Revelan qué sucede en el cuerpo cuando tenemos hambre

La palabra en inglés “hangry” define perfectamente esa sensación de irritabilidad que experimentamos cuando estamos hambrientos, pero el tiempo no nos permite comer en medio de la agitada rutina diaria. Este término, una fusión de “hungry” (hambriento) y “angry” (enojado), ha ganado popularidad para describir el mal humor provocado por el hambre no satisfecha.

Un reciente estudio, liderado por investigadores de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) en el Reino Unido y la Universidad de Ciencias de la Salud Karl Landsteiner en Austria, se propuso explorar la conexión entre el hambre y las emociones negativas. Publicado en la revista PLOS ONE, el informe reveló que la sensación de hambre puede incrementar en un 34% los sentimientos de ira y en un 38% la irritabilidad, mientras que el placer disminuye en un 20% cuando los participantes están hambrientos. Estos hallazgos subrayan que “estar hangry” es una respuesta emocional genuina y común, más allá de una simple sensación.

La doctora Liliana Papalia, especialista en nutrición, explicó que el hambre puede desencadenar emociones negativas debido a factores como las fluctuaciones hormonales y los efectos de la restricción alimentaria. Al citar el “Experimento de Minnesota”, donde se observó que una dieta extremadamente baja en calorías provocó un aumento en la irritabilidad y el mal humor, Papalia señaló que estos cambios están relacionados con la baja glucosa en sangre y la incapacidad del cuerpo para autorregularse, lo que exacerba las respuestas emocionales negativas.

Liliya Kazantseva, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga, añadió que cuando los niveles de glucosa disminuyen, el cuerpo libera hormonas como la grelina, que estimula el apetito, y el cortisol, relacionado con el estrés. La presencia de cortisol durante el hambre afecta el funcionamiento del cerebro, alterando neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, responsables de las emociones positivas y la percepción del estrés. Esta combinación de efectos puede explicar por qué nos sentimos irritables o enojados cuando tenemos hambre, una reacción que podría tener raíces evolutivas, según Kazantseva.

El concepto de “hambre emocional” también juega un papel en cómo respondemos al hambre. La endocrinóloga Laura Maffei explicó que el hambre emocional se distingue del hambre biológica porque se manifiesta de manera urgente, con antojos específicos y, a menudo, viene acompañada de culpa. Este tipo de hambre puede estar desencadenado por el estrés y la ansiedad, lo que resalta la importancia de aprender a gestionar nuestras emociones para evitar comer en exceso. Papalia también destacó que la falta de atención al acto de comer y el desorden en los horarios pueden llevar a comportamientos alimentarios desordenados, aumentando la preocupación por la comida y afectando el estado emocional.

Para evitar el mal humor relacionado con el hambre, Papalia recomendó mantener un horario regular de comidas, consumir alimentos balanceados y prestar atención a las señales del cuerpo. Además, Maffei sugirió prácticas como el mindfulness, la gestión emocional y la respiración adecuada para controlar el hambre emocional y mantener un equilibrio entre la salud física y emocional.

Con información de Infobae