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Seibane es el señor de las planillas: "Lo mío es una función de servicio"

Respetado en el ambiente, recopila las estadísticas de las últimas décadas de la Asociación Bahiense de Básquetbol. Y rescató los números de partidos de antaño para dejar un legado único en la historia.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

Meticuloso, disciplinado, preciso y puntilloso son sinónimos, palabras que difieren sutilmente en cuanto a su significado y describen cabalmente al protagonista de una nueva entrega de la sección “De Ayer A Hoy” que todos los sábados a la noche se publica en LA BRÚJULA 24, donde la premisa es conocer algo más de la persona detrás del personaje.

Si a esas cuatro cualidades con las que comenzaba el artículo se le añaden los valores que le han permitido ganarse el cariño de un ambiente al que entró hace más de cinco décadas, a partir de su desinteresado compromiso para aportar su granito de arena para el desarrollo de instituciones que enaltecen a comunidades como las de Bahía Blanca.

No son muchos los que logran trascender, a punto tal que emparentan su nombre con el de una casi centenaria institución. Mencionar a la Asociación Bahiense de Básquetbol obliga a relacionar su funcionamiento con la identidad de un incansable colaborador que tomó como propia una tarea que perpetúa lo sucedido en un rectángulo de juego en tiempos de antaño. Esta vez, la historia la cuenta el responsable de documentar el pasado.

“Soy Roberto Oscar Seibane y hace 74 años que nací en Tornquist. Cuando tenía 7, junto a mi familia nos radicamos por razones laborales en Bahía Blanca, más precisamente en la esquina de Caronti y Florencio Sánchez, siendo el segundo hijo de un total de cuatro varones y de los cuales el mayor ya falleció. La particularidad es que las familias de mi papá y mi mamá se dedicaban al mismo rubro, ambas tenían almacén de ramos generales”, recordó, con una simpática paradoja, en el inicio de la charla.   

Luego, evocó que “hice el primer grado en Tornquist, una niñez de la que conservo pocas imágenes por el corto tiempo que viví allá. A partir de segundo continué en la Escuela Nº 6 de la primera cuadra de calle Caronti y el secundario lo cursé en el Colegio Nacional. Una vez recibido, comencé a estudiar Ingeniería Civil en la Universidad Nacional del Sur, una carrera en la que logré graduarme y ejercer la profesión de manera independiente”. 

“De forma amateur practiqué atletismo con el profesor Oscar Barco y básquet en el club San Lorenzo del Sud, aunque tengo que admitir que era muy malo (risas). Allí fui secretario de la institución desde 1970 y por espacio de nueve años, ocurre que el trabajo final de mi carrera universitaria lo había hecho en la empresa del ingeniero Rubén Rábano, quien presidió la Asociación Bahiense de Básquetbol y a quien conocía por temas familiares. En el 76, me invitó a sumarme a la institución, durante su primer y corto período al frente de la misma”, detalló, respecto de cómo conoció lo que se convertiría en su segunda casa.

Ese vínculo de amor, al principio, se hizo rogar: “Era una época de apogeo de este deporte y uno veía a la ABB como algo lejano, razón por la cual le di una respuesta negativa a su ofrecimiento. En el 79, cuando asume su segundo mandato, me comentó que se iba a hacer el Campeonato Sudamericano en Bahía Blanca que luego terminó ganando Argentina y su propuesta fue que lo ayude a tomar las medidas de las canchas y a colaborar con la logística”. 

“Eso me hizo ingresar a la Asociación de a poco y, como un amante de la historia, empecé a notar que las estadísticas se llevaban a través del formato papel y por intermedio de Raúl Torroba, quien era gerente rentado, en una etapa en la que aún no existía la computación. Él se jubiló en el 87 y se generó un impasse que me llevó a tomar la decisión de que era el momento de cambiar el sistema de seguimiento de los torneos”, destacó Seibane, con la simpleza que caracteriza a los grandes. 

Con cierto dejo de testarudez, no bajó los brazos y fue en busca de lo que pretendía: “El principal problema es que salí de la universidad sin saber nada de temas informáticos porque en los tiempos de mi formación académica no existía esa tecnología. Hablé mucho con ‘Picho’ Mazza, de la Revista Encestando, que ya dominaba esa temática y le comenté que necesitaba armar un programa para volcar las estadísticas de la ABB, pero el problema es que me ofrecían algunos que tenías que seguir al pie de la letra. Lo que buscaba era una herramienta que hiciera lo que yo le ordenaba, por lo que no tuve eco y no me quedó otra que ponerme a estudiar sobre sistemas de computación”.

“Demoré dos años en confeccionar un programa a mi gusto que me sirviera para extraer los datos precisos de cada partido. Desde 1990 a 2022 está el archivo completo en todas las categorías y en toda la franja previa se utilizaron los datos periodísticos para recopilar los números de los certámenes de Primera. Fue clave el legado de uno de los cofundadores de la Asociación Bahiense de Básquetbol, Abel Amor Bournaud que además era jefe del área de Deportes de La Nueva Provincia y me llevó a acceder a las estadísticas desde 1929, año fundacional de la institución. Eso me permitió acceder a todas las síntesis de los partidos de la máxima categoría, por eso la idea es completar la obra para llegar dentro de cinco años al centenario de la ABB”, dijo. 

La tarea que debía asumir Roberto era titánica, pero por el tesón que lo caracteriza, se veía como posible: “Con el programa informático que armamos, uno puede realizar la búsqueda por año y allí solicitar la tabla de posiciones, las plantillas, las estadísticas e incluso podés ordenarle que te muestre la cantidad de goleadores por temporada que prefieras. Incluso, tabula la cantidad de triples, dobles y simples anotados por un jugador. Para arribar a esto tuve que atravesar distintos procesos, el primero con Rábano hasta 1988 que asumió como máximo dirigente de la Confederación Argentina”. 

“Posteriormente le llegó el turno a Antonio Cabello, quien se hizo cargo de la presidencia de la Asociación Bahiense hasta 1991, para darle paso a Vicente Clemente y después vino la gestión de Adolfo Lista. Fue muy importante el acompañamiento y apoyo de su vicepresidente en el primer tramo, Jorge Spinelli y del propio Cabello para poder llevar adelante mi trabajo estadístico”, enumeró, al momento de exhibir su agradecimiento.

Consultado en relación al nexo con el mundo real, lejos del teclado y los números, admitió que “a raíz de este trabajo, debería haber visto más partidos, pero en mi tiempo libre lo pasaba en el archivo de La Nueva Provincia o procesando planillas. Esta imposibilidad de estar más tiempo en las canchas no impide que los exjugadores me saluden y me pidan cuántos partidos jugaron y cuántos puntos convirtieron. Además, cuento con una ficha equipo por equipo que calcula automáticamente el historial de enfrentamientos desde 1929 a la actualidad y desde 1990 lo mismo para todas las categorías. Para el centenario de la ABB, vamos a llegar a no menos de 4000 jugadores de Primera División que alguna vez hayan figurado en planilla, más allá de su aporte dentro del campo de juego”. 

“Nunca recibí un peso, hice el trabajo ad honorem como cualquier miembro de la Comisión Directiva. Lo aclaro porque varios me han preguntado cuánto cobraba” 

“Toda mi vida se centró en esta labor y, en definitiva, fue lo que me permitió dedicarle una mayor cantidad de tiempo a lo que se convirtió en una pasión, que inclusive logré combinar con otra de mis actividades predilectas que es viajar. No estoy arrepentido de tanto esfuerzo porque sé que le voy a dejar a la ABB algo que hice solo y por mi cuenta”, aclaró Seibane, ingresando tangencialmente en el plano de su vida personal.

No obstante, tímido y reservado, volvió a manifestarse sobre el legado de su obra: “Fueron más de seis años yendo al diario y todo lo que tengo es gracias a muchos anónimos, como puede ser el caso del chico al que en 1940 mandaban a una cancha de Ingeniero White y traía una síntesis de un partido. Todos ellos, que uno no sabe quiénes fueron, son los que escribieron la historia. Tuve que ir a consultar a la Biblioteca Rivadavia por algún vacío de determinado dato que no podía conseguir y repasando El Atlántico, el otro periódico de la época, logré zanjar ese faltante”.

“El tema es que para consultar los datos de hace 80 o 90 años se complicaba porque un artículo comenzaba en una hoja y terminaba tres más adelante si es que lo podías encontrar. Había que mirar como si fuera un negativo de máquina de sacar fotos, con fondo negro y letras blancas, un verdadero desafío que te mostraba las distintas épocas. Como amante de la historia, también pude cotejar cómo iba la gente vestida a las canchas, algo diametralmente opuesto a lo que ocurre hoy”, diferenció, promediando el encuentro con este cronista.

Asimismo, Roberto añadió una anécdota: “El libro de Bournaud llamado ‘Bahía Blanca Capital Nacional del Básquet’ y editado en 1972 daba cuenta de los clubes que habían estado afiliados. Había uno que se llamaba Sportivo Unión del que no tenía ninguna referencia, hasta que encontré que había existido solo por espacio de dos años en la década del 30 y tenía el estadio sobre calle Moreno, a media cuadra de la Asociación, enfrente de la placita Pellegrini. Ahí había un terreno y un grupo de muchachos le pidieron al dueño si podían armar una canchita, pero este hombre al poco tiempo necesitaba el lote para construir una casa y se terminó el club”.

“En España, estaba la Fundación Pedro Ferrándiz, en honor a un hombre que fue entre otros DT del Real Madrid, donde funciona un museo internacional. En una oportunidad viajé a aquel país y le llevé todo mi trabajo digitalizado, el cual entregué y me quedé allí hasta poder corroborar que lo miraran. Cuando lo puso se sorprendió porque ellos no tenían nada de asociaciones, solo de federaciones y confederaciones, por eso le llamó la atención que una entidad local como la de Bahía Blanca tuviera esa información”, sumó, todavía asombrado por la devolución de su labor que obtuvo en Europa. 

“Me siento feliz porque en cada charla percibo que el trabajo sirvió, hay gente que no recordaba que había jugado determinado partido, lo mío es una función de servicio”

Pese a ello, contó que “lamentablemente, ese edificio con una cúpula tan hermosa como imponente que simulaba ser una pelota de básquet, lo tomó la Federación Española para poder armar la logística del Mundial de 2014 y aquel museo no sé dónde fue a parar porque todos los años les enviaba una actualización de las estadísticas y creo que nunca llegó a manos de ellos”. 

“He intentado varias veces preparar a alguien que sea el continuador de mi trabajo, pero no tuve éxito porque además, con las estadísticas que se cargan online todo se ha hecho más informal. El problema es el control, los nuevos programas son buenos como herramienta. Hoy, bajás la planilla digitalizada y ves apellidos mal escritos, algo inadmisible porque se trata de un documento oficial que no debería permitir esa clase de errores y menos aún aceptar que nadie verifique”, finalizó en un rapto de verborragia.

En el periodismo existen los que se conocen como “figuritas difíciles”. En el caso de Roberto Seibane no se trata de alguien inabordable, es que su timidez y perfil bajo lo colocan en un sitio en el cual aceptar una entrevista no le resulta un hábito frecuente. Humilde como pocos y franco como ninguno, le resta valor a una titánica cruzada que se planteó cuando recién empezaba a peinar sus primeras canas y hoy está a menos de cinco años de concretar.

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