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caso garcía gurrea

Tamara y Cristian Pampín estaban “muy angustiados” luego de la desaparición

Tras pedir disculpas por el incidente protagonizado por su esposa, Alberto reveló que lavó la EcoSport secuestrada “solo por fuera”. Y desmintió a la testigo que afirmó haber visto sangre en su interior.

La investigación del caso García Gurrea sumó un nuevo capítulo en las últimas horas luego de que se conociera que la Justicia decidió investigar los movimientos de Cristian Pampín, ex marido de Pamela Antúnez, una de las sospechosas de la desaparición de Gabriel.

Por estas horas, los investigadores están mirando los movimientos de la noche anterior para saber qué hicieron tanto Cristian como su hija Tamara. A él lo allanaron dos veces, la primera salió corriendo y la segunda intentó huir pese a que no había orden de detención.

Le secuestraron su teléfono celular, su vehículo (una EcoSport) que habría sido lavada horas posteriores a la desaparición en un lavadero. Una testigo cuenta que Cristian y Tamara no solo fueron a lavar el auto, sino también a buscar ayuda espiritual que brinda el dueño del local.

Luego del incidente ocurrido ayer que involucró a la pareja de Alberto –titular del lavadero– y LA BRÚJULA 24 y de pedir disculpas por la forma en la que lo increpó al periodista, bajaron los decibeles y fue su esposo quien dio la cara para contar lo sucedido.

“Esto es algo que uno no espera. La Policía vino a mirar las cosas, les mostré todo: aspiradoras, las tres cámaras de seguridad por donde pasa el agua que no son ni más ni menos que rejillas que se llenan de barro y tengo que limpiar periódicamente”, enfatizó Alberto, en su charla con el periodista Germán Sasso.

Y enfatizó que “estamos pasando un mal momento por algo que uno no tiene nada que ver, justo ayer me tenía que ir a mi otro trabajo. Soy albañil, una persona trabajadora. Conozco a Cristian y su familia del barrio, porque viví en Fournier al 600, me crie cerca de la casa de ellos”.

“Cuando puedo también trato de ayudar a la gente espiritualmente, dependiendo del problema con el que vengan a verme. Cristian no vino al lavadero, se presentó en mi casa, muy descompuesto. Lo medí y comenzó a vomitar. Le dije que seguramente había comido algo en mal estado y se fue. No sé a qué atribuir ese estado. Si supiera que estaba en algo raro sería el primero en decirlo”, aclaró, en otro segmento de la entrevista radial.

Paralelamente, admitió que “posteriormente, Cristian me pidió si podía traer a la hija, quien estaba muy angustiada porque andaba mal el negocio. La medí en tres sesiones. Ella tenía a su marido preso y nunca me refirió el motivo de su llanto del primer día porque supuestamente repuntó su trabajo”.

“Las dos veces siguientes que se acercó ya no estaba tan triste. Le dije que si quería exteriorizar su angustia lo hiciera conmigo o con alguien de su familia. En la tercera sesión cuando ya estaba muy bien vino con su abuela que tenía dolor de muela y a la cual conozco de toda la vida, una mujer muy trabajadora”, sostuvo Alberto, describiendo al entorno de los implicados.

Consultado respecto a su trabajo paralelo, detalló: “Curo el empacho, con plantas también hago tratamiento para las hemorroides, dolor de muelas”, al tiempo que recordó: “Un sábado a la tarde, cuando me iba a jugar al fútbol, llegó Cristian un rato antes y me pidió si le podía lavar la camioneta. Mi familia no estaba y le aclaré que solo se la podía lavar por fuera, a lo cual accedió. Adentro no se lavó nada”.

“Nunca tuve empleados. La chica que declaró vivió en mi casa cinco meses, nunca fue empleada nuestra y su padre al cual conozco hace años está preso y me pidió si la podía tener acá. Ella era como una hija más, compartía la habitación con mis dos nenas y se peleó con mi señora que tiene carácter muy fuerte”, resaltó Alberto.

Y fue aún más tajante: “El lavadero no tiene luces, solo un foco y de noche no se puede lavar, Es mentira lo que ella dice, el Citröen C4 nunca se lavó acá, ni siquiera ingresó al lavadero, solo estuvo afuera de mi casa. La Policía tiene las puertas abiertas de mi casa porque no tengo nada que ocultar”.

“Cristian nunca más vino a mi casa, tampoco lo eché porque no soy una persona maleducada. Solo Dios y ellos saben si están involucrados en la desaparición. Tienen que tener la mente y el corazón limpio para que les vaya bien en la vida. Todos los días me levanto a laburar, mi señora y mi hijo atienden el lavadero para que entre un mango más a la casa”, manifestó.

Por último, el titular del lavadero ubicado en Falcón al 2000 aseveró que “a Gabriel lo conocía del mercado en la época en la que yo trabajaba en el hospital. Lo he visto en la casa de la mamá de Cristian, pero nunca lo traté. Veo el sufrimiento de los padres de este chico y pasó mucho tiempo. Veo cosas raras, pero es la Justicia la que debe investigar”.

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