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Grabó tres meses de su vida y ahora la IA "reemplazó" su memoria

El resultado fue una experiencia tan útil como inquietante, entre la eficiencia extrema y la pérdida total de p

Durante varios meses, la periodista del Wall Street Journal Joanna Stern se sumergió en una experiencia singular: llevar en la muñeca una pulsera de apenas 50 dólares que registraba cada palabra que decía, sin interrupciones. Se trata del Bee Pioneer, un dispositivo con inteligencia artificial diseñado para actuar como asistente personal con “memoria aumentada”.

Desde febrero, Stern utilizó este brazalete que transcribe conversaciones cotidianas y las convierte en un archivo digital. A lo largo del experimento acumuló reuniones laborales, discusiones familiares, charlas con colegas e incluso reflexiones íntimas durante la noche. El dispositivo registró hasta murmullos y frases inconexas, que luego convertía en recordatorios y tareas pendientes.

Además del Bee Pioneer, la periodista probó otros dispositivos similares como el Limitless Pendant (USD 199) y el Plaud NotePin (USD 159). Todos estos aparatos funcionan con micrófonos que reconocen la voz del usuario, envían el audio al celular y luego lo transcriben en servidores externos. En cuestión de minutos, las aplicaciones generan resúmenes por IA.

El Bee no almacena los audios originales, pero Limitless sí lo hace, permitiendo su reproducción posterior. A través de chatbots, también se pueden realizar consultas específicas. Por ejemplo, Stern pidió un análisis de su vocabulario ofensivo y recibió una estadística: 2,4 insultos diarios. También descubrió que Bee combina modelos de IA de Anthropic, Google y Meta.

Sin embargo, surgieron dilemas legales y éticos. La mayoría de las grabaciones se hicieron en Nueva Jersey y Nueva York, donde la ley permite que una sola persona consienta ser grabada. Pero en otros 12 estados de EE.UU., se requiere el consentimiento de todos los participantes. El registro constante de conversaciones genera inquietudes sobre la privacidad y el uso futuro de esa información.

Las empresas responsables aseguran que los datos están encriptados, pueden ser eliminados y no se usan para entrenar IA. Aun así, la idea de que todo lo que uno dice pueda ser almacenado fuera de su control plantea un interrogante: ¿vale la pena sacrificar privacidad a cambio de productividad? A medida que los asistentes virtuales evolucionan, estas preguntas cobrarán cada vez más relevancia.

Con información de Infobae

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