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Ciudades y lugares con curiosos nombres "XL"

Por tradición, leyenda, e incluso por marketing, existen en el mundo topónimos muy extensos, de muchos caracteres, en algunos casos impronunciables e ilegibles.

Por Carlos Rossi

Por allá lejos en los 60s y 70s, se formó la costumbre de abreviar, de acortar el nombre de las ciudades y sintetizarlas con un apodo, que con el tiempo quedó casi institucionalizado.

Cuando estaba de vacaciones, infinidad de veces me preguntaban ¿de dónde sos?, siendo la respuesta inmediata: “de Bahía”. Era suficiente para definir que mi lugar de origen era Bahía Blanca. Era de Bahía, la ciudad que está muy cerca de “Monte” (por Monte Hermoso) y de “Sierra” (obvio, por Sierra de la Ventana).

De entonces quedó instalada la costumbre de apodar más brevemente el nombre de ciudades: Buenos Aires, hoy CABA, fue “La Capi” y después “Baires”; también Mar del Plata fue rebautizada como “Mardel” o a Necochea, simplemente le decíamos “Neco”.

Todo esto viene a cuento que hace unos pocos días leí un artículo que hablaba de una ciudad, en realidad un pueblo remoto en la isla de Anglesey, al norte de Gales, que se llama “Lllanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch”… sí, así como lo estás leyendo, o por lo menos, intentando leer.

Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, tiene 58 letras, y como es prácticamente imposible de pronunciar, los lugareños lo acortaron y lo llaman Llanfair PG”.

Más allá de los hermosos paisajes que regala éste pueblo galés, al que se llega a través de dos puentes que cruzan el mar de Irlanda, su nombre raro y extenso, muy extenso, no proviene de datos históricos, ni hechos destacables, ni de algún prócer lugareño. El nombre Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, que en galés significa: "iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco cerca de un torbellino rápido y la iglesia de San Tisilio cerca de la gruta roja", fue impuesto en 1860, principalmente para tener el privilegio de tener el nombre más largo de una estación ferroviaria en Gran Bretaña.

Así es. Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, es el topónimo más largo del Reino Unido, pero no es el más largo del mundo.

Ahondando en el tema de lugares con nombres extensos, llegué vía internet a Porangahau, un pueblo con apenas 200 habitantes, situado a orillas del Pacífico, en la costa este de la isla de Nueva Zelanda. Una localidad que seguramente pasaría desapercibida si no fuera porque allí hay una colina de solo 300 metros de altura, que tiene el nombre más largo, además de impronunciable del mundo: Taumatawhakatangihangak oauauotamateaturipukaka pikimaungahoronukupokaiwhe nua kitanatahu.

En lengua maorí significa “El lugar donde Tamatea, el hombre de rodillas grandes, que se deslizó, trepó y tragó montañas, conocido como devorador de tierras, tocó la flauta a su ser querido”. Semejante nombre, con 85 letras, ni una más ni una menos, que rinde homenaje a la protagonista de una leyenda maorí, es de tal complejidad, incluso para los locales, que la llaman, simplemente “Taumata”.

Si bien es cierto que esta colina neozelandesa figura en el Libro Guinness de los Récords como el topónimo con el nombre más largo del mundo, hay polémica al respecto, porque existe una ciudad cuyo nombre poético lo supera en longitud, por varias letras. Esa ciudad es Bangkok, capital de Tailandia, cuyo nombre oficial es Krung Thep Mahanakhon (La ciudad de los ángeles) o simplemente Krung Thep, como la conocen los tailandenses. Bangkok es el nombre internacional, usado por los extranjeros.

La forma larga y en desuso del nombre ceremonial de Bangkok o Krung Thep, con palabras en pali y sánscrito, es: Krungteb Mahanakon Amon Ratta Nakosin Mahin Tharayud Tayama Mahadihlok Pharad Chataniburom Rich Rad Chaniwet Maha Satan Amon Phiman Awatansathit Sakthatthiyavid Sanukamprasit, que quiere decir «Ciudad de los devas-Gran Ciudad de los Inmortales-Honrada con nueve copas, residencia real- ciudad con muchos palacios, hechizo divino, erigida por Visvakarman a instancias de Indra».

Son 163 caracteres, siendo de esta forma considerado como el más largo topónimo del mundo, aunque no reconocido por estar en desuso. Una lástima porque sería por demás interesante reservar un pasaje a la capital tailandesa con ese nombre.

En Argentina podríamos ostentar con la longitud del nombre original de alguna de nuestras ciudades, no con tal magnitud, pero podríamos dar pelea.
Buenos Aires, (“la Capi”, Baires o CABA, como decíamos al comienzo), fue originalmente bautizada por Don Pedro de Mendoza en 1536, como Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre, nombre que proviene de la Virgen de Bonaria, patrona de los navegantes.

Podría en menor medida sumarse San Luis, inicialmente fundada a fines del 1500, bautizada como "San Luis de Loyola Nueva Medina de Rioseco" . "San Luis" en homenaje a San Luis Rey de Francia, patrono del fundador, "de Loyola" en honor al capitán general de Chile, Don Martín García Oñez de Loyola, quien había ordenado a Jufré fundar la ciudad, "Nueva Medina de Rioseco" por el lugar de nacimiento de los padres de Luis, Juan Jufré y de doña Cándida de Montesa, Medina de Rioseco, municipio ubicado en la provincia de Valladolid, España (según Wikipedia).

Para cerrar y antes de ir a pasear el finde a Villa, podríamos proponer un nombre alternativo para nuestra ciudad, marketinero, y largo. Por ahí, quién te dice, entramos al Guinness. Se me ocurrió éste con más de 260 caracteres: “BahíaBlanca,capitaldelsur,dondecomemosmasitasychiplú,tomamosla500
parairalaprimeracuadradeOinginsoBron;pescamosenGuaite,lavamosconlejía,
usamoschuflínygamutón,davueltaelviento,
parchamoslabicienelciclismoporquepinchamosconunatosca,
puertaypuertodelsurargentino, pero”... ¡Pará, pará! Es un chiste.

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