WhatsApp de Publicidad
Seguinos

Por Carlos Rossi

Retazos de una infancia sin Wi-Fi: ¿Qué onda con la honda?

Por Carlos Rossi, locutor y periodista (*)

Sí. Ya sé lo que me van a decir ni bien comiencen a leer.

¡Cómo hacían eso! ¡Qué inconscientes! Y hasta incluso… algún insulto.

Y van a tener razón.

Si bien es cierto que corrían otros tiempos, y para la gran mayoría de nosotros, los que el color gris les invade las cabelleras -o lo que queda de ellas-, era parte de nuestros juegos, los que muchas veces, como en este caso, no habíamos aún adquirido determinados valores, los que con el pasar de los años, fueron inculcados por nuestros hijos.

Traigo a la memoria lo que para nosotros era como un juguete. Lo usábamos habitualmente los que tuvimos la oportunidad de usar la calle o el potrero o la plaza como el patio de nuestras casas.

No era un juguete. Si lo pensamos detenidamente, era un arma.

La honda o la gomera, también llamada por influencias externas, resortera, fue parte de nuestra niñez y pre-adolescencia.

Los tiempos cambiaron indudablemente, y hoy por hoy, no me agradaría ver a alguno de mis nietos tirando piedras con una de esas “armas blancas”.

Seguramente algunos no saben qué es una honda.

Les cuento: La honda consta de una horqueta en forma de Y  (i griega), que desde sus extremos  superiores se sujetan tiras de goma o bandas, las que sostienen en la parte posterior un pedacito de cuero o tela, que será el receptáculo de los proyectiles.

¿Cómo se utiliza? se coloca la piedra o “proyectil” en la badana o cuero, con la mano más hábil se toma la parte inferior de la horqueta y con la otra, se estiran las ligas, se apunta, se suelta la piedra.

Probábamos puntería tirando a latas, blancos de papel, botellas, etc. Lo que no tuvimos que haber hecho, era dispararle a esos “bichos que vagaban por ahí” (como dice Charly).

Para hacer la honda, lo más difícil era conseguir una buena horqueta de rama de árbol, que diera la forma y tamaño ideales para “nuestro juguete”. Algunos chicos del barrio tenían la fortuna de tener un padre, tío o algún allegado que “se daba maña” y sus horquetas eran de alambre grueso retorcido, verdaderas obras de arte.

Las ligas las hacíamos con tiras de cámaras de bicicleta que mangueábamos en el ciclismo más próximo a nuestro domicilio. Después, mucho tiempo después, llegarían las “mangueritas” o bandas de látex.

La badana donde se ponía la piedra, tampoco era tarea fácil para conseguir. Muchas veces se usaba el cuerito que los vaqueros (hoy jeans) traían como pasa-cinto con la marca en la parte de atrás.

A la gomera se la llama de distintas manera en otros países o regiones. Tirachinas, gomeru, tirahule, resortera, charpe, jebe, biombo y cauchera, solo por dar algunos pocos ejemplos. Vale aclarar que todos y cada uno, fueron atentamente buscados en internet.

No importa cómo se la llame, la honda no es un juguete, es un arma que puede lastimar…Sino acordate lo que le pasó al grandote de Goliat, que cayó abatido por el piedrazo que David le acertó en la frente…con su honda!

Sin dudas, la más famosa, que se observa sobre el hombro izquierdo del David, la escultura de más de 5 metros de alto de mármol sólido, realizada por Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel) hoy expuesta en la Galería de la Academia de Florencia, Italia.

La honda o gomera, formó parte de mi infancia, para ahuyentar los pajaritos que picoteaban los tomates de la quintita que mi tío Tomás cuidaba en la casa de la calle 50 de Necochea.

La honda… ¿un juguete? ¿Qué onda?

(*) Podes escuchar a Carlos Rossi en su programa Hora de Radio, que se emite de lunes a viernes a las 19 en La Brújula 24, FM 93.1

Lo más leído