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DE AYER A HOY

Pipo Palacios y la genial bohemia de hacer realidad todos sus sueños

El polifacético artista que hizo un culto a la creatividad para lograr reinventarse. Las anécdotas de sus éxitos. El significado del histriónico Sapienso en su vida. Y sus proyectos en plena pandemia.

Pipo Palacios, su sonrisa característica y el disfrute de compartir una charla amena.

Por Leandro Grecco, redacción La Brújula 24
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En el perfil de su cuenta personal de la red social Facebook se define como locutor nacional, creativo publicitario, guionista, dibujante de cómics y animador y productor de TV. Se quedó corto. Si hasta fue armador de vidrieras en los principales locales del centro de la ciudad. Simples palabras que no describen en su totalidad la capacidad de quien hace un culto de la bohemia, que no se detiene pese a que peina algunas canas y que le pone el mismo ímpetu a cada proyecto, sea una iniciativa con un alto presupuesto o una idea que surge con aristas de under.

Imposible no imaginar sonriendo a este “loco lindo” que alcanzó su máxima repercusión en Bahía Blanca durante el segundo lustro de la década del 80, con la aparición icónica de un personaje que marcó infancias. Se ganó el reconocimiento de los televidentes en Mar del Plata, cuando el destino lo llevó lejos de su morada actual, a metros de la parroquia San Luis Gonzaga. Y no se quedó atrás cuando, en su etapa de director creativo de agencias de publicidad se codeó con figuras de la talla de Susana Giménez o en su faceta de productor de Alberto Cortez y León Gieco, entre otros.

Junto a Susana Giménez, Pipo era el creativo de la agencia de publicidad que contrató a la diva.

Claro está que una de las facetas más histriónicas, que hacen gala de su talento, es la de dibujante, donde hizo un aporte inconmensurable en las historietas de una editorial de la ciudad de Barcelona (España), ubicándose a la altura de grandes como Caloi, Quino o Fontanarrosa. Casado con Elvira, ambos son padres de Virginia y tienen un nieto. Pipo Palacios, un fuera de serie que vive la vida a su manera, la única que conoce, y lo hace infinitamente feliz.

Sapienso claramente marcó un antes y un después en su vida. Aún hoy, transcurridos más de 40 años, la gente se lo sigue recordando. Pero antes de aquello hubo una historia que merece ser contada: “En Canal 9, años antes, había hecho una prueba que dio mucho resultado, logrando reunir 150 mil cartas de televidentes que participaban del concurso llamado TV Juegos”, sostuvo, calificando esa experiencia como un reguero de pólvora en todas las escuelas.

Acompañado de Norbert Degoas, en tiempos de Fiestas.

Aquel sapo vio la luz casi sin tiempo de gestación por la imperiosa necesidad de las autoridades del medio televisivo que tenía la premura de mejorar sus niveles de audiencia: “Una creación artesanal de principio a fin. Fui a Ingeniero White a visitar a una modista (Yolanda Iglesias) para que lo diseñe en paño y termine midiendo 41 centímetros. Y se la jugó por mi y por Horacio ‘Cacho’ Ángelo, que era gerente de producción”. Aquella locura dio nacimiento a un simpático batracio anfibio preguntón que se ganó el corazón de chicos y grandes.

Luego, la historia conocida que terminó por marcar un hito audiovisual en la ciudad que incluyó un casting para elegir a la secretaria del programa que iba a interactuar con Sapienso. La seleccionada fue nada más y nada menos que la portera del canal en aquel entonces. “Tal fue el impacto, que hasta logramos que se vendan más ejemplares del diario local porque allí estaba la plantilla para participar del programa”.

Flanqueando al reconocido conductor televisivo del mundo de la moda, Ante Garmaz.

En la segunda rueda de café, rememoró su etapa como editor de la revista Bronceado que reflejaba la temporada de verano en Monte Hermoso y de admitir que la imprimía sin siquiera viajar a la vecina localidad balnearia para recopilar información, salvo una única aventura en la que transitó los 100 kilómetros de distancia de su hogar, en tantos años de suceso de aquella creación en el mundo gráfico, que solo una mente brillante como la de ‘Pipo’ podía lograr merced a su inventiva y amplio poder descriptivo.

“El ingreso de la droga a la Argentina, allá por los inicios de los años 90 mientras me instalaba en Mar del Plata, fue letal para que los chicos de hoy no tengan ese fuego sagrado que solo te da la creatividad, ese don que te salva en tiempos de crisis”, recreó, a sabiendas de lo que venía en adelante iba a ser complejo: “Hoy en Netflix o Amazon detectás mil títulos y un porcentaje muy bajo de producciones exitosas porque los libretistas están bajo los efectos de los estupefacientes que limitan la capacidad mental”.

Dos de los pilares de su vida, su esposa Elvira y su hija Virginia.

Un transgresor por naturaleza y definición, basó su trascendencia en el medio a partir de salir de los moldes preestablecidos: “En mi último programa de radio que fue un éxito pese a que iba de madrugada, le preguntaba a las mujeres mayores de 80 años que llamaban a la emisora si tenían sexo o si habían cometido un pecado y eso me llevó a permanecer cinco años al aire, pese a que viajaba a Bahía desde Mar del Plata todos los sábados en colectivo, durmiendo en el camino para estar con todas las luces”.

No se detiene. Sigue al pie del cañón, creando, produciendo, escribiendo y dibujando. Una bohemia única que lo tiene a cargo (entre otros proyectos) de una revista llamada “Ángeles de Malvinas” en la cual, paradójicamente y junto con el ex combatiente Julio Aro, no hay ningún tipo de alusión a lo que fue la guerra y su contenido es meramente infantil.

En Mar del Plata, rodeado de amigos y su pasión por los medios.

“El que no ve a los nenes está perdido, se va a morir de hambre. Hoy los chicos no tienen clases presenciales ni contacto con amiguitos. Están rodeados por el miedo interno y el exterior que le llega al ver las noticias trágicas que trae la pandemia”, explicó con la certeza de saber que esta propuesta que se distribuye gratuitamente en las principales ciudades de Argentina.

El tercero de los café (en este caso cortado con leche) se bebió antes de que se enfríe y la charla fue derivando hacia otras direcciones. La lluvia cayendo sobre el techo de lona sirvió de testigo de la dialéctica de un maestro que ya se planteó un nuevo sueño: crear un centro para incentivar la creatividad en los más jóvenes. Y si pudo con proyectos anteriores, por qué no pensar que podrá concretar nuevos desafíos.

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