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INFORME ESPECIAL

Scouts 2.0: el reto de las agrupaciones locales para perpetuarse en el tiempo

Cuatro referencias para reflejar el presente del movimiento que ansía no ver extinguir su actividad. Las motivaciones de los chicos. El rol activo de los dirigentes. Y la mirada de la sociedad.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

El término “Boy Scouts” prácticamente quedó en desuso, sobre todo si se tiene en cuenta que era el que se usaba en sus inicios y cuando solo eran “niños exploradores”. Sin embargo, los tiempos cambiaron, todo se aggiornó y actualmente hay niños y niñas por igual. Por esto mismo es que, a nivel mundial, se habla simplemente de “scouts”.

El movimiento scout surgió a fines del siglo XIX en Inglaterra, de la mano de Robert Baden-Powell. A través de la observación y la exploración de la naturaleza en base a sus visitas a África, Baden-Powell comenzó a ver que a los niños se les podía asignar roles y tareas de enfermería y de cocina, por ejemplo. Cuando regresó a Inglaterra, observó una situación crítica en cuanto al ocio. En base a sus vivencias y desde la experiencia en la naturaleza, entendió que podía dar oportunidades de crecer y desarrollarse a los niños.

El concepto de los Scouts (Boy Scouts por aquel entonces) llegó a Argentina antes que el mismísimo Baden-Powell. Incluso, en 1909 –cuando el referente llegó por primera vez al país-, fue recibido en el puerto de Buenos Aires por un grupo de niños que ya estaban vestidos con la ropa de exploradores. Bahía Blanca es una plaza fuerte en tal sentido y La Brújula 24 abordó la actualidad de estos grupos, que no se rinden para mantener encendida la llama, pese a las adversidades.

La Pilling, un clásico de Ingeniero White

El Grupo Scout Don Ernesto Pilling es parte del imaginario social de Ingeniero White, una de las instituciones señeras que sobrevive al paso de las generaciones. Con vaivenes y cambios irremediables, sigue siendo parte de una red de contención para cientos de chicos de distintas edades que encuentran allí, un pasatiempo sano y, por sobre todas las cosas, sociable y en contacto con la realidad. Eugenia Peter, jefa de la Agrupación, dejó sus impresiones en este artículo.

“Son múltiples los ejes que ayudan a entender por qué es importante el movimiento scout en los tiempos que corren. En primer lugar, porque implica siempre un encuentro con uno mismo y con el prójimo, todas nuestras actividades buscan ser un espacio de crecimiento personal, donde cada uno potencia sus habilidades, ensayó a modo de primer análisis Peter en lo que respecta a la necesidad de que existan estos movimientos aún en apogeo a nivel mundial.

Sobre el involucramiento de los que cada sábado asisten a los encuentros, reveló: “No lo hacen solos, sino de manera comunitaria, con todo el aprendizaje y trabajo en equipo que eso implica, así se comparten un montón de experiencias, que son las que, junto con los aprendizajes, perduran en uno, es decir, el movimiento se presenta como un espacio seguro para compartir y crecer”.

“Además, somos un sistema de educación que profundiza en valores, tenemos un montón de herramientas propias para lograrlo, a esto se suma que nuestras actividades buscan, también, potenciar diferentes habilidades necesarias para la vida cotidiana, entonces mediante un juego, una charla, un servicio, una salida, un campamento, se ponen en juego un montón de cosas que ayudan a los chicos a crecer, a aprender y trabajar sobre varios aspectos que hacen a la persona, trabajando así de forma integral”, ponderó en lo que respecta a las dinámicas que establecen un robustecimiento de los grupos.

Peter aclaró que “en este camino no solo crecen los chicos, sino que también crecemos lo adultos, hay lugar para todos, desde el más pequeño al más grande tienen un espacio para desafiarse, aprender y crecer”, al tiempo que agregó: “No importa cuantos años lleves dentro del movimiento porque las oportunidades se renuevan constantemente, logrando entonces que sea algo que trasciende en la vida de cada uno de sus miembros”.

“Como muchas otras instituciones, en pandemia tuvimos que recurrir a la virtualidad para seguir ofreciendo nuestra propuesta, a toda la incertidumbre que el momento implicaba se sumaba que no teníamos nuestro principal medio para hacer las actividades, que es la naturaleza”, recordó, con cierta nostalgia, pero a sabiendas de que aquellas vicisitudes parecieran haber quedado atrás definitivamente.

Y ahondó en esa misma contingencia: “Se necesitó de mucha creatividad y constancia para adaptar lo que hacemos en el patio de grupo a la circunstancia que se nos presentaba, pero en sí se pudieron generar los espacios para seguir creciendo, para salir al encuentro de los demás y para compartir en comunidad, obvio que el patio del grupo se extrañaba pero la educación en valores y el crecimiento personal es algo que se puede lograr de muchas formas, y la virtualidad no impidió que eso siga sucediendo.

“Todos esperábamos con ansias el sábado para ponernos el pañuelo y hacer nuestras actividades. Además, cada persona y familia vivió esa situación de una manera muy diferente y se pudieron tejer las redes de sostén para acompañarnos”, reconoció, sobre uno de los grandes desafíos que planteó la irrupción del Covid-19, hace ya 25 meses y la crudeza de sus consecuencias.

Por último, consultada sobre diferentes rasgos que componen los grupos, Peter señaló que “la mayoría de los que concurren lo hacen por algún mandato familiar, pero también aparecen muchos que no tuvieron ningún antecedente con la agrupación. Hay chicos que son la segunda, tercera o hasta cuarta generación de su familia dentro del grupo”.

“Alguno de sus familiares fue de chico y trasmitió eso a toda la familia, es muy lindo porque lo viven de una manera especial, las anécdotas de quienes están hoy se suman a las de sus familiares y se van tejiendo experiencias compartidas, incluso tenemos familias que ya no viven en White pero llevan a sus hijos hasta el grupo porque ellos estuvieron ahí”, afirmó.

No obstante, cerró con la siguiente aseveración: “Tenemos chicos que llegan al grupo porque se enteran por otros medios, por alguna publicación, porque tienen algún amigo que los invita o porque las familias creen que la propuesta que se brinda es una buena educación para sus hijos, ellos también lo viven con una gran alegría, van descubriendo por primera vez de que se trata”.

“El principal objetivo es que sean responsables”

Yoseli Sanchis es jefa del Grupo Scout San Antonio María Claret, de Zelarrayán al 700. El mismo está ubicado en el patio de la parroquia Inmaculado Corazón de María, donde cada sábado acuden unas 90 personas entre chicos y adultos, como parte de una agrupación relativamente nueva, que va a cumplir 13 años. Dentro de la misma tónica, también reflejó un panorama de la actualidad que transitan.

“El campamento es una de las actividades más importantes y la que más ansían grandes y chicos. Es el momento donde nos desconectamos de la rutina para vivir un poco más livianos, con los que nos ofrece la naturaleza. La finalidad principal a la hora de programarlo, es que los chicos disfruten al aire libre, adquieran herramientas para desenvolverse solos en la vida y compartan con los demás. Aprender a cocinarse, lavar los platos, tener sus pertenencias ordenadas, entre otras cosas”, mencionó Sanchis, al inicio de su alocución con este medio.

Con respecto a los gastos y la forma de poder costear cada una de las dinámicas que encaran semanalmente, informó que “nos financiamos con una pequeña cuota mensual que hacen las familias, o con eventos, principalmente destinados a gastos más importantes como campamentos anuales y compra de materiales, como carpas. Algunos de los eventos que hemos realizado hasta el momento son locro, paella, pizzas, sorrentinos, venta de bonos, entre otras alternativas”.

“En el grupo tenemos ramas de beneficiarios de casi todas las edades. Los chicos y chicas de 7 a 11 años, están en la rama manada, de 11 a 14 en la unidad, de 14 a 17 en los caminantes y de 17 a 21 en los rovers. A partir de ahí, los beneficiarios pueden decidir si continúan dirigiendo en el grupo o aportando sus conocimientos en otro sector de la sociedad”, diferenció, en lo que respecta a la conformación de los equipos, divididos por su rango etario.

Por último, no vaciló en asegurar que “el principal objetivo es que los beneficiarios sean responsables de su vida, con la familia, el estudio y trabajo, y con los demás. Con respecto a los adultos, tenemos dirigentes que van desde los 21 a los 60 años. Hay un dirigente en el grupo que continúa actividades, casi ininterrumpidamente desde niño”.

“Trabajamos sobre un sistema de valores que apunta a la educación”

El Grupo Scout Coronel Ramón Estomba tiene como jefe a Maximiliano Dillmann, quien trazó un paralelo con los dos testimonios previos, haciendo hincapié en otros aspectos que hacen al quehacer de este tipo de movimientos, arraigados en el recuerdo de muchos y en el imaginario de otros, que creen que ya son parte del pasado, impresión errónea y desactualizada.

“El Movimiento Scout trabaja sobre la base de un sistema de valores que apunta a contribuir a la educación de niñas, niños y jóvenes, y entre ellos podemos mencionar: el respeto a la familia, cuidado de la naturaleza, lealtad, hermandad, optimismo, solidaridad, responsabilidad, entre otros aspectos”, aclaró Dillmann, frente a la primera pregunta del breve cuestionario.

Asimismo, sin relativizar lo expuesto inicialmente, confirmó que “muchas veces, el Grupo Scout funciona como un espacio de escucha, es uno de los primeros lugares al que los jóvenes recurren para compartir lo que les pasa o alguna dificultad que se les haya presentado”.

“Los adultos voluntarios, en estas situaciones, acompañamos y buscamos generar a partir del conflicto un espacio de crecimiento. En esto no estamos solos ni tampoco improvisamos, es muy importante contar con el apoyo de las familias o profesionales que asisten a los jóvenes diariamente”, destacó, sobre una de las problemáticas que más aquejan a los chicos de hoy.

Sobre la forma de prevalecer y equilibrar la exposición con el perfil bajo, señaló: “Creo que la sociedad hoy en día reconoce y valora el aporte que hace el Movimiento Scout a un mundo mejor. Y esto se ve reflejado en la membresía de cada Grupo, que en general y más aún respecto de los grupos etarios más pequeños, se completan los cupos rápidamente. El boca en boca es nuestra mejor propaganda, lo que genera que en el Grupo Scout confluyan compañeros de escuela, amigos, primos, en fin, el Grupo se convierte en una gran familia”.

“Cuando la actividad Scout es atractiva y persigue objetivos claros, las niñas, niños y jóvenes tienen el deseo de concurrir todos los sábados. La sinergia que se genera es asombrosa, nadie se lo quiere perder”, enfatizó Dillmann, frente a la consulta respecto al gancho que encuentran para sostener encuentros multitudinarios semanalmente.

Y lo ejemplificó: “A veces, cuando las familias se acercan al Grupo con la intención de que algún miembro comience Scout, está ligado al deseo de alejar a los más chicos de aparatos electrónicos, ya sea computadora, celular, consola, entre otras variantes. Y en esto, el Grupo Scout hace un gran aporte, porque la actividad tiene como eje su desarrollo al aire libre”.

“La idea es que los participantes se desconecten de la virtualidad, no de la realidad. Y más aún, después de casi dos años de pandemia que nos obligó incluso a desarrollar un scoutismo virtual, algo impensado y hasta cierto punto contradictorio, pero que funcionó como sostén imprescindible para cada familia en tiempos de tanta incertidumbre”, culminó.

La comunidad Guía-Scout de Lourdes da un paso al frente

En último término, Manuel Giménez, de la Comunidad Guía-Scout Nuestra Señora de Lourdes, dejó plasmados sus pensamientos en lo que refiere a la temática de la nota, apoyándose en su experiencia de años, donde fue transitando los distintos roles dentro de la agrupación, hasta convertirse en un referente, con todas las responsabilidades que ello implica.

“Las actividades en cada encuentro se realizan por grupo de distintas edades y cada tanto dónde se reúne todo el grupo. Los temas que surgen en las charlas son muy amplios y profundos según la edad. Están orientados a trabajar seis áreas corporalidad, carácter, creatividad, sociabilidad, espiritualidad y afectividad”, lanzó Giménez, sobre lo valioso que resulta cada sábado.

Consultado respecto a los tópicos que surgen, detalló que “temas como el cuidado corporal, los miedos, los sueños, el cuidado de la naturaleza, el respecto, compañerismo, trabajo en equipo, alimentación, salud en general, toma de decisiones hasta de suicidio. En algunas se busca ayuda de profesionales, en otras las preparan los mismos chicos. Todo esto con el método fundamental que es el juego y la vida al aire libre”.

“El porcentaje de niños y niñas que completa el año en relación al que comienza oscila entre un 95 y en algunos casos hasta el 100%. Generalmente todos los que arrancan completan el ciclo anual. Cuando se produce alguna baja se registra casi siempre en el rango de edad de los menores, es decir entre 7 y 12 años”, aseguró, con la satisfacción de entender esta estadística como un deber cumplido correctamente.

En el cierre, Giménez señaló que “la relación con otros grupos scouts es permanente. Cada año se realizan encuentros distritales y zonales. Bahía Blanca se divide en cinco distritos, según la ubicación. Se realizan encuentros dónde participan todo el grupo completo y en otras oportunidades según edades. En general la relación más cercana es con los grupos del distrito y cada dos años aproximadamente se organizan encuentros y/o campamentos a nivel distrital”.

En tiempos donde los peligros están a la orden del día, a partir de las adicciones y la inseguridad, perdiendo el territorio como el lugar donde se podía sociabilizar y aprender a compartir, el aporte de los scouts es notable. Asumen un desafío difícil, contra las tecnologías que arrasan con los chicos en edades más tempranas. Y lo hacen con la responsabilidad de que la batalla no es sencilla, pero tampoco está perdida.

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