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INFORME ESPECIAL

Racismo en la Argentina: una realidad incómoda

Varios hechos registrados en el último tiempo volvieron a poner el tema en agenda. En esta nota, la palabra de una referente social que desde hace años lucha para visibilizar la realidad de los descendientes de indígenas, campesinos y migrantes.

Foto: Funci.org (ilustrativa)

Por Juan Tucat, redacción de La Brújula 24

En el último tiempo, hubo varios episodios que pusieron el foco en la palabra racismo en Argentina. Se trata de una discusión muchas veces esquiva, porque puede generar cierta incomodidad en el común denominador de la sociedad, aunque evidentemente sigue presente. No se puede negar.

Por ejemplo, un artículo del prestigioso The Washington Post planteaba en diciembre las razones por las cuales no hay jugadores negros en la Selección Argentina de fútbol. Luego el propio medio admitiría que se había tratado de un “error” en la información, pero de todos modos, la inquietud quedó en el aire.

Y ni hablar, cuando se escucha o lee a numerosos especialistas considerar el asesinato de Fernando Báez Sosa, el chico que fuera asesinado a golpes por un grupo de rugbiers, como un crimen racial. Hoy todos los medios lo tratan.

Entonces, ¿De qué hablamos cuando hablamos de racismo?

Ana Clara Moncada es integrante del colectivo Identidad Marrón, que desde hace años lucha para generar conciencia en la gente. Un movimiento de personas descendientes de indígenas, campesinos y migrantes que buscan visibilizar su existencia, proponiendo políticas públicas para lograr una igualdad de acceso real a derechos.  

En contacto con la redacción de La Brújula 24, Ana Clara comentó que “el movimiento nace de una forma un tanto casual, eran conversaciones entre amistades en las que se compartían anécdotas y situaciones, donde lo que se distinguía como factor en común eran los rasgos fenotípicos”.

“Por ejemplo, cuando entrabas a un local y a la salida te querían revisar la mochila. O bien en un trabajo, en el que a pesar de contar con un mejor currículum terminaban eligiendo a alguien diferente. Son situaciones donde nos sentíamos discriminados. Y cuando escuchás que a otra persona le pasa lo mismo, que se siente igual, perseguido por la policía o revisado solamente por rutina, siendo que lo que teníamos en común era el color de piel y los rasgos indígenas, consideramos que había un problema más estructural, más complejo”, explicó.

En esa misma línea, dijo que “empezamos a observar también casos de gatillo fácil, y distintas situaciones como las elecciones. A mirar el Congreso, la Corte, y ahí nuestros rostros nunca aparecen. Haciendo zapping en la TV vemos que tampoco hay personas como nosotros. Eso se llama racismo y lo que planteamos como novedad es que ese racismo en Argentina y Latinoamérica tiene un sujeto particular, que no es necesariamente la persona negra, sino que somos los indígenodescendientes”. 

A modo personal, Ana Clara evidenció que “muchas veces me preguntan de dónde soy porque asumen que soy extranjera, y yo soy argentina igual que la persona que me lo está preguntando. Pero como tengo piel marrón y nací en la provincia de Jujuy, tengo rasgos muy marcados, piensan que soy de otro país”.

“Si viajo por América Latina me tratan como si fuera local, pero en mi propia ciudad, que es Buenos Aires, como a una extranjera” 

Consultada sobre la posibilidad de cambio, a su criterio, Ana Clara remarcó que “creo que es parte de un debate que recién se inicia, si nosotros buscamos cuál es la raíz de todo esto tenemos que ir a la época colonial. El problema en nuestro país nace con nuestro Estado Nación, con conceptos como los de Sarmiento donde la civilización eran los que llegaban de Europa y la barbarie eran los que ya habitaban estas tierras”.

“Se intentaron campañas de exterminio a cargo de Roca. Pero lo cierto es que no han logrado exterminarnos y somos millones y millones de personas marrones que ahora estamos intentando dar el debate”.

“En nuestra agrupación hay una característica importante; somos primera generación de universitarios o que logramos algún tipo de ascenso social. Porque para poder poner esto en teoría y analizarlo se necesita acceder a ciertos derechos. Por ejemplo, estar en mi casa con un plato de comida garantizado”, contó.

“Si queremos empezar a mejorar, todas las personas nos tenemos que reconocer como parte de una sociedad racista y a partir de ahí trabajar para solucionar el problema”, señaló la referente social.

El caso Báez Sosa

En otro tramo de la entrevista, Ana Clara se refirió al resonante caso de Fernando Báez Sosa, un joven que fue brutalmente asesinado a golpes por un grupo de rugbiers –hoy en juicio– en Villa Gesell. “Lo que destacamos de este hecho puntual es que los asesinos lo conocían desde hacía 15 minutos, estaban todos en un mismo boliche, compartiendo un espacio y gusto musical, y no podían saber la situación socio-económica de Fernando”.

“Sin embargo, ellos –por los imputados– automáticamente lo descalifican como villero y negro de mierda. Ellos entienden que es parte de un sector popular y que su vida vale menos. Por eso se toman con saña ir a buscarlo a él y golpearlo por negro de mierda”.

“El desprecio hacia una vida marrón es una constante en nuestra sociedad”

“Esta denominación está más allá de la xenofobia porque a veces se limita el análisis a que los migrantes tienen ese problema. Los pobres también, pero no es únicamente por esas razones. Acá no sabían ni su nacionalidad ni condición económica, solo vieron su color de piel y lo denominaron de esa forma despectiva”, apuntó.

El veredicto contra los rugbiers se conocerá el 6 de febrero.

Y añadió: “No les importó matarlo y se fueron a comer una hamburguesa, teniendo una certeza de impunidad total. Festejaron esto, de hecho hay una frase que repiten de que lo iban a tomar como un trofeo. Ese desprecio hacia una vida marrón es una constante en esta sociedad. Nos demuestra la magnitud del problema y  qué tan profundo está en nuestra sociedad, por eso es muy interesante que lo veamos. Necesitamos que el Poder Judicial se expida al respecto”.  

Un punto de partida para cambiar

“Creo que hay dos ejercicios que podemos hacer todas las personas. Uno es rastrear en nuestro árbol genealógico, pensar nuestros orígenes. Si tenemos a alguien que llegó de Europa es más fácil, pero si tenemos a alguien de aquí también hay que intentarlo”, dijo la entrevistada. Y concluyó: “Por otro lado, debemos observar en nuestro entorno dónde están las personas marrones y dónde las blancas. Una vez que podamos repensar sobre todo esto, conversar y llevar el debate a cada uno de nuestros espacios”.

“Tenemos que poner el tema en agenda, hablar con nuestras familias y amistades. Es así, hay que ir hablando hasta que las instituciones tomen nota y hagan lo que tienen que hacer”.

La nota completa con Ana Moncada:

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