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De Ayer a Hoy

Asad: "En 55 años jamás fui objeto de querella por calumnias e injurias"

Sin titubear, el penalista resaltó este dato, pese a sus potentes denuncias. El Derecho en su vida. El cambio tras el caso Nair Mostafá. Y su labor asistiendo a Zulema Yoma en la causa Carlos Menem Jr.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/X: @leandrogrecco

Valiente y frontal. Esas son dos de las principales cualidades que describen al protagonista del artículo de este sábado. Con una ideología de la que no reniega y menos aún oculta, ha dado muestras de poner por encima la verdad ante los hechos cuando la realidad se erige como irrefutable y certera.

Su trayectoria lo avala, para muchos transgresor, para otros revolucionario, se convirtió en uno de los referentes ineludibles dentro del Derecho Penal. Venerado por algunos, resistido por otros, dejó una huella en su paso. Forjó una carrera defendiendo, en la enorme mayoría, a los familiares de víctimas de los hechos más aberrantes que han signado a la ciudad en los últimos casi 40 años.

Llegó el turno de conocer en profundidad a Miguel Ángel Asad, en especial sus orígenes y la génesis de su carrera, aquella primera semilla que explica su temperamento y los rasgos de una personalidad que no pasa desapercibida. Hoy, en La Brújula 24, conversamos con un verdadero referente de Bahía Blanca.

“Nací circunstancialmente en Bahía Blanca. Mis padres vivían en Pedro Luro. Mi mamá era directora de la Escuela Rural del pueblo, vino a saludar a su mamá que vivía pegado al ACA de Chiclana y Fitz Roy. Se descompuso y en esa época los partos eran los domicilios, por lo que llegué al mundo en casa de Catalina Dorsolina Ferro Caviglia de Casarsa, mi abuela”, evocó, desde el amplio living de su domicilio particular.

Y añadió que “de aquella infancia en el pueblo guardo los mejores recuerdos, una época muy distinta a la actualidad. Una sociedad compuesta por muy buena gente, trabajadora, con un vínculo perfecto entre lo ético, lo laboral o profesional y hasta en lo que respecta a lo religioso porque teníamos cerca a Fortín Mercedes”.

“En ese lugar daba rienda suelta a mi espíritu travieso subiéndome a los camiones aguateros para irme al río sin avisar, razón por la cual mi familia se asustaba, pensando que me había pasado algo. Frente a este escenario, mi papá me decía ‘a usted lo van a enderezar los curas’ por lo que entré como pupilo a un establecimiento educativo de dicha localidad”, aclaró, con un dejo de perspicacia.

En ese sentido, consideró que “fue una experiencia notable porque era un formato militar, dormía y comía en ese lugar y los fines de semana mis padres me venían a visitar en un horario determinado. Nos teníamos que hacer la cama, trabajábamos en la quinta pelando membrillos, además de estudiar, porque era un espacio para aspirantes a sacerdote”.

“Terminé el año y me pasaron al Colegio Don Bosco de Bahía Blanca, con el mismo régimen, hasta que junto a un reducido grupo de alumnos nos invitaron a irnos por haber organizado la primera huelga estudiantil. En ese momento, el consejero llamó a mis padres para comunicarles que, pese a mi vocación de líder, no podían aceptar esas conductas”, advirtió Asad.

No obstante, comentó que “pasé al Goyena, donde iban los que quedábamos boyando. No soporté la falta de disciplina que había en ese momento, por lo que terminé la secundaria en el Colegio Nacional, rindiendo un año libre durante las vacaciones de verano. Me recibí en Buenos Aires en la carrera de Filosofía y Pedagogía, luego de una primera etapa en el Instituto Juan XIII”.

“En ese interín me casé. El enlace civil fue en White y recuerdo que después de mucho insistir, logramos que abran el Registro un feriado. María Luisa Ferraresso, popularmente conocida como ‘Mariquita Terremoto’, comentó en su columna social en los medios de Bahía que la ceremonia religiosa en la Catedral fue ‘un aquelarre de jóvenes’”, describió, en otro de los aspectos pocos conocidos de Miguel Ángel.

Aún así, se sumergió en los tramos en los que iniciaba un camino de cierta popularidad:“En ese tiempo era jefe del Comando Restaurador Nacionalista muy cercano al peronismo, siendo perseguido por el Plan Conintes mientras aún vivía en Bahía Blanca. Me salió la captura y terminé preso, estaba acusado falsamente de haber participado de haber puesto explosivos en las vías de ferrocarril. No era cierto, yo solo los fabricaba”.

“Pasé siete meses preso en un buque en altamar, con simulacros de fusilamiento todas las noches. Recuperé la libertad, terminé estudiando Derecho en Buenos Aires y conseguí una beca del Instituto Nacional Hispanoamericana. En plena vigencia del gobierno del caudillo Don Francisco Franco Bahamonde, realicé el doctorado en Sociología y Criminología”, infló el pecho en el medio del ida y vuelta. 

Con orgullo, apuntó que “hice, junto a otros 11 becarios, la tesis en Puerta de Hierro. Así fue que pude conocer a (Juan Domingo) Perón. Resultó brillante, él daba clases e Isabel servía café. Cuando el General vino al país para la tercera presidencia presencié el diálogo en que reprochó a (Héctor) Cámpora, quien se deshacía en atenciones, por llenarle el movimiento de zurdos y de putos”.

“Volví de España, me radiqué en Buenos Aires y terminé la carrera, pasé de procurador a abogado. Entre 1972, que me instalé definitivamente en Bahía Blanca, y 1989 ejercí como penalista defendiendo lo que viniera. Me hice cargo del estudio del doctor López Camelo y luego del de Perramón Pearson, pero el punto de inflexión fue el caso Nair Mostafá”, acotó. 

Pese a ello, consideró que “sufrí todo tipo de amenazas de muerte por haber llevado a cabo la investigación para que sean procesados varios de los jefes de la cúpula de la Policía bonaerense, sumado a la pelea con (Eduardo) Duhalde e incluso por el hecho de haber desnudado la connivencia del poder político con las fuerzas de seguridad en Tres Arroyos”.

“Me conmovió tanto la causa que casi dejé las defensas, solo me aboqué a acusar como particular damnificado o querellante en juzgados federales. Luego, acepté ser abogado defensor del Coronel Mohamed Alí Seineldín y, simultáneamente, trabajar con Zulema Yoma, lo que me llevó a ir varias veces a la mesa de los almuerzos de Mirtha Legrand”, dijo el protagonista de la nota de la sección “De Ayer A Hoy”.

Su responsabilidad fue en ascenso: “La ex primera dama me encomendó dirigir el Congreso de Criminalística que se conformó en Mar del Plata con especialistas de todas las partes del mundo. Pude contribuir para determinar que, a la luz de todas las pruebas acumuladas en las causas, a Carlos Menem Junior, lo mataron. Zulema me había encomendado misiones, de las cuales solo voy a mencionar una de ellas”.

“Las evidencias de lo que había pasado con su hijo, pese a que la gente cree que los países árabes fueron los que aportaron datos clave, en realidad las dio Fidel Castro desde Cuba, suministrando información clasificada. Fui el portador de una carta que le entregó ella al Comandante para agradecerle por haber esclarecido aquel episodio que tanto la afectó”, disparó Asad sin medias tintas. 

Y fue aún más allá: “Todo tenía vinculación con el contrabando de armas del ex presidente Menem, las cuales fueron enviadas a Croacia. Desde ese país querían que la Fuerza Internacional de Paz de Naciones Unidas, compuesta por, entre otros, una serie de oficiales del Ejército Argentino, tuvieran el contralor para evitar que ellos y los serbio-bosnios musulmanes se enfrenten”. 

“Los croatas tiraban a matar y asesinaron a mansalva, pese a que algunos oficiales no mordieron el anzuelo. En esa matanza casi indiscriminada terminaron ejecutando a 8500 mujeres, ancianos y niños musulmanes, todo en una misma noche. Una verdadera masacre con todas las letras”, recalcó, compenetrado con el relato. 

Con conocimiento de causa, sumó: “Desde el gobierno que representaba a las víctimas junto al Tribunal Islmámico Egipto, se ordenó una feroz represalia contra quien dio la orden, poniendo el énfasis en Argentina. Es que nuestro país había contrabandeado fusiles FAL, a través del mismo Menem y otras personas sumamente conocidas y poderosas que prefiero no recordar”. 

“En 55 años de ejercicio profesional nunca fui objeto de una querella criminal por calumnias e injurias, pese a que he hecho denuncias contundentes, tocando fibras íntimas del poder real. Hoy, quiero que los alcahuetes del Presidente (Javier Milei) le transmitan lo que pienso. Es un desquiciado y espero que me demande para demostrarle la verdad de lo que afirmo”, disparó Miguel Ángel con vehemencia. 

Al cierre, volvió al plano más íntimo: “Tuve cuatro hijos de mi primer matrimonio, el primero de ellos falleció siendo bebé de una manera trágica y al segundo, que nació un año más tarde el mismo día que él, le pusimos su mismo nombre. Además soy papá de otro, de 20 años, con mi segunda pareja. La familia es un pilar fundamental, algo que corroboré meses atrás, cuando me acompañó para salir adelante de una neumonía bilateral, similar a la que padeció el Papa, que me tuvo un mes internado”.

Dueño de cientas de historias y miles de anécdotas, Miguel Ángel Asad es una inagotable fuente de experiencia. Pese a que su verborragia pueda haberle jugado una mala pasada en alguna ocasión, no desiste en su paradigmática forma de enfrentar la actualidad. Ácido y contundente, defiende sus ideales con énfasis, lejos de los disvalores que atraviesan hoy a una buena parte de la sociedad.

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