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Opinión

¿Dónde están los límites?

Últimamente he escuchado, con alarmante frecuencia, casos de niños golpeados, abusados o víctimas de bullyng en las instituciones educativas.

Por Gabriela Biondo, artista y cantante (Gaby, la voz sensual del tango)

Últimamente he escuchado, con alarmante frecuencia, casos de niños golpeados, abusados o víctimas de bullyng en las instituciones educativas. Quizás sea casualidad, quizás la pandemia afectó a los chicos de manera significativa alterando su comportamiento en sociedad, quizás son simplemente el reflejo de las conductas que ven en sus hogares (correspondiéndose esto con la sociedad problemática en la que vivimos), tal vez siempre pasó y ahora los casos han ganado más visibilidad.

No sé cuál es la causa. Creo que hay que investigar qué nos está pasando para que emerjan estas conductas en las infancias, pero más urgente aún es saber qué hacemos con este presente. La problemática se torna cada vez más incontrolable y estamos refiriéndonos a los sitios de formación de nuestros futuros gobernantes, docentes, profesionales, técnicos, policías, médicos, amas de casa, etcétera, etcétera, etcétera.

¿Qué podemos esperar de una conducta de gravedad que no es sancionada? ¿Cuál es el mensaje que recibe nuestro hijo si pinta una pared y nosotros como padres no identificamos ese acto como indebido y se lo hacemos notar? ¿Qué ocurre si, sabiendo que no debe hacerlo, reitera el acto?, ¿no existe límite posible?. Si así fuera, como padres, deberíamos replantearnos algunas cosas.

Parece una comparación distante pero un alumno (y con este término me refiero a todos) que abusa, maltrata o lastima a un par, recibe como sanción el sentarse más lejos de ese compañero en la clase siguiente, una visita a la dirección, un sello rojo que finalmente se suma a una larga lista de amonestaciones o anotaciones en un legajo y no modifica su accionar necesita un límite que no se le está imponiendo.

¿Son las docentes a cargo las responsables de torcer esa conducta? ¿Los directivos? ¿Los padres? ¿El sistema educativo y sus reglas?

Esta no es una columna de opinión con certezas, es un escrito lleno de preguntas.

¿Cómo podemos educar a las futuras generaciones si, aún habiendo un abuso físico, no se puede suspender ni expulsar a un alumno de una institución?

El sistema educativo público, universal y obligatorio no puede discriminar a un chico por su conducta y privarlo de su educación; es su derecho… ¿y el derecho de la víctima dónde queda? ¿Dónde el de los compañeros que asisten a aprender y deben lidiar diariamente con la dificultad que uno o varios significan en ese camino?

“Es la vida” me dirán… que aprenda porque siempre se va a encontrar con gente que pueda lastimarlo.

No señores. Estamos hablando de niños, que tienen derecho a ser protegidos, que cuando salgan al mundo, sean mayores de edad y busquen su camino, ya tendrán armas para encontrarse con la selva y enfrentarla. Antes no. ¿Acaso alguien piensa que los suicidios adolescentes, las autoflagelaciones o las enfermedades nerviosas en un menor son sólo cuestiones personales que no tienen que ver con los grupos de pertenencia?

Es inconcebible que mandemos a estudiar a nuestros hijos con miedo, cuando la escuela siempre fue un refugio, un segundo hogar.

Hay que cambiar algo. No se puede permitir que el personal docente (desde la inspección a la maestra a cargo) no tengan herramientas para aplicar la disciplina y el cumplimiento del respeto por el otro.

“Se educa en casa y se aprende en la escuela”, eso es tan cierto como que algo está fallando si hay violencia entre compañeros. Entonces, ¿qué hacemos con el alumno? No podemos meternos en los hogares pero sí moderar lo que pasa en las instituciones.

La disciplina no es el servicio militar, no es autoritarismo, es EDUCACIÓN, lo que nos hace falta para empezar a crecer como personas, como sociedad y como país.

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