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informe especial

Enzo Domínguez Prost, el economista bahiense que brilló en Harvard

Su tesis resultó la mejor entre otras 90 durante la maestría en Políticas Públicas desarrollada en la sede de esa universidad, situada en Boston.

Enzo, a la derecha, junto a compañeros de otros países

Por Cecilia Corradetti / [email protected] / Especial para La Brújula24

Todos los sentimientos aparecieron de golpe cuando, en medio de los aplausos del público, Enzo Domínguez Prost caminó hacia el estrado del auditorio de la Universidad de Harvard, en Boston, Estados Unidos, para recibir su mención por haber realizado la mejor tesis en la maestría en Políticas Públicas.

La satisfacción fue aún mayor cuando supo que el propio Dani Rodrik, un economista muy respetado, gran referente para él, sería quien anunciaría su logro como mpa/id, master in public administration in international developmen, es decir, maestría en Políticas Públicas que desarrolló junto con otros 90 compañeros de varios países del mundo.

“Muchas cosas se me vinieron a la cabeza y creo que lo más valorable fue haber desarrollado la tesis totalmente en inglés, ya que no soy bilingüe, sino una persona con una formación normal. Es difícil elaborar un trabajo cuando no es la lengua nativa”, repasa, en diálogo con La Brújula 24.

Enzo Domínguez Prost y la felicidad de un logro

–¿Qué tema abordó en su tesis, Enzo?

— El tema tuvo que ver sobre cómo los Emiratos Árabes pretenden firmar acuerdos con otros países de manera rápida y la contradicción que esto genera si se tiene en cuenta que requiere otras cuestiones. Es decir, ponerse de acuerdo en el comercio de bienes, migraciones, visas, regulación de capitales… Mi tesis ofrece herramientas para agilizar ese proceso y permite aplicarlo en otros países. Hay detrás una gran base de datos que me permitió llegar a las conclusiones. Si bien fue desarrollada en Boston, durante dos meses me instalé en Dubái donde realicé la pasantía.

Los flamantes másters en Boston

–¿Qué piensa de los talentos que emigran?

–Muchos no emigran, hay gran capital humano en Argentina. Estudié con otros tres argentinos muy capaces y a la vez comprometidos con la Argentina. Creo que está bueno que los profesionales se formen afuera, sin embargo, el desafío es que vuelvan. Hay que incentivarlos. Creo que la experiencia de capacitarse afuera es valiosa por la apertura de cabeza que ofrece vivir en una cultura diferente, conocer gente de otros países y vivir los problemas de otras naciones. Entendí que la Argentina no es mejor ni peor, sino que compartimos los mismos desafíos que otros tantos países. Celebro que los jóvenes se vayan, pero insisto, el desafío es que regresen. Además, es difícil el desarraigo. Siempre se extrañan las raíces.

–¿La Argentina brinda oportunidades?

–Desde el punto de vista de la educación, sí, porque tiene un nivel elevado. Claro que en lo laboral hay mucho por discutir, el sector público no paga bien comparado con el privado. Creo que solo se quedan en el Estado quienes tienen gran vocación. El Estado necesita gente capacitada. Es su responsabilidad generar las condiciones para atraer talentos.

–¿Cómo fue su camino para llegar a Harvard?

— Toda mi educación fue en escuelas públicas, desde el Jardín 924 pasando por la Escuela 63 y luego las Escuelas Medias de la Universidad Nacional del Sur (UNS). El Normal fue el que más me marcó en cierto sentido, sobre todo la materia de Economía con Martín Goslino. Pero en la primaria y secundaria también tuve profesoras que me marcaron muchísimo, Griselda Castellano y Stella Maris Iriberry en primaria; Cristina Foco y Ana María Zubillaga en secundaria. Luego, además de Goslino, Marta Mariani, Mauro de Pedro en el Normal.

Más festejos luego del diploma

–¿Qué pasó al finalizar la secundaria en la Escuela Normal?

–Quería estudiar Ciencias Políticas, pero no estaba en la ciudad. Fue entonces que apliqué para una beca en la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires, donde comencé esa carrera, pero a los seis meses me pasé a Economía. Decidí quedarme, tenía la beca y así fue que me recibí en 2015 de licenciado en Economía. Un año después hice la maestría en Economía porque ya en ese momento proyectaba hacer un doctorado en el exterior y, en cierto modo, eso me fortalecía.

–¿Trabajaba?

–Sí, al mismo tiempo empecé a trabajar en el ministerio de Producción de la Nación desde 2017 hasta 2021. Fueron cuatro años que me marcaron muchísimo, porque me aboqué al comercio internacional y al Mercosur.

–¿Cómo surge Harvard?

–Aplicar en el exterior es un proceso muy largo, hay que preparar exámenes de todo tipo, incluido inglés, cartas de recomendación, ensayos… es un tiempo de mucha reflexión y coincidió con la pandemia. Tuve tiempo para preparar todo. Apliqué a Harvard, aunque me postulé en varias universidades. Fueron dos años con 90 estudiantes de varios países del mundo. Eso fue lo más enriquecedor. Harvard atrae por su nombre, aunque en este caso me cautivó el programa, especialmente la diversidad.

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