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“Popi” Spagnuoli, la andinista bahiense que subió 24 veces el Aconcagua

Fue la primera mujer del mundo en llegar a la cima del "techo de América" en pleno invierno.

Por Cecilia Corradetti para La Brújula 24

Guía de montaña, se radicó en Mendoza hace más de 20 años y se convirtió en la primera mujer del mundo en haber llegado a la cumbre en invierno: fue el 24 de julio de 2005 y la temperatura, 50 grados bajo cero.

Desde que tiene uso de razón, “Popi” Spagnuoli --bahiense de 45 años-- amó el deporte, la aventura y la vida al aire libre. Como activa integrante de Exploradores de Don Bosco, vivía de campamento y soñaba con una carrera que le permitiera el contacto con la tierra.

Por eso, al iniciar la universidad se anotó en Geología. Todo marchaba bien hasta que los cálculos matemáticos la espantaron. Así, una tarde llegó a sus manos una revista que hablaba del Aconcagua, el “techo” de América, de casi 7 mil metros, en la provincia de Mendoza. Y supo que sería su destino.

“Armé las valijas y partí. Tenía 20 años y soñaba ser lo que soy, una andinista apasionada”, reflexiona en diálogo con La Brújula 24. Corrió mucha agua debajo del puente hasta convertirse en una importante guía de montaña que hizo cumbre nada menos que ¡24 veces!

“Sí –señala y se ríe a carcajadas— son 24 de un total de 100 ascensos en los que hubo que descender y guiar a personas que no pudieron alcanzar la meta”.

Y en su portfolio hay más: fue la primera mujer del mundo en llegar a la cima del Aconcagua en pleno invierno. La fecha la tiene grabada a fuego: el 24 de julio de 2005 ¿La temperatura? 50 grados bajo cero.

Es que, por entonces, ya era una experimentada escaladora. Lo primero que había hecho al llegar a la Tierra del Sol y del Buen Vino fue anotarse en la carrera de Técnica en Guía de Treeking y de Montaña, que le abrió puertas “enormes”.

Lo cierto es que hoy, además de ser docente en la institución que la formó, trabaja como guía para empresas habilitadas por el Ministerio de Turismo.

También es una de las socias de “Mujeres a la Cumbre”, que incentiva a mujeres de todas las edades a vivir experiencias inolvidables en la montaña. El próximo destino será nada menos que el Kilimanjaro, el punto más alto de África, al noreste de Tanzania.

En pareja con Horacio Cunietti --también andinista y a quien conoció en la escuela de guías de montaña--, es mamá de Tomás, de 11 años. La familia vive en la zona rural de Lunlunta, departamento de Maipú, rodeada de naturaleza y animales.

- Popi ¿Qué sintió la primera vez que subió el Aconcagua?
- Todas las experiencias tienen algo especial. La primera vez, allá por 2001, fue solo por placer. A partir de allí, como guía y, si bien sigue siendo un esfuerzo, la cima representa una libertad difícil de poner en palabras. Me siento poderosa.

- ¿Cómo empezó?
- Con convicción. Llegué de Bahía y empecé a trabajar en el hotel de la base del cerro Aconcagua. Me levantaba temprano y empezaba la actividad, escalaba todo lo que encontraba a mi alcance. Me fui metiendo en el ambiente y hoy es algo natural.

- ¿Cómo lo combinó con la maternidad?
- Nos repartimos días y horarios con mi marido. Eso sí, con la llegada de Tomás no voy al límite. Lo disfruto y valoro la movida que genera el turismo de montaña y más en Mendoza, con visitas de todo el mundo.

- ¿Se debe estar muy entrenado para subir el Aconcagua?
- Requiere buen estado físico y, en lo posible, algo de experiencia, no tanto por la dificultad técnica sino por la altitud, frío, desniveles y peso de las mochilas. Hay clientes que llevan una gran logística, entonces representa menos esfuerzo ya que somos nosotros los que armamos las carpas, llevamos cargas, preparamos la comida y derretimos la nieve.

- ¿Qué pasa por su cabeza arriba del Aconcagua?
- Pienso en mi libertad, con todo lo bueno y lo no tanto que conlleva. Que tomo mis decisiones y me hago cargo. Que lucho por lo que amo e intento replicarlo en todos los órdenes de la vida.

Mendocina por adopción con raíces bien bahienses

Hija de Alberto Spagnuoli y de Diana Berozzi, fallecida el año pasado, ni ella misma se reconoce como Graciela, su nombre verdadero. “Una antigüedad total”, se queja.
Nació el 1 de febrero de 1977 en Martín Rodríguez al 800 y es la menor de cuatro hermanas: Andrea, Marcela y Verónica. Cursó la primaria en la Escuela 55 y la secundaria en la Media Nº 3 de Vieytes y Colón.

Si bien admite que siempre se hace “escapadas”, porque en Bahía vive casi toda la familia, a esta altura, con más de la mitad de su vida en Mendoza, adoptó hasta la tonada cuyana. Y no la cambia por nada.

Para conocerla
Instagram y Facebook: Popi Spagnuoli y Mujeres a la Cumbre.

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