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en el monumental

River empató 1 a 1 con Defensa y Justicia

De la pesadilla a la esperanza. Del ya no depender al seguir creyendo, porque en verdad todavía hay en qué creer. River fue su peor rival y también la mejor medicina, todo eso junto en 90’ que lo mejor que dejaron fue un punto positivo: el de oro conseguido. Porque Defensa no sólo le hizo frente, sino que le jugó un partidazo desde lo táctico y desde la entrega. Y si los de Gallardo evitaron llevar la definición a un mano a mano con Boca fue precisamente por la mano justa de su entrenador en el ST.

Así, el líder sigue siendo River Plate y depende de sí mismo para consagrarse en su visita a Atlético Tucumán… Si ese PT no fue la peor producción del equipo en lo que va de la Superliga, le pega en el palo y seguro que entra. Lo que se vio en la primera mitad no se condice con lo que se venía observando y disfrutando del equipo puntero-sensación y con puntaje ideal en el 2020. Nada de eso. Se vio un equipo sin presión alta, largo, que dejó espacios en el retroceso y que sólo apeló a los bochazos largos y filtrados para intentar llegar al arco de Unsain. Y así no iba a funcionar, básicamente porque River juega a otra cosa. Y mucho menos iba a ser solución si enfrente estaba un rival como Defensa, bien parado y con un sistema táctico que calzó a la perfección para vulnerar a esa línea de tres del local. Porque Botta se cerraba al medio para comerle la espalda a Enzo Pérez y por derecha, Pizzini y Mainero hacían lo propio por el sector de Pinola y Casco, allí por donde el Halcón se hizo un festín y generó la jugada del 1-0 de Lucero: Rojas no llegó a anticipar el cierre y adentro. Es decir, la búsqueda que planteó Hernán Crespo fue buena desde lo conceptual pero sobre todo acertó en los intérpretes idóneos para esas tareas, que entendieron cómo jugar el partido y progresar sumando gente e ideas en ataque. Nada que objetarle, merecida la ventaja. Mientras tanto, el mediocampo de River también hacía agua, no generaba sociedades y así ni a Scocco ni a Suárez les quedó una limpia. No quedaban dudas: había que hacer un cambio estructural para para la sangría…

Bienvenida esa línea de cuatro (Montiel y Casco bajaron, out Pinola), y bienvenido el ingreso de Juanfer, entonces. Era de esperar que el profesor hiciera alguna de sus jugadas maestras para subsanar lo que padeció en el arranque, y así fue. La posesión pasó a ser propiedad de River, y de su gente. Porque, vamos, el Monumental jugó su partido también –arengado por MG- y fue uno de los combustibles que alimentó a la rebeldía del líder. El Halcón replegó sus alas, también es cierto, pero fue producto de un avasallamiento lógico e inevitable de un rival que ya había recuperado la memoria. No le sobró fineza ni toqueteos deluxe pero sí coraje para cascotearle el rancho a quien terminó siendo la esperanza de Boca: Ezequiel Unsain. El arquero de Defensa sacó todo lo que le tiraron (incluido un mano a mano al ingresado Pratto, que sigue anémico, con el gol…) salvo ese penal bien ejecutado por Quintero y que hizo estallar Núñez. También pasó varias zozobras el equipo de Napoleón en el final, luego de tanto ir y estrellarse con ese 1-1 que terminó siendo impenetrable… Sin embargo, se despabiló a tiempo. Y lo que en otros momentos podría haber sido una repartija ínfima, este punto ante un Defensa más que digno y valiente puede ser el que se termine sirviendo para quedarse con esta bendita Superliga. Habrá que ver lo que sucederá el sábado en el Monumental, José Fierro…

Fuente: Olé

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