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Por Analía Belén Lofrano

Comer, mucho más que un acto fisiológico

Por Dra. Analía Belén Lofrano, médica Especialista en Nutrición y Diabetes (MP 116559)

Depende desde la ciencia que uno quiera definir la palabra “comer” es el significado que va a tener. Para comer tiene que haber un comensal, una comida y una cultura. Y así quizás, lo que para uno es un alimento para otro es una sustancia comestible que no entra en su plato.

Comemos alimentos y emociones. Nuestras comidas están llenas de recuerdos: las milanesas de mamá,, la torta de la abuela, el olor a tuco de la vecina. Nuestra comida está llena de cultura: el vitel toné para año nuevo, la torta con fondant para el casamiento, la picada para el partido de Argentina. Todo esto (y mucho más) hacen del comer un momento de placer inserto en un acto fisiológico que es la alimentación, para poder seguir vivos.

Tenemos tres tipos de hambres: el homeostático que avisa la falta de nutrientes en el cuerpo, el hedónico que hace que comamos por placer, y el hambre emocional donde estar enojado, feliz o triste van a marcar el paso del comer.

Ubicar estos tipos de hambres es la puerta de entrada para aprender a comer en nuestra vida adulta. Poder comer con placer (pero sin culpa) y que este placer no opaque el cuidado personal; poder comer en el cumpleaños número 1 de tu hijo, feliz de festejar la vida pero entender que un “balde” de comida no va a hacer de ese momento uno más feliz; comer cuando llevas 6 horas de ayuno, sentarte, masticar y empezar a escuchar al cuerpo cuando tiene hambre de nutrientes.

Entonces si queremos estar sanos o si queremos sanar, si queremos tener un cuerpo que nos rinda mejor o queremos empezar a cuidarnos como organismos vivos que somos, dejemos las “dietas de moda” y volvamos a lo más simple que uno puede hacer: mirar (y ver), escuchar, tocar, oler, degustar la comida en nuestro cuerpo, y nuestro cuerpo en su entorno.

Dra. Analía Belén Lofrano, médica Especialista en Nutrición y Diabetes MP 116559

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