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De Ayer a Hoy

Mac Dougall, un periodista de los de antes que mantuvo en pie una radio

Las experiencias profesionales, hasta llegar a LU3. Sus referentes en el medio. Y el lema de la cooperativa que sostuvo a la mencionada AM: “Las únicas batallas que se pierden son las que se abandonan”.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Toda aquella persona que atraviesa el umbral de los 80 años se gana casi de manera innata el respeto de todas las generaciones más jóvenes. La sabiduría que aporta haber vivido esa cantidad de décadas amerita prestar debida atención a las reflexiones que pueden brotar de pensamientos propios de la experiencia de vida.

Si se le suma que dicha longevidad viene acompañada de bonhomía y don de gente, es una bendición compartir momentos con una persona que alcanzó esta adultez en su plenitud de las facultades mentales. No es una ley que todo tiempo pasado haya sido mejor, pero si se quiere entender el presente, se debe analizar el pasado.

Alberto Mac Dougall es una institución. Profesional de lujo, se nutrió de talentosos colegas con los que compartió la actividad laboral. Y su figura tomó aún más envergadura cuando le puso el cuerpo a una emblemática emisora que iba camino al cierre definitivo. Junto a un reducido grupo, impidió el triste final de la empresa. En La Brújula 24, su historia completa.

“Nací hace 81 años en Punta Alta, mi papá era entrerriano e hijo de escoceses y mi mamá era gallega pura de la zona de Lugo, donde hace poco mirando televisión me enteré que hay olas de hasta 12 metros. Tuve una sola hermana menor que lamentablemente falleció”, afirmó Mac Dougall, algo compungido por la pérdida física de un pilar fundamental en su familia.

Y añadió: “Cursé la primaria en la Escuela N° 4 La Rioja que estaba en calle Humberto Primo y luego se trasladó a Villanueva. La secundaria la hice en el Colegio Nacional que estaba en Roca y luego, donde cursé los últimos dos años fue en otro edificio justo enfrente de las aulas a las que fui cuando era niño. Allí hice Magisterio y me recibí de maestro”.

“En ese momento tenía dos vocaciones: el periodismo y la docencia que ejercí durante por unos cinco años estando al frente de un curso compuesto por adultos entre 1961 y 1966. Sin embargo, noté dificultades en lo que respecta a los salarios en el área de la educación, algo que aún se repite. No se entiende porque la docencia es un puntal, pero tiene tantas carencias más allá del gobierno de turno que trasciende y es histórico”, resumió con firmeza en sus palabras.

Inmediatamente, advirtió que “Mi papá falleció cuando yo era muy chico. Era una persona de gesto adusto, pero había un día en el que se sentaba delante de la radio de gabinete de madera y escuchaba al dúo Buono Striano y se reía muchísimo. Ahí fue donde nació mi afición por este maravilloso mundo”.

“Me contacté con un vecino, Lorenzo T. Bugallo, periodista polémico con opiniones ríspidas al que le comenté mi situación porque era sostén de familia de una madre viuda, lo que me salvó del Servicio Militar Obligatorio. En aquel entonces, la remuneración en los medios de comunicación no era mala y este hombre me dijo que iba a ponerme en contacto con un allegado”, desarrolló el entrevistado con la simpleza de quien se expresa naturalmente.

Un momento crucial se aproximaba: “Al día siguiente, aprovechando que él iba a Bahía Blanca, fuimos a la Agencia Clarín que estaba en la entrada de la Galería Plaza por calle Alsina donde hoy hay un café. Me encontré con Omar Gómez Sánchez, una pluma exquisita y con un manejo del idioma español único al que conocía porque vivía a dos cuadras de mi casa en Punta Alta”.

“En ese entonces yo tenía casi 25 años y me contacté con Oscar Enrique Castro que estaba en Olimpia Deportiva, una organización que compraba espacios y estaba en LU2, en la previa a irse a LU3. La cabeza era Olimpia Publicidad, una agencia de excelencia con una reputación bárbara, cuyo creador era uno de los fundadores del periodismo en la ciudad: Abel A. Bournaud”, ponderó Alberto.

Tuvo que armarse de paciencia para ganarse un lugar: “En principio no tenían previsto incorporar a nadie, pero me permitieron entrar como observador con vista a futuro. Era una organización que en la actualidad no podría mantenerse por su infraestructura porque transmitían todos los deportes, entre ellos el automovilismo, más precisamente el Turismo Carretera a través de un avión”.

“Estuve 10 meses hasta que ingresé, ese día, ‘el Gordo’ Castro que trataba de usted a todos menos a (Rafael Emilio) Santiago y a Gómez Sánchez, me dijo que ya estaba en condiciones de formar parte de la organización. Inclusive, se puso a disposición al decirme que cualquier duda se la consulte sin ningún tipo de temor. Estaba en manos de un excelente periodista y una mejor persona, nada podía salir mal”, acotó el entrevistado.

Pese a ello, debió reconfigurar su carrera: “Olimpia Deportiva cesó, pero como tenía buena relación con Adolfo ‘El Chueco’ Orden que estaba por pasar de LU7 a LU2 encontré una puertita que se abría. Se ofreció a hablar con ‘Cacho’ Barbieri que era el jefe de informativo para que no me quede en banda. Luego de un período de adaptación, comencé a trabajar en esa emisora entre 1968 y 1970”.

“Un sábado antes del último boletín del sábado a las 22 entró un flaquito, pelado y jovencito. Se presentó, me dijo ‘soy Sergio Denis’ y que estaba haciendo la colimba acá. Le comenté que la había pegado con ‘Te llamo para despedirme’. Admitió que esa primera grabación había sido un golazo. Justo lo crucé porque él había ido a la redacción del diario La Nueva Provincia que estaba al lado del servicio informativo de LU2”, afirmó, a modo de anécdota.

Y recalcó: “No me sentía cómodo en el lugar, había buena gente, pero algunas cosas no me gustaban, por lo que busqué nuevos horizontes. Carlos Almirón me comentó que Eduardo Cenci se estaba por ir a Canal Siete, me interesó la propuesta, fui a hablar con Esteban Juan Carlos Dobal quien era jefe de informativo y Federico Fernández que estaba al frente del área de locutores. Tras los 30 días de preaviso en LU2, entré a LU3 y, si bien en esta última etapa estoy yendo salteado, voy a cumplir 55 años”.

“Sobre el proceso que desembocó en los vaivenes de la emisora, incluyendo la formación de la cooperativa, lo resumo del siguiente modo: las únicas batallas que se pierden son las que se abandonan. Tengo una satisfacción tremenda porque se puede remar hasta en dulce de leche”, enunció, promediando el ida y vuelta con este cronista.

No obstante, la situación se complicó: “La debacle comenzó a partir de la llegada de unos empresarios inescrupulosos de Capital Federal, lo que me deja como enseñanza que lo peor que le puede pasar a un medio de comunicación es tener dueños ajenos a la ciudad. En el caso de LU3 se dio en 1994, cuando las personas que habían tomado las riendas desaparecieron de un día para el otro. Estuvieron algunos años pero como estaban en tinieblas no sabés con precisión cuando se la adjudicaron”.

“Competimos mano a mano con LU2 desde el injusto cierre de LU7 que tenía profesionales de primera línea como el locutor Aníbal Cañón, hermano del fiscal (Hugo Omar), el jefe de informativo Alberto Obiol que fue secretario de Cultura y uno de los fundadores del Cine Club de Bahía Blanca. También Alberto Luciani que relató boxeo desde Estados Unidos y Carlos Lacunza que daba el boletín policial y se escuchaba muchísimo en la ciudad”, rememoró con melancolía y orgullo.

Sin quedarse callado, Mac Dougall no vaciló al lanzar que “hubo alguien que la señaló y esa radio terminó cerrando de manera definitiva en 1978. Armamos la cooperativa cuando se permitió porque hubo varios inconvenientes, viajes sin resultados a Buenos Aires porque nadie nos recibía. Luego de varios intentos pudimos inscribir la emisora como corresponde y al día de hoy no nos podemos quejar de lo que hemos logrado con el esfuerzo propio”.

“Técnicamente, LU3 está muy bien. Tuvimos que esperar hasta 2005 a que se derogara una normativa de la época de la Dictadura que no permitía el acceso de las cooperativas a un medio de comunicación. En ese interín tuvimos que hacer todo tipo de peripecias. En los últimos años, hemos comprado equipos técnicos nuevos y eso nos ha cambiado la perspectiva”, se esperanzó, en relación a la inversión realizada en este tramo de la historia de la mítica emisora bahiense.

Sin estridencias, Alberto evidenció: “Soy agradecido de quiénes han sido mis espejos en la profesión. En Radio El Mundo hacían lo que se llamaba el Boletín Sintético, una maravilla, y acá en Bahía Blanca quien tenía el estilo similar era Norman Fernández. Cuando me acerqué a LU2 lo miré y lo copié para replicarlo. Nadie igualó a Néstor Francisco Radivoy relatando fútbol, Dobal hacía tres editoriales escritos por día, en tiempos donde no había Internet, un fuera de serie”.

Casado, con dos hijos e idéntica cantidad de nietos, la familia de Alberto Mac Dougall es el oxígeno que le permite respirar. Y si hablamos de aire, vinculado con el momento en el que se abría el micrófono para llegar a cientos de oyentes, conserva el magnetismo del primer día. El frenesí por la luz roja del estudio radial que se encendía para esgrimir pensamientos permanece latente en su espíritu y así será para siempre.

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