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POR KEVIN KALISTER

Fuimos a comer al único tenedor libre de la ciudad

Visitamos uno de los restaurantes más concurridos, donde por un precio fijo podés consumir todo lo que desees, además de repetir las veces que quieras. Está ubicado en Chiclana 298.

Por Kevin Kalister / Redacción de La Brújula 24

Pasan los años y este buffet sigue en pie, si bien la ciudad nunca fue de tener muchos lugares de este estilo, los pocos qué hubo lamentablemente fueron cerrando.

El ambiente no es elegante ni mucho menos exclusivo, es amplio, conformado por varios cubiertos y suele ser ruidoso por la cantidad de gente que acude.

Este restaurante, ubicado en Chiclana 298, funciona bajo el siguiente sistema: se abona un precio fijo, $950 los días de semana y $980 los fines de semana. Podés comer todo lo que desees, además de repetir las veces que quieras.

Existe una parte de autoservicio en la cual uno se sirve a gusto fiambres, distintas verduras de estación, vinagretas, ensaladas, varias frituras, pizza y algunas opciones con carne.

La calidad de estos alimentos es variada, por ejemplo, entre los fiambres había crudo pero no jamón cocido, en su lugar, ofrecen paleta. El cerdo con barbacoa exhibido en el buffet tenía exceso de grasa, pero justo a su lado me topé con unas croquetas de acelga que estaban buenísimas.

La otra parte está compuesta por platos elaborados, podés optar por distintas opciones de comida oriental, pastas con sus respectivas salsas a elección, pescados y mariscos, o carnes.

Probamos unos tiernos churrasquitos de carne con una suave salsa de vino tinto; también una cazuela y un Chop Suey (trozos mezclados) de mariscos que estaban bien, aunque solo poseían mejillones, aletas, tentáculos y kanikamas (no camarones, menos langostinos). Y finalmente unos ñoquis con una tímida salsa boloñesa (escaseaba la carne).

Los postres también se encuentra incluidos, si bien son pocos y no deslumbran, satisfacen la necesidad de comer algo dulce luego de una abundante comida. Entre ellos, destacó la cocada.
También había -pero no se consumió- 6 sabores de cremas heladas diferentes.

Otro gran dilema en estos lugares -en realidad, de todos los establecimientos gastronómicos- son las bebidas, frecuentan tener un precio elevado, aunque sorprendentemente este no fue el caso, las gaseosas $150 (de vidrio) y el agua mineral $120.

Uno de los aspectos positivos de ser un restaurante muy concurrido es que la comida rota con frecuencia, asegurándonos de esta forma que la misma sea fresca y hecha en el día.

A pesar de que a grandes rasgos la comida estuvo bien -y más aún teniendo en cuenta el factor precio en el análisis-, al poseer una oferta tan amplia y bastante variada surge la imposibilidad de especializarse y puede que no logre una calidad óptima en todos sus platos.

(Kevin Kalister, bloguero e instagramer. Creador de @bahiablancafood)

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