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informe especial

Cómo reaccionamos ante el duelo

Qué nos pasa cuando un ser querido se va. Cuáles son los factores que nos movilizan. Y por supuesto, la palabra de especialistas.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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Pensar la muerte como una parte ineludible de la vida suena muy lindo en los papeles –o en la pantalla-, aunque llevarlo a la práctica no es tan sencillo. Cuando un ser querido deja este plano, sin lugar a dudas una parte de nosotros se va con ellos.   

Una fecha, un momento, un personaje, un aroma. Cualquiera puede ser un detonante que nos haga recordar. A veces con alegría, y otras no tanto. Pero según dicen los que saben, lo importante es aprender a transitarlo. A eso apunta este informe.

Hablemos de duelo

El sitio especializado TopDoctors.com lo describe como un estado psicológico que resulta de la pérdida de una persona importante, la cual por supuesto formó parte de la existencia del individuo.

La pérdida de un ser querido o una sustracción (patria, libertad, un ideal), en algunas personas incapaces de aceptar su ineluctabilidad, adquiere características patológicas.

La experiencia de la pérdida se experimenta de manera diferente en cada uno. Por lo tanto, es incorrecto desde el punto de vista clínico juzgar las reacciones psicológicas de un sujeto como patológicas en las primeras etapas del duelo.

Elisabeth Kübler Ross fue una psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en cuanto a la muerte, personas moribundas y cuidados paliativos.

A lo largo de su carrera, elaboró una teoría de cinco pasos para procesar el duelo.

  • Una fase de negación o rechazo de la realidad;
  • Una fase de ira, caracterizada por la sensación de soledad y la necesidad de dirigir el dolor externa o internamente;
  • Una fase de negociación o compromiso, que consiste en la revalorización de los recursos y realidad propios; 
  • Una fase de depresión, constituida por la conciencia de que la muerte es inevitable;
  • La última fase de aceptación del duelo, donde se toma conciencia de las diferentes condiciones de la vida.

Pero como se mencionó en el comienzo de esta crónica, puede variar según cada uno.

Una cuestión de actitud

En contacto con La Brújula 24, la licenciada Silvina Luján Becher -MP 00687- comentó: “Que una pérdida se de por perdida es una cuestión de donde se ponga el acento. Y de donde se ponga el acento no es una cuestión de voluntades”. En ese sentido, consideró que “intervienen diferentes factores: sociales, familiares, económicos y por supuesto subjetivos”.

“El concepto de duelo está ceñido de múltiples acepciones, hay quienes hablan de trabajo, hay quienes hablan de un proceso, hay quienes dicen que tiene un tiempo cronológico, y quienes sostenemos que es del orden de lo propio y subjetivo”, contó.

“Hay quienes dicen que tiene etapas y quienes pensamos que son diferentes formas de transitarlo. Freud dirá que el duelo es la reacción frente a la pérdida de un ser amado o de una abstracción que haga de sus veces, como un ideal la patria o la libertad”, explicó la profesional.

Y dijo: “Es la reacción frente a la pérdida de algo o alguien que es valioso para nosotros”.

Luego, a modo de reflexión, Becher remarcó que “atravesamos todo el tiempo duelos, solo por el hecho de estar vivos, solo por el hecho de saber que vamos a morir. Pero hay que aclarar que hay duelos y duelos. Hay pérdidas del orden del horror y hay pérdidas del orden de lo cotidiano. No toda pérdida amerita un duelo”.

Síntomas

Según señaló la psicóloga bahiense, el duelo “es eso que hace el psiquismo para dar una pérdida por perdida. Se supone que es algo necesario que hace el psiquismo y se espera que vaya cediendo luego de un tiempo. Se puede observar falta de interés por el mundo exterior, ensimismamiento, inhibición, pérdida de la capacidad de amar”.

“En casos donde esto pueda ser patológico hay pérdida de autoestima, autoreproches e insultos contra si mismo”, consideró.

Y cerró con una reflexión:

“Me gusta pensar que del duelo se sale con amor, en compañía de otros. El encierro y la soledad no ayudan. Se sale si hay una red donde caer si hace falta. No se sale olvidando, se sale perdiendo esa parte nuestra que se fue con el otro”.

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