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INFORME ESPECIAL

La era del delivery: el ejército que transita a toda hora y no sabe de feriados

El aislamiento por el Covid desató el boom de Pedidos Ya. El reclamo de cadetes que trabajan por fuera de la App para distintos comercios. Y la resistencia de una histórica empresa que brinda servicio de mensajería.

Por Leandro Grecco / [email protected]
Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Pareciera que pasó mucho más tiempo, pero apenas llevamos un año y medio. Como consecuencia de la pandemia provocada por el Covid-19, el 20 de marzo de 2020 se decretó en Argentina el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

El cierre de muchos locales con atención al público desde el mostrador y la cautela presente en la sociedad por la posibilidad de contagio al exponerse al contacto con otras personas llevaron a que los consumidores se volcaran al comercio electrónico.

Este aumento ha generado una oportunidad de crecimiento para el trabajo de mensajería y reparto realizado a través de plataformas digitales, que además fue considerada actividad esencial y, por lo tanto, no fue interrumpida.

En Bahía Blanca se produjo una suerte de boom, una oportunidad ante la crisis que le permitió a cientos de personas encontrar una salida laboral en un contexto desfavorable desde varios puntos de vista.

La Brújula 24 fue a la búsqueda de ese ejército, compuesto en su mayoría por jóvenes, que las 24 horas del día y los 365 días del año se suben a sus bicicletas o motos para ganarse dignamente el mango.

“El 90% están fuera de la regulación laboral”

“Cuando se implementaron las medidas sanitarias, nuestras tareas se vieron impactadas por un incremento exponencial del servicio y un aluvión de personas que se volcaron a los pedidos desde casa. Con el transcurrir de la pandemia y el regreso a la normalidad, la oferta del servicio superó a la demanda”, explicó Jonathan, quien realiza reparto domiciliario de farmacias.

Luego, hizo el diagnóstico de la coyuntura actual: “El ingreso masivo de trabajadores/as al rubro (que venía muy alicaído desde el año 2017 aproximadamente) trajo aparejado una fuerte baja en el valor del servicio, lo que se tradujo, inevitablemente, en una caída en los ingresos que veníamos teniendo los que llevábamos años dentro de la cadetería”.

“Esto ocurrió a partir de la irrupción de las mal llamadas “aplicaciones” (eufemismo utilizado para nombrar empresas multinacionales que desconocen absolutamente todas nuestras leyes laborales vigentes y nuestra constitución nacional) las que, en gran medida, tiraron abajo los valores de nuestro trabajo”, sostuvo, con una mirada crítica de la desigualdad que se presenta.

Y lo argumentó con números: “Más del 90% de quienes se desempeñan en esta actividad se encuentran desarrollando sus tareas por fuera de la regulación laboral. Esto quiere decir que, al día de la fecha, no contamos con cuestiones básicas como obra social, aportes jubilatorios ni ningún tipo de seguro que ponga a resguardo a nuestras familias en caso de accidentes (situación común para nosotros). En el mejor de los casos somos los propios trabajadores los que nos hacemos cargo de eso”.

“A aquella persona que pretenda incursionar en el rubro cadetería le aconsejaría que haga respetar su trabajo, que cuide su salud porque los que hace años que trabajamos de esto sabemos que, lamentablemente, es probable que nadie se haga cargo de los huesos queden lastimados o el frío genere enfermedades a largo plazo. Que no corra porque una vianda o un café no es más importante que su vida”, aconsejó, a partir de su experiencia.

Pedidos Ya arrasa con todo y con todos

Héctor es uno de los que se subió a la ola de la App que mostró un apogeo inusitado: “Trabajar para Pedidos Ya ha sido una opción muy viable. Te pagan por viaje realizado y suele ser a principios de mes el período donde más cantidad de movimiento se genera. Todos somos monotributistas y en promedio, se destinan ocho horas diarias para lograr un número digno en el balance de lo percibido”.

“En mi caso particular me incorporé a esta plataforma cuando comenzó la pandemia y coincidió con el momento en el que éramos pocos en la calle, con los correspondientes permisos y mucha demanda. La clave obviamente está en dedicarle mucho tiempo y evitar distraerse como hacen otros que lo tienen como un segundo empleo”, aclaró, en su charla con este diario digital.

Luego, explicó la mecánica de su labor: “El pago del producto lo coordinan desde la app el cliente y el dueño del comercio. Si la transacción es online, yo simplemente retiro a nombre del comprador, pero si es contado efectivo abono con mi dinero, el cual recupero al momento de concretar la entrega”.

“El promedio por viaje oscila entre 100 y 150 pesos, según la distancia recorrida, y en un turno de ocho horas trabajando a pleno podés llegar a tomar hasta 30 envíos en promedio, la mitad en comparación al comienzo de la pandemia, cuando estábamos prácticamente solos en la calle”, apuntó, en otro segmento de la consulta periodística.

Asimismo, destacó que “nos depositan los jueves en función de la cantidad de viajes que realizamos en la semana. Uno de los problemas que se presentan está ligado al alquiler de cuentas que realizan aquellos que están registrados en Pedidos Ya a los que no figuran en el sistema. Son cadetes que usan los datos del que presta su nombre y gana dinero sin salir a la calle. Estos últimos se exponen a que la App les cierre su licencia”.

“Actualmente somos alrededor de 1000 registrados en Bahía Blanca, cuando antes de la pandemia había cerca de 300. Un 30% aproximadamente se movilizan en bicicleta, el 70% restante lo hacen en moto o auto. Para quienes deben pedalear el esfuerzo es doble no solo desde el punto de vista físico, sino también por el tiempo que demoran en recorrer cada distancia y, por ende, para acumular viajes”, graficó, con relación a la variedad que se observa por las calles bahienses.

Y tuvo críticas: “La mayoría de los comerciantes, antes del auge de esta plataforma virtual, optó por no blanquearnos, pagándonos miserias y sin reconocernos nada. Ahora se quejan y lo hacen sin razón porque la App es la que paga nuestros seguros. En lo personal y en lo que respecta al rubro de cadetería dentro de la gastronomía, nunca estuve tan bien. Si sos constante, podés vivir de esto más allá de que el pico máximo bajó respecto a 2020”.

“En 2017, cuando brindaba el servicio de manera particular, si se me rompía la moto no me alcanzaba el dinero para repararla. Ahora, con lo que gano puedo arreglarla. Envío un mail a la aplicación, avisando que no voy a cubrir el turno, el cual puede reservarse con una semana de anticipación. Es la ventaja de manejar mi horario, eligiendo cuándo salgo a la calle”, concluyó Héctor.

Un histórico que sobrevive al vendaval

En último término, quien aportó su testimonio fue Daniel Pasquarella, de Cadete Ya: “Fuimos una de las actividades esenciales, pero paradójicamente perjudicada, dado a que si bien llevamos 30 años en la actividad, se sumó la competencia que surgió desde una total informalidad. En cierto modo, esa aparición es comprensible y tiene cierta lógica de acuerdo al contexto de pandemia que estábamos viviendo, donde surgía el rubro como una alternativa para muchas personas”.

“Los bahienses adquirieron el hábito de utilizar el servicio de cadetería al mismo nivel que en otras ciudades grandes del país. Durante los meses de aislamiento más estricto, el producto que más demandó del delivery fue la bebida, al tratarse de uno de los artículos que se encontraban más vedados. Las ventas por Internet de productos textiles también fueron muy demandadas, luego los alimentos y repuestos en un escalón inferior. No obstante, lo que es válido aclarar que bajó considerablemente el rubro pagos de impuestos y servicios, porque las empresas les posibilitaban a sus usuarios abonarlos de manera virtual, situación que perjudicó claramente a las mensajerías”, se quejó, con justa razón.

En otro tramo de la conversación refirió que “la nuestra no es una actividad rentable, al menos con los márgenes que debería serlo. La informalidad e irresponsabilidad de aquellos que trabajan con el modo golondrina atenta contra quienes la desarrollamos con un respaldo y puntualidad comprobable, una bandera que nos permitió trascender en el tiempo”.

“En líneas generales nunca fuimos amparados por las autoridades. Esta labor requiere de nuevas legislaciones, acorde a un trabajo a destajo que implica cumplir con los clientes. En simultáneo, nos vimos invadidos por las App, las cuales no solo se llevan el dinero de todos los potenciales clientes, sino que también barren con todos los derechos y obligaciones que les correspondería cumplir. Apostaron a un sistema de marketing muy hábil y envidiable que, a las claras y en líneas generales, resulta más oneroso para el cliente. El sistema resulta perverso, se convirtió en sálvese quién pueda y cuesta mantenerse al margen de ese conglomerado, si se pretende conjugar seriedad y rentabilidad”, concluyó.

El mundo cambia y las costumbres acompañan. Negarlo sería necio, como también aferrarse a la frase de que todo tiempo pasado fue mejor. La tecnología y los hábitos obligan a una reconfiguración que, para aquellos que no se adaptan, se convierte en el final de un recorrido que no espera a los rezagados.

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