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DE AYER A HOY

“Me duele que los concejales solo caminen los barrios antes de una elección”

Lejos del ruido, Manuel Mendoza ponderó su amor por la docencia. Su desencanto con Tunessi. La distancia con la política. Y secuelas de la denuncia contra el recientemente condenado Mirofsky.

Leandro Grecco 
[email protected] Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

Coinciden la mayoría en que el tránsito de un ciudadano por la función pública, ya sea a partir del voto popular o la designación para ocupar un cargo ejecutivo, debe tener fecha de vencimiento, más allá de la importancia del rol que estos dirigentes ocupan dentro de la sociedad.

No son pocas las razones que avalan esta afirmación, aunque la más repetida y valedera está vinculada con los mecanismos de alternancia, necesarios para garantizar la pureza de la vocación de cambio que suelen enarbolar los que de alguna ú otra manera ingresan a la política a partir de la gestión partidaria.

Manuel Mendoza supo entrar y salir para no regresar en este mundo lleno de vanidades e intereses espurios, en ocasiones alejados del bien común. Docente de raíz, hizo aportes notorios en el devenir de Bahía Blanca, evidenciando ideales que lo alejan de quienes se preocupan solo por dar el salto de un espacio a otro, en busca de perdurar lejos de la actividad privada. Hoy, conocemos “en qué anda” un hombre que bajó su perfil para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Junto a Jorge “Corchito” Sugden, eximio nadador de reconocimiento mundial.

“Nací en Bahía Blanca en 1956, mi padre era arquitecto y también nació aquí y mi mamá de origen vasco, oriunda de Misiones. Tengo tres hermanos, todos están radicados en esta ciudad, menos uno que es médico y vive en Buenos Aires”, señaló Mendoza, en una charla mantenida con este medio vía Zoom, priorizando la situación sanitaria, en medio de una nueva ola de Covid-19.

Adentrándose en aquella niñez, recordó: “Mis primeros años de vida los pasé en una casa de Brown al 500, fui al Jardín de Infantes Nº 903 del cual mi madre fue presidenta de la Cooperadora y convenció a mi padre para que junto a otras familias se lo compren allá por mediados de la década del 60 a un hombre de apellido Ayestarán y lo donen a la provincia, pese a que ellos no tenían casa propia”.

“Concurrí a la Escuela Nº 1, jugaba al básquet en el club El Nacional aunque en mi caso era más un divertimento porque nunca me destaqué. También viví en Gorriti al 200 y la secundaria la realicé en el ex Colegio Nacional, para aquel entonces cambié la pelota naranja por la ovalada, siendo rugbier en Sociedad Sportiva, actividad que combiné asistiendo a la Agrupación Scout Coronel Ramón Estomba”, detalló quien ostenta el honor del traslado del Consejo Escolar a San Martín al 300, devolviéndole el edificio a la Escuela Nº 2.

Manuel, junto a sus compañeros de Inglés en el Instituto Southland.

Hasta que llegó el tiempo de tomar decisiones trascendentales para su destino: “Al iniciar mis estudios universitarios, me anoté en Ingeniería Electricista que era como se llamaba en aquel entonces, pero a mitad de camino me cambié a Agrimensura y me recibí, lo que me permitió entrar a trabajar en la Escuela Técnica Nº 1 de Ingeniero White como ayudante de Matemática, posteriormente hice la capacitación docente que te habilita a dar clases en secundarias, lo que hoy es el profesorado y te aporta las materias pedagógicas para avanzar con los chicos en el aula”.

“Inmediatamente me convertí en profesor de Análisis Matemático, de Física, entre otras. Hasta que en 1992 rendí concurso para regente, cargo que asumí en el establecimiento y que me permitió implementar las pasantías, siendo la primera escuela de la ciudad en articular dicha dinámica”, destacó Mendoza, desde el living de su casa y en compañía de su actual esposa.

Con relación a este punto, ponderó: “Se hacía un convenio con las empresas del Polo que se llevaban a los alumnos con mejor promedio y si, al final de la práctica laboral, a la firma le convenía, los empleaba. Muchos todavía están trabajando allí, entre los cuales está un chico, hoy ya adulto, que vivía en el Hogar Mamá Margarita al que pasaba a buscar todas las mañanas y a la noche lo dejaba de regreso en la puerta. Se recibió y empezó a trabajar en una de estas empresas, al punto que al día de hoy es una persona que progresó, con un buen pasar económico y una familia hermosa. Son esas pequeñas satisfacciones que te da la docencia, algo que fortalecí cuando fui director de la Escuela Comunitaria San Roque”.

Mendoza fue lobato en la Agrupación Scout Cnel. Ramón Estomba.

“En White hacíamos muchos trabajos sociales, a partir de programas como uno llamado ‘Líderes Comunitarios’ que promovían empresas y lo que se fomentaba eran obras como las que hicimos en el patio del Jardín de Infantes Nº 932 junto a los chicos. También se repararon muebles de las escuelas del sector, en horario extraescolar. Hasta llegamos a hacer cinco sillas de ruedas que donamos a la Municipalidad, una incluso con motor”.

“Me casé en 1982, producto de ese matrimonio tuve dos hijos: Florencia que es licenciada en Ciencias de la Comunicación y vive en La Plata. Y Manuel María que se llama igual que yo y que mi padre y vive en Bahía Blanca, donde ejerce como arquitecto. Luego me separé de mi primera esposa y me volví a casar con Leticia, con quien llevo 16 años en pareja, que tenía tres hijos (Santiago, Agustín y Marina), conformando así una gran familia”, recalcó, con relación a su vida personal, al tiempo que añadió: “Después de vivir un tiempo en Alvarado y 19 de Mayo, compramos una casita atrás del club Sportiva”.

Su notoriedad pública llegaría con un nuevo paso en su porvenir: “Si bien me había afiliado al radicalismo a los 18 años, la política partidaria entra a tallar en mi vida a partir de una invitación a participar que me hizo Juan Pedro Tunessi, quien me convocó para ser candidato a consejero escolar. Pasaron tres años y tuve discrepancias con él. Me alejé de la UCR, junto a Jaime y Virginia Linares, con quienes formamos el GEN, por lo que pude ver la política en serio, a diferencia de lo que hacía quien me había llamado por primera vez para involucrarme en este mundo tan especial”.

En tiempos en los que era consejero escolar.

“En 2003 ingreso como consejero escolar, siendo presidente del organismo en dos de los cuatro años como integrante del cuerpo. Y luego completé otros cuatro como concejal, en el período 2011-2015; allí pude desarrollar varios proyectos, uno de ellos el del boleto de pasajero frecuente, que posteriormente se fue actualizando con el aporte de otros ediles, como es el caso de Ramiro Villaba, pero aquella idea surgió desde nuestro bloque”, aseguró Mendoza, con la satisfacción de haber establecido una acción perdurable.

Pero no fue el único hito en su paso por el deliberativo: “Otra ordenanza importante para la ciudad durante la gestión Bevilacqua fue la de seguimiento del Fondo Educativo, una iniciativa en la que recibimos la ayuda de Elisa Quartucci y Aloma Sartor, pero fueron ellos mismos los que la sacaron cuando fueron gobierno. Nunca entendí el por qué, porque considero que era una buena herramienta para que la gente sepa en qué se estaba gastando el dinero”.

“Si a mi me preguntás cuál de los dos trabajos en política me dio más satisfacciones, sin dudas te respondo que el de consejero escolar, muy por encima que el de concejal porque es diez veces más importante. En mi gestión se construyeron cinco jardines de infantes, se reformó la Escuela Nº 51 del paraje La Carrindanga, se intervino en las Escuelas Medias Nº 11 y 15”, confirmó el otrora dirigente local.

Encuentro con amigos como Jaime Linares y José María Zingoni.

Al organismo que encabezó durante una gestión le marcó su impronta: “Cuando fui presidente del Consejo Escolar, lo único que pedía era que salgan a recorrer los establecimientos para relevar los problemas que podrían aparecer, así sea cambiar un vidrio. Y en enero ya estábamos controlando el buen funcionamiento de los calefactores en las aulas, por el clima propio de Bahía Blanca”.

Tras cartón, no esquivó la pregunta respecto a una causa que lo volvió a poner en el centro de la escena semanas atrás: “Sobre el caso que denuncié del exfuncionario municipal Esteban Mirofsky, condenado meses atrás por direccionar licitaciones recuerdo que le pedíamos que nos diera explicaciones porque teníamos entendido que había empresas que tenían una relación muy estrecha con él y a las que se les adjudicaban servicios. Con una investigación de la que participaron dos periodistas (Sergio Prieta y Leandro Fernández Suñer) todo eso quedó acreditado en el juicio oral, habiendo presentado más de 300 fojas en el expediente”.

“Entiendo que la política es servir a la gente, a mi me tocó manejar bastante dinero cuando presidí el Consejo Escolar y en las rendiciones de cuentas nunca se me detectó un error, todas están debidamente aprobadas. A tal punto que nunca nadie me dijo que me haya quedado con un peso de algo o que le pedí dinero a alguien y cuando fui concejal recorrí todos los barrios, los caminé durante tres o hasta cuatro días a la semana. Y acá yo veía que se estaba haciendo algo que no estaba bien, por eso lo denunciamos en su momento, la Justicia demoró, pero el año pasado se llegó a un veredicto condenatorio”, recalcó Mendoza.

Jugando en la pileta con sus hijos, hace unos cuantos años.

Cerrando el capítulo del episodio mencionado párrafos atrás, confesó: “El proceso judicial no fue para nada sencillo, a punto tal que el hijo de mi mujer estaba trabajando en la Municipalidad y lo echaron, algo que me habían advertido, pero cuando uno es decente, lo asume del mejor modo que se puede”.

El paso al costado del mundo de la política tiene un argumento sólido: “Cuando a fines de 2015 dejo el Concejo, Margarita Stolbizer que lideraba el espacio en el que estaba, se fue con Massa, pese a que había dicho barbaridades de él cinco meses antes. Tengo una idea, la respeto y voy para adelante, no concibo estar con un partido político y si mañana me conviene cambiar a otro con tal de tener un cargo porque podría haber intentado seguir con un segundo mandato, pero opté por dejar lugar a los jóvenes, que en ese entonces fueron Geraldina Di Lorenzo y Martín Moyano”.

“Uno no puede atornillarse a un cargo político, toda la vida fui un laburante de la educación, en cuatro años ocupando una banca en el HCD solo falté a una sola sesión porque tenía 22 de presión arterial y me tuve que ir. Eso es responsabilidad, demostrarle a la gente que tenés que llegar primero e irte último”, teorizó.

Acompañado de Leticia, en Chile.

A colación de esta afirmación, resaltó: “No estoy en contra de ninguna coalición, pero prefiero morir con las botas puestas y en la mía, si alguien me llama para hacer un aporte no tengo ningún inconveniente porque mi experiencia creo que puede servir, para contar mis vivencias. No puedo entender que los concejales solo caminen los barrios dos meses antes de una elección, me duele. La gente ya no está cautiva de la política, por eso se requiere de conocer la ciudad y estar en contacto con los vecinos”.

“Cuatro meses antes de terminar mi mandato en el HCD volví a la Escuela Técnica porque para jubilarme en educación tenía que estar trabajando activo, por eso en febrero de 2016 me jubilé. Desde entonces paso mucho tiempo en casa con mi mujer, cuando podíamos salíamos a pasear porque a ella le gusta correr y gracias a su actividad viajamos a San Martín de los Andes y Tandil, pero llegó la pandemia y todo se resume a cuidarnos, ver a nuestros hijos y tres nietos, todos por parte de mi mujer”, cerró.

Manuel Mendoza no fue intendente, ni siquiera funcionario municipal, pero ocupó los cargos en la política a partir de la preferencia del electorado, más allá de cualquier crítica a las listas sábanas que no vienen al caso. Se animó a denunciar al poder de turno y le imprimió su sello a la docencia, incluso como un “inquieto” consejero escolar. Razones no faltaban para conocer su actualidad.

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