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INFORME ESPECIAL

La vida en el circo: entre magia, risas y malabares

No importa la edad ni el lugar. Ellos viven a su manera. Relatos de artistas que llevan su espectáculo donde sea. Y una idea en común: no lo cambiarían “por nada en el mundo”.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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En el transcurso de la semana, reconoce este cronista, hubo una publicación que hizo las veces de “disparador”. Un particular testimonio que sirvió para darle enfoque a este informe especial de domingo.

Días atrás, La Brújula 24 te acercó la historia del payaso “Morrón Colorado”, un singular y carismático personaje que recorre la ciudad ofreciendo su espectáculo en cumpleaños, por ejemplo. Siempre respetando los protocolos vigentes para evitar el avance del coronavirus.

“Es divino, con los niños estoy ganado, me siento muy bien, me cargan de energía. Por lo general tengo dos o tres festejos diarios, porque el show tiene un toque familiar”, aseguró Esteban, quien encarna al que ha sido el alma de muchas fiestas por más de 20 años.

Y es allí donde aparece el disparador. Porque vivencias como las de Esteban se replican por cientos en Bahía. Sin ir más lejos, el circo que se encuentra varado en el Parque de Mayo desde que se inició el período de cuarentena, el Cirque XXI, cuenta con varias.

Por caso, el año pasado te contábamos como a causa del aislamiento sus integrantes tuvieron que reinventarse, aplicar todo su ingenio y salir adelante. ¿Cómo hicieron? vendiendo verduras.

Hoy siguen acá –algunos, no todos-, en el paseo público por excelencia de los bahienses. Viviendo, subsistiendo. Y en la medida que pueden, intentando trabajar. “El circo es toda mi vida, yo soy la cuarta generación por parte de mi padre y quinta de parte de madre, y mis hijos van a seguir por el mismo camino”, explicó Sebastián López, uno de los directores generales de la empresa.

“Nuestra vida tiene que ver con ser nómades, ir de ciudad en ciudad”

Y agregó: “Para mi el circo, aparte de ser una forma de vida, es algo que me apasiona y que no cambiaría por nada. Hace un año y medio que estamos en Bahía y no tengo más que palabras de agradecimiento, pero ya quiero irme, nuestra vida tiene que ver con eso, con ser nómades”.

“La pandemia nos afectó mucho, en todo sentido, económico y emocionalmente. Se nos vinieron abajo muchas de las cosas, como los vehículos por estar tanto tiempo parados. Para nosotros esto no se termina cuando pase la pandemia, mínimo para poder volver a poner todo en condiciones como antes nos va a llevar dos años. También para que las autoridades nos acepten, entrando de ciudad a ciudad, eso es lo que más nos va a complicar”, aseveró.

Melina Videla tiene 24 años y es bailarina. Cuarta generación en su caso. “Estoy acá hace seis años con mi familia, yo nací en el circo, en Santa Fe, pero no conozco la ciudad. Toda mi vida anduve rodando de acá para allá. Esta vida es maravillosa, no la cambio por nada. Mi infancia fue espectacular, fui a la escuela y actualmente hago un número de hula hula”.

“Hace 4 años que estoy en pareja con un chico también del circo y uno y medio que con esto de la pandemia nos tuvimos que quedar acá en Bahía. Al principio fue intrigante porque no pensamos que pasaría tanto tiempo sin poder trabajar. Después se volvió desesperante, muy estresante. Yo soy diabética y la verdad que la pasé muy mal. Hemos hecho de todo para generar ingresos, para sobrevivir. Creo que eso nos caracteriza, rebuscárnosla, más allá de que a uno le gusta entrar a un lugar y recibir aplausos. Los pocos meses que pudimos trabajar, entre diciembre y marzo, los disfruté como nunca”.

“El otro día me enteré que estoy embarazada así que será un bebé de pandemia, veremos si tiene que nacer con barbijo o no”

“Con el tema de la diabetes fue complicado porque yo me hago atender en Tucumán, tengo allá a mi médico de cabecera y viajo cada tanto. Tuve que posponerlo y pude ir recién un año después de lo previsto. Por eso agradezco a la gente de Bahía que enseguida me hicieron llegar insulina e insumos, por ese lado estuve un poco más tranquila. El otro día me enteré que estoy embarazada asique será un bebé de pandemia, veremos si tiene que nacer con barbijo o no”, relató la joven.

“La pandemia sacó cosas de nosotros que no sabíamos que teníamos adentro, yo por ejemplo estoy pintando. Pero ya está, queremos volver a las tablas, queremos trabajar, viajar”, agregó.

Julio Emanuel Oñate es una parte fundamental del show. Es uno de los encargados de hacer reír a la gente, ni más ni menos. “Yo soy payaso, quinta generación de artistas dentro de una familia gigante. Somos oriundos de Chile, pero repartidos por Argentina, Bolivia y Brasil. En mi familia hay trapecistas, equilibristas, malabaristas, lanza puñales, pero la gran mayoría somos payasos”.

“Esta es mi vida, más cuando uno viene de tradición familiar. El payaso es especial dentro del espectáculo, es la bandera, la tarjeta de presentación del circo. Aunque parezca mentira, es como que amás más al circo, sos mucho más pegado”, indicó el humorista.

“Cuando me toque irme de Bahía la voy a extrañar mucho, el público es maravilloso”

Además, por supuesto, se refirió al impacto generado por el Covid-19. “Esta pandemia ha pegado fuertísimo, como al teatro o los cines, a toda clase de artistas, desde los callejeros hasta el circo y la televisión. En el mundo entero ha sido terrible. Pero yo lo veo como algo menor en este caso porque uno no deja de ser un eslabón más de todo esto”.

“Es increíble que en medio de tantos avances de la tecnología no podamos con un bichito que ni siquiera se ve, eso me genera mucha angustia. Es un obstáculo que hay que sortear y Dios quiera que pronto encontremos la salida con las vacunas, que aparezca una realmente eficaz que haga desaparecer la pandemia”, añadió.

“Estoy muy contento de poder expresarme en La Brújula 24, porque lo veo como un medio muy prestigioso. Es una voz importante dentro de Bahía Blanca, hace un año y medio que estoy acá y me muevo por todos lados. La verdad que cuando me toque irme la voy a extrañar mucho”.

“El público es maravilloso, cariñoso, amable. Y aparte tengo muchas vivencias justamente por el tiempo que pasamos sin poder salir, con vecinos y vecinas que nos ha ayudado desde el corazón con todo lo que pudieron. Además, mi hija más chiquita tiene cuatro meses y medio, nació en el Hospital Penna y es un regalo muy importante de esta ciudad”, manifestó Oñate.

Francisco “Patú” Palma y el momento en que Bahía cambió su vida. “Mi historia comenzó por el año 2000. Yo nací en Viedma y aquí comencé a conocer mucha gente viajera, hasta que en un momento alguien me enseñó a hacer malabares con pelotas y eso cambió todo”.

“Gracias a los malabares conocí más de 10 países, ha sido un viaje increíble”

“Un día, un amigo fue a Bahía Blanca y volvió con la novedad de que había estado haciendo malabares en un semáforo y ganando dinero. Lo replicamos en Viedma y cuando descubrí que podía tener mi independencia económica, fue un viaje de ida que hasta el día de hoy no acaba”. “A los 15 años podía hacer lo que quería, era un montón porque no había muchas otras opciones, o la delincuencia o hacerse policía y ninguna de las dos me gustaba”, apuntó.

Y dijo que “los malabares eran increíbles porque nos permitían viajar, era lo mismo hacerlo en Viedma o Bahía Blanca. Conocí más de diez países, en carpas y semáforos. Es un viaje increíble”.

El impacto covid. “Hablar del circo es muy amplio porque muchos cerraron con la pandemia, pero para los que estamos en la calle que somos más guerreros porque hemos estado en todo momento, incluso en plena cuarentena hubo valientes que salían igual, no fue tanto. De todos modos, esto nos atravesó, no se puede ignorar un elefante en una habitación”.

“A mi se me fue gente al otro plano y no precisamente por el virus, sino por el contexto. Eso me afectó mucho, pero a la vez me fortaleció y por eso sigo adelante con este camino de la libertad, de la alegría y del arte”, concluyó.

La Nave Circo

“La Nave” es un espacio cultural que desde el año 2014, luego de recuperar y revalorizar parte del patrimonio histórico asociado a la identidad ferroviaria del barrio Noroeste –Rondeau 968-, ofrece a toda la comunidad un lugar en el que se desarrollan múltiples actividades culturales y trabaja fomentando la inclusión a partir de la enseñanza de las artes circenses. Sus co-creadores son Jonathan Escudero y Damian Velozo, acompañados por un grupo de artistas autoconvocados.

Melina Orazi, que trabaja activamente en todo lo que tiene que ver con la difusión, contó a esta redacción que “el espacio cuenta con diversos talleres, siempre respetando los valores del circo social. El objetivo es generar inclusión usando las herramientas que dan las artes circenses”.

Y señaló que “además de los cursos, siempre estamos abiertos a que cualquier artista pueda dar su clase, para lo cual se realiza una convocatoria anual, para poder establecer un cronograma”.

“El objetivo es generar inclusión usando las herramientas que dan las artes circenses”

“Muchos de los que somos parte de La Nave tratamos de mantener una formación continúa en todo lo que tiene que ver con el arte y la gestión, también estamos generando la participación en distintos congresos. De hecho, varios alumnos del espacio han decidido continuar en el circo de manera profesional y tenemos integrantes estudiando en las universidades del país que afianzan esas disciplinas”, aseveró.

“Además de su función educativa, tanto de circo como de las otras ramas, el predio está abierto a cualquier artista, siempre que sea de carácter familiar. Todo el trabajo es con entrada a la gorra y se hace una vez por año una gran varieté para celebrar el cumpleaños. Hay un staff de artistas propios, pero se invita a todos los que quieran participar brindando un espectáculo”, apuntó.

Evidentemente, podríamos seguir compartiendo de estos relatos un tiempo largo y tendido. Una filosofía de vida que se replica y que en sus interlocutores encuentra similitudes. Puntos en común más allá del arte. Y una de ellas muy marcada: “Yo esto no lo cambiaría por nada”.

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