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Lucio Passarelli: “A los 6 años aprendí piano gracias al tango y no lo solté”

Arreglador, compositor y director, “el maestro” repasó sucesos imborrables. Sus cinco discos. La Orquesta Sinfónica. Y una frase: “Mis temas son más elaborados que los que solo pretenden ser bailados”.

Por Leandro Grecco
[email protected] – Instagram: @leandro.grecco – Twitter: @leandrogrecco

“Si querés ser alguien en la vida, estudía”. Una frase que casi hasta el hartazgo se ha transmitido por generaciones, pero no por eso menos cierta. También es real que no todos encuentran allanado el camino para encontrar la vocación que los complete como personas. Siguiendo con los dichos populares, “serás lo que debas ser, o no serás nada” puede resultar muy cruel, pero grafica en cierta manera el tránsito del ser humano por este mundo.

El protagonista de este artículo cuadra perfecto en la descripción previamente expuesta. Apenas estaba aprendiendo a leer y escribir ya había descubierto hacia dónde se perfilaba su destino. Su entorno más cercano lo incentivó y no lo privó de incursionar en una actividad que penetró hacia la fibra más profunda de su ser cuando ejecutó los primeros acordes frente al instrumento que le dio sentido a su vida.

Lucio Passarelli no solo se transformó en un talentoso pianista, de los más notorios del país, sino también que es un baluarte en el mundo del tango. Y no se la creyó (tenía con qué), al punto de transformarse en arreglador, compositor y director, un orgullo para la ciudad. La Brújula 24 se acercó a su domicilio y mantuvo una charla cordial con una leyenda viva que sigue activa, creando y generando proyectos para defender un género musical que lejos está de la extinción.

“Soy hijo de padre italiano y mi mamá nació en Argentina, aunque criada en Italia. Nací en Bahía Blanca hace 78 años y tengo un hermano tres años mayor que reside en Roma desde hace un largo tiempo. Mis primeros años los viví junto a mi familia en una casa de Las Heras al 400 y ya a los seis años empecé a estudiar piano con una profesora que vivía cerquita de casa, sobre calle Dorrego. Fue una actividad que me iba gustando cada vez más, a punto tal que empecé a incursionar en el mundo del tango. Mi hermano empezó a comprar discos de pasta 78  que aún atesoro y cuando escuché a Horacio Salgán me volví loco, no hubo un pianista como él”, recalcó Passarelli, adentrándose rápidamente en su devoción por el dos por cuatro.

Obviamente que, al mismo tiempo, Lucio vivía de igual manera que los chicos de su edad también: “Estudié la primaria en la Escuela Nº 4 de calle Lamadrid y el secundario lo hice en el Colegio Nacional, para luego recibirme de Químico y más tarde de Bioquímico en la Universidad Nacional del Sur”.

“A mi mamá toda la vida le había gustado el piano y no había tenido la posibilidad de aprender a tocarlo, por eso me alentó a que tome clases del instrumento. Me especialicé en otras variables de la música, como la armonía, el contrapunto y, finalmente, la composición porque para ser un músico completo hay que abarcar un poco el abanico de opciones artísticas”, sintetizó, desde el cómodo living del inmueble ubicado en el barrio Universitario, recalcando que “componer música requiere de mucha inspiración y sabiduría”.

“Pese a que tenía en claro de que mi vocación era la música, mi medio de vida durante 20 años fue un laboratorio que tuve junto a dos socios y que por razones económicas dejamos la actividad”

lucio passarelli

Eran tiempos de toma de decisiones y, a la luz de los hechos, no se equivocó: “Tras esa experiencia aparece en mi vida el trabajo en la Orquesta Sinfónica como copista y archivista. En ese momento sentí que estaba en lo mío y permanecí 16 años, donde llegué a ser Subjefe del Archivo. Además, los directores, sobre todo el maestro Ulla, cuando iban a Europa y llevaban material de tango me pedían los arreglos, lo cual era algo que me llenaba de orgullo y placer”.

“Mi esposa, Susana Pachela, fue y es un pilar fundamental en mi vida que aprendió a gustar del tango casi sin tener otras opciones por mi pasión inocultable. Tenemos tres hijas, de las cuales solo la más chica vive en Bahía porque la mayor está en Neuquén y la del medio en España. Casualmente hace unos días regresamos luego de dos meses de visitarla, aprovechando cierto respiro que había dado la pandemia y teniendo en cuenta que llevábamos más de dos años sin verla”, aclaró, en una conversación que fluctuaba con saltos permanentes en la línea de tiempo.

Retomando sus comienzos en el arte, el talentoso pianista afirmó: “En aquellos primeros años ligados al tango uno tenía que rendir cuentas ante la familia por la gran cantidad de actividades y eventos que había, algo que hoy se extinguió notoriamente. Me tocó trabajar mucho en los bailes, locales nocturnos y actualmente vivir de la música se torna prácticamente imposible, aún más en tiempos de coronavirus”.

“Tuve la suerte de grabar cinco discos y recuerdo que el primero de ellos me parecía una utopía y lejano, pero luego vinieron los restantes que me hacen sentir muy realizado como artista. Uno de los mejores momentos como músico se dio gracias a la amistad de varios años que me une con Osvaldo Piro, dueño de un estilo muy definido, una gran persona que en cada charla y con una lucidez envidiable pese a sus 85 años, me deja un consejo o enseñanza”, consideró Passarelli, mientras el sol de la tarde de verano entra tenue por una de las ventanas.

Sobre aquella experiencia y con una sonrisa pícara describió: “Solíamos mandarnos las composiciones de cada uno hasta que un día me dijo ‘Lucio, por qué no hacemos algo juntos’. Fue una propuesta que me movilizó porque él es uno de los pocos maestros que quedan de la vieja guardia, luego de la partida de Troilo, Salgán, entre otros. Fue así que hace tres años compusimos el tema ‘A la distancia’ que lleva ese nombre porque él desde La Falda (Córdoba) y yo desde Bahía Blanca”.

“Los chicos que integran el grupo del que soy parte se reían muchísimo de nosotros porque a ambos nos cuesta horrores el manejo de la tecnología y nos mandábamos las partituras por correo tradicional. Así todo, logramos sacarlo a la luz. Este tango primero lo grabé yo y luego Piro junto a otro tema mío que se llama ‘Entrañable’. Fue uno de los momentos más felices de mi vida por la magnitud de lo que significó grabar con un referente del género”, destacó, dejando entrever un costado emotivo.

La música le permitió a Lucio salir del país, una vivencia inolvidable: “Con la Sinfónica fuimos a Fermo, ciudad hermana de Bahía Blanca, y el director de la orquesta, sabiendo que en Europa gusta más el tango que en Argentina, armó un grupito e íbamos a tocar a los pueblos cercanos. En la comitiva estaba Antonio Volpe como bandoneonísta, porque hacíamos una obra que contaba con los arreglos de Atilio Stampone”.

“A eso se le sumaba el violín y el contrabajo para armar un conjunto genial porque acá conseguir un piano es una odisea, mientras que allá llevaban un trailer con uno de cola. Nos mirábamos y no lo podíamos creer, porque nosotros veníamos de la experiencia de nuestro país donde se toca con el piano eléctrico”, distinguió, con relación a los años luz de diferencia entre aquella cultura y la nuestra.

Consultado respecto a por qué, pese a su pericia para ejecutar el instrumento, no se planteó la posibilidad de trascender: “Soy de perfil bajo y creo que tengo mayor reconocimiento entre los músicos en Buenos Aires, pese a que nunca toqué allá porque no se me dieron las oportunidades ni tampoco las busqué. Percibo a Bahía Blanca como una ciudad fría”.

“En octubre del año pasado me convocaron junto con la Orquesta Sinfónica, por el centenario del natalicio de Astor Piazzolla. Tenía unos diez arreglos para tocar con la formación completa y logramos presentarlo, incluyendo a mi cuarteto de músicos y debo reconocer que salió algo muy lindo en la reapertura del Teatro Municipal, para luego repetirlo en el Club Villa Mitre. Ahora estamos esperando alguna fecha que nos permita volver a presentarnos”, aseguró, quien sin dudas cosechó muchas satisfacciones.

El compositor debe estar siempre predispuesto para crear: “A veces uno tiene una idea en la cabeza, compuesta tan solo por dos o tres compases, los anota. Con el paso del tiempo, los revisa y toma esos apuntes para, con el conocimiento que trae de tantos años, desarrollarlos y armar un tema. De esa forma me manejo, sabiendo que hay momentos de mayor inspiración y otros en los que uno se frustra porque cuando estoy un tiempo sin hacer nada, por dentro me pregunto si se me terminaron las ideas, pero es cuestión de dejar pasar los días y siempre vuelven”.

“Hoy disfruto de ir a caminar solo, es por ello que fui creando varios recorridos para hacerlo más llevadero. Es lo único que hago porque a esta altura de mi vida no se me cruza por la cabeza anotarme en un gimnasio. Mi otra actividad diaria es la lectura y a veces me prendo con alguna serie de televisión y ni hablar de otro de los motores de mi vida, que son los seres queridos”, manifestó el multipremiado y distinguido artista local.

Inmediatamente, Lucio abrió las puertas de su intimidad: “Dos de mis nietos viven en Neuquén, uno en España y el más pequeño acá en Bahía, al cual logré hacerlo hincha de Lanús, aprovechando que su papá no es futbolero, club del que me hice fanático de chiquito y no me preguntes por qué. Le conseguí una camiseta por intermedio de un amigo que vive acá a la vuelta y es simpatizante del “granate”. Espero que con los años, mi nietito no me pase factura por esto, porque pese a que tiene apenas un año y medio ya tiene fotos con la camiseta”.

Para el final, dejó lugar a un análisis de la actualidad: “Hoy hay mucho tango feo, que no entiendo cómo le puede gustar a la juventud, el cual consigo emparentarlo con el que está pensado solo para que la gente lo baile. Sostengo que es un género maravilloso donde todo lo que uno estudia en el ámbito de la música clásica se puede volcar al tango. La música que compongo es para que el público la escuche, más elaborada y no se adapta a lo que se difunde en los bailes porque los pies se mueven de otra manera”.

“Esta cualidad me convirtió en un artista menos comercial, pero no me arrepiento en lo más mínimo, teniendo en cuenta que siempre tuve en claro cuál era mi norte para perfeccionar la obra y supe decir ‘no’ cuando me querían contratar para una milonga. Tan mal no me ha ido y nunca dudé al negarme en incursionar en otro terreno. Mi convicción va por otro lado”, finalizó Passarelli.

La formalidad de la entrevista culminó y llegó el momento de conocer el rincón de su casa donde se generan las más excelsas creaciones, con la humildad de los grandes se despojó de cualquier tipo de misterio que pueden ocultar las habitaciones donde germinan las melodías que lo llevan a ser merecedor de los aplausos de quienes lo siguen desde hace décadas. Porque en definitiva, quién se cree el dueño del éxito y, en definitiva, el protagonista de este artículo ha dado sobradas muestras de lograr todo lo que se propuso.

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