un hombre que toma aire y se mantiene en pie luego de la vorágine del recorrido, el cual encontró cambios de todo tipo y turbulencias en los últimos años.

Gustavo Maldonado fue (y tal vez lo siga siendo pese a estar retirado) una referencia ineludible en materia de seguridad en Bahía Blanca y la región. Desde sus diversos roles en la Policía, cuenta con infinidad de vivencias, episodios imborrables desde el punto de vista profesional. En lo personal, también tuvo que “surfear la ola” para poder al día de hoy proyectar el futuro rodeado de sus afectos y pensando siempre en positivo, más allá de los cachetazos recibidos.

Maldonado abrazado a Martín Luna, otro ex Jefe Departamental en Bahía.

“Nací en Puerto Belgrano el 2 de enero de 1966. Mi padre falleció en el 91 y era personal militar desempeñándose en la Armada. Mi mamá, de origen italiano lo que me permitió tramitar la ciudadanía de aquel país, era ama de casa. Tengo un hermano cuatro años y medio menor que yo. Me considero y soy puntaltense, más allá de que también viví en la Base Naval”, fue lo primero que esbozó cuando el grabador comenzó a capturar sus primeras aseveraciones, sentado en la mesa de una estación de servicio de Falucho y Parchappe, mientras bebía un agua saborizada.

Luego, casi al pasar pero con la reminiscencia que debe haber implicado la contingencia recordó: “Mi papá en el 76 tuvo un accidente en Ushuaia y, a raíz de eso, compró una casa en la ciudad cabecera del partido de Coronel Rosales. La primaria la cursé en algunas escuelas de la Base y la secundaria en el Colegio Nacional, donde me recibí de perito mercantil”.

Maldonado a la izquierda de la imagen, a la derecha Abel Maggi, otro de dilatada trayectoria en la ciudad.

“Ingresé a la Escuela Naval con el tercer promedio, atendiendo los deseos de mi padre que anhelaba fuera marino. A los pocos meses, me incorporé a la Escuela de Policía Juan Vucetich, porque mi deseo era ser parte de la fuerza policial. Egresé en 1986, un año antes de casarme, y me daban a elegir tres destinos. Yo había puesto Coronel Rosales en primer término, Coronel Dorrego y Bahía Blanca, aunque te terminaban destinando al lugar donde ellos querían. Es por eso que mi primera experiencia la hago en la seccional Primera de la tercera localidad que había puesto como opción”, recordó entre risas.

Sin embargo, Maldonado fue consecuente con sus raíces: “Trabajando aquí, en Tres Arroyos o La Plata, nunca cambié mi lugar de residencia, que fue y es Punta Alta. Después de ocupar distintos cargos en diferentes ciudades y de formarme, lo cual me permitió desempeñarme en 2004 como delegado en la Policía Científica, con el antiguo rango de Capitán”.

“Posteriormente paso a la Jefatura Departamental como jefe de la oficina de sumario administrativo, cuando Mario Monasterio era el comisionado, al año asume Roberto Castronuovo, quien en 2008 le deja su lugar a Abel Maggi, situación que me permite ser el subjefe por tres años hasta que lo designan como Superintendente en Mar del Plata, lo que me llevó a tomar su cargo. Fui el que más tiempo estuvo como Jefe Departamental: desde enero de 2012 a mayo de 2017, además de haber sido el único que también me desempeñé como Superintendente en Bahía, hasta cuando a mediados de 2019 me retiro de la fuerza”, resumió de manera sintética.

A la izquierda, como cadete de Policía y a la derecha, recién recibido como oficial ayudante.

Antes de su retiro y quizás (hoy visto a la distancia) algo fastidioso por cómo se dilataba aquel dictamen, redactó a mediados de febrero de 2019 una dura carta titulada “Para muestra basta un botón”. Sobre esas líneas que levantaron polvareda, aclaró: “Creo que se malinterpretó porque hablaba de que no había inseguridad y lo que realmente existía era injusticia. Recogieron el guante quienes no les correspondían porque los jueces y fiscales aplican la ley. Mi mensaje iba dirigido a legisladores nacionales y provinciales porque se necesita de un nuevo sistema carcelario que eleve la reinserción en la sociedad”.

“Hoy son pocos los casos de aquellos que cumplen la pena y se recuperan. La persona cuando sale vuelve al mismo entorno en el que se generó el ambiente para ingresar al delito, porque no se vincula con otra gente, al no tener la posibilidad de cambiar ese paradigma”, exclamó, con la firme convicción de saber de lo que está hablando.

Gustavo, Abel Maggi y las respectivas esposas de ambos, en 2012.

No obstante, Maldonado no vaciló en enunciar que “una de mis grandes críticas en Bahía Blanca es el avance del flagelo de la droga y el narcotráfico. Estamos en una de las pocas ciudades que tiene asiento de las cuatro fuerzas federales: Prefectura, Gendarmería, Policía Federal y de Seguridad Aeroportuaria. Incluso hay una especialidad dentro de Policía de la Provincia. Todas dedicadas a combatir el narcotráfico”.

“Sin embargo, los procedimientos en los que participaron ellos, al menos durante mi etapa en la fuerza, fueron muy pocos en comparación de los llevados adelante por personal de seguridad. Esta modificación que se hizo para que el narco-menudeo lo trabajara un fiscal provincial y que las causas más graves recaigan en fuerzas federales no tiene mucha lógica porque son recursos que se superponen”, argumentó quien llegara a ser superintendente de la Región Sur de la Policía Bonaerense antes del retiro.

Instantes después a que Maldonado sea nombrado Superintendente, posando junto a parte de su familia.

Más allá de esto, no todas fueron críticas y hubo reivindicaciones: “Me saco el sombrero con el trabajo de Mauricio Del Cero, quien fue consecuente con su forma de trabajar y las horas que le dedica, pero su incumbencia tiene un techo, donde las investigaciones pasan a otra esfera y no se comparten datos. Tuvo que aparecer muerto ‘El Mendocino’ (Romero Miranda) para que se conformara esta mesa de intercambio de información judicial en la que no importa que participe la Policía porque no dirige la investigación. Son ellos los que tienen que ponerse de acuerdo, sea el juez o el fiscal, y bajar línea”.

La enriquecedora conversación fue pasando por diversos temas y, luego de analizar la cruda realidad, Maldonado se detuvo en uno de sus pilares fundamentales: “Tengo cuatro hijos: la más grande (Claudia) tiene 33 años, está casada y a poco tiempo de ser madre, es licenciada en educación musical lo que le permite ejercer como profesora en Mar del Plata luego de estudiar toda su carrera en la Universidad de Bellas Artes en la Universidad Nacional de La Plata y gracias a su desempeño le valió ganar un premio Estrella de Mar”.

Maldonado, su esposa, los cuatro hijos y el nieto mayor.

“Además, soy papá de tres varones (Pablo, David y Daniel) de 32, 31 y 28 que viven todos en Punta Alta y ya me hicieron abuelo de mis cuatro nietos: el primero de ellos es Técnico en Seguridad e Higiene y trabaja en la Armada, el que le sigue es sargento de la Policía y el restante es oficial administrativo de la fuerza bonaerense”, subrayó, mientras disfrutaba del aire acondicionado del lugar, en una de las calurosas jornadas de la última semana.

Consultado respecto a cómo logró mantener al margen a su círculo íntimo de lo que implicaba ocupar puestos de gran exposición en la Policía, detalló que “por suerte para mis hijos nunca fui comisario o jefe de Policía en Punta Alta lo que me permitió no tener tanta exposición pública en el territorio donde vivo. Claro que siempre fui muy estricto de no llevar trabajo a mi casa, de separar las cosas y cuando alguna persona venía a tocar timbre a mi domicilio para consultarme por algo vinculado a mi rol en la Departamental, mi señora se encargaba de decirles que no era el lugar indicado para preguntarme nada (risas)”.

Disfrutando de la nieve con Mónica, fallecida hace casi un año.

“Es que sino uno no descansa nunca y no termina viviendo. En un momento se nos planteó la posibilidad de vivir en la casa que está en el piso de arriba de la sede de calle Avenida Alem, pero lo descartamos porque es necesario desconectar un poco con el trabajo. No obstante, en esta profesión no te podés desentender por completo de tu rol, sea el día y la hora que fuera”, recalcó, frente a la pregunta vinculada con si uno es policía las 24 horas del día.

Otro de los hitos de su vida en los últimos años está ligado con una decisión que le trajo aparejado un rotundo cambio en su vida: “Cuando me operé para bajar de peso (adelgazó casi 60 kilos) pensaba que me quedaba un mes antes de que me retiren, pero me aguantaron un año más. Es real aquello de que fui tachando los últimos días en un almanaque hasta que me llegó la jubilación”.

“Fue por una cuestión de salud que tomé la decisión de realizarme el bypass gástrico en la clínica del doctor Antozzi. No daba para más e hice un click, quería disfrutar a mis nietos y no podía ni jugar a la pelota con ellos. Poder ir a Sierra de la Ventana y escalar sin tener que sufrir dolores en las rodillas, tobillos o quedarse sin aire. La intervención me cambió la vida por completo”, aclaró orgulloso y para nada arrepentido de la decisión tomada.

Gustavo Maldonado compartiendo un brindis con su difunta esposa.

Pese a lo cual, fue cauto: “Hay que estar preparado mentalmente antes de una cirugía de esta naturaleza porque mucha gente vuelve a recuperar peso cuando la cabeza termina mandando y la ansiedad prevalece. La obesidad es una enfermedad crónica que tenés que tratar. Por eso son importantes los controles periódicos, análisis de sangre para saber qué vitaminas te pueden faltar, entre otros factores. Nunca lo estético fue algo importante en la toma de esta decisión, aunque tuve que entender que había alimentos que no me hacían bien y los debí resignar o reemplazar”.

Un episodio traumático afrontó a comienzos de abril de 2019 al volante de su camioneta cuando en un accidente de tránsito terminó falleciendo un peatón: “Desde el principio tuve contacto con los familiares que vivían con esta persona en Bahía Blanca. Estamos hablando de un hombre que murió algo más de tres semanas después del siniestro vial que me tocó protagonizar al volante de mi vehículo”.

“Como uno de los involucrados era personal policial, la autopsia se postergó porque tenía que intervenir el Poder Judicial. Cuando se trasladó el cuerpo a San Juan, no se pudo hacer el velorio por el estado de putrefacción en el que llegó. Incluso, por una cuestión humanitaria, me hice cargo económicamente del traslado, más allá de la cobertura del seguro”, dijo Maldonado, aún muy apesadumbrado pese al paso del tiempo y a sabiendas de que el recuerdo lo acompañará por siempre.

Sobre su situación procesal, enfatizó que “la causa penal sigue abierta, declaré ante la Justicia y estamos esperando una resolución. Por el lugar del siniestro, la persona cruzó por un sector donde no estaba habilitado, a unos cuantos metros de la senda peatonal. Hay testigos y no me levanté ese día diciendo ‘a quién choco’. Fue una desgracia lamentable que es difícil digerirla, mucho peor para la familia que pierde a un ser querido. Hoy más que nunca entiendo el dolor que pueden haber sufrido”.

Y lo dijo en virtud a lo que fue el último trimestre de 2020, quizás el más duro de su vida: “El Covid-19 dejó una secuela imborrable para mi familia: el 31 de octubre falleció mi cuñado en San Luis, el 10 de diciembre murió mi suegra y el 25 de diciembre Mónica, mi esposa, todos contagiados de otro familiar que vive en Puerto Madryn. En mi familia casi todos cursamos la enfermedad, incluido yo. A mi suegra la habían tratado por deshidratación y gastroenteritis, pero se trataba de coronavirus”.

Mónica y la suegra del excomisario, víctimas del Covid-19.

“Con mi esposa llevábamos 33 años de casados y fue un golpe durísimo. Siempre fuimos una familia de fe y mi hija, un tiempo antes de la pandemia había soñado que moría su abuela. Eso la llevó a escribirle una canción. Lo bueno es que pudo despedirse tanto de ella como de su mamá. Me mudé de la casa donde vivíamos con mi mujer y trato de disfrutar de la soledad que me propone ahora la actualidad”.

Si de algo está seguro Maldonado es que no quiere volver a trabajar “pese a que me han tentado. Solo tengo ganas de viajar, algo que estoy empezando a hacer ahora que hay más aperturas, además tengo un grupito de ex compañeros de la promoción en la Policía que nos estamos viendo. Somos tres o cuatro, y habrá tiempo de armar reuniones más multitudinarias”.

“El tiempo para servir en la función en la que me desempeñé ya pasó. Hoy trato de no meterme en los problemas que hay a nivel policial, salvo que me pregunten y doy mi punto de vista. Cuando estaba trabajando les di lugar a los funcionarios que estaban retirados y se acercaron de buena leche. Otros criticaron desde la tribuna y no sumaron. Ahora no cambio por nada en el mundo la libertad de poder recorrer el país, es momento de parar la pelota, disfrutar de los hijos y los nietos, que hoy son el motor de mi vida”, finalizó.

El sol golpeaba con más fuerza que nunca las calles de la ciudad y llegaba el momento de juntar coraje para volver a tomar contacto con el ambiente exterior, cuando la temperatura excedía largamente los 30 grados. Quizás por eso, Maldonado y este cronista eligieron permanecer unos cuantos minutos más adentro del ambiente climatizado para charlar con el grabador apagado. Pero claro, todo aquello que se conversó quedó allí, en esa mesa…

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