Por Daniela Rodríguez
Con la fuerza de las mujeres, la juventud y la clase trabajadora

Por Daniela Rodríguez, militante del PTS, Pan y Rosas
Soy Daniela Rodríguez, parte del movimiento de mujeres y disidencias y desde hace más de una década milito en el PTS, Pan y Rosas y en el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Soy parte de las mujeres que sufrimos en todos estos años el deterioro de nuestras condiciones de vida. Lo veo en las familias de mis alumnas y alumnos. Esta situación se profundiza con las políticas de endeudamiento acordadas con el FMI por el gobierno de Macri, y que el Frente de Todos está dispuesto a continuar. Pero también, soy parte de las mujeres que conquistamos en las calles, siendo miles, el derecho al aborto. Ese es el camino porque el futuro que queremos es el futuro que peleamos.
La crisis se profundizó y siempre somos las mujeres las más perjudicadas. En Bahía Blanca, creció sobre todo entre las mujeres jóvenes (14 a 30 años) en un 14 % en el último trimestre. Desde hace más de un año acompaño a las mujeres que, frente a las consecuencias de la pandemia, perdieron su trabajo y se vieron obligadas a tomar terrenos para preservar a sus familias. El problema de la vivienda es histórico en la ciudad. Hacen falta 17 mil viviendas. Ninguno de los gobiernos que pasaron por la Municipalidad han hecho nada serio. Sólo proponen desalojos y represión. Vimos también crecer los casos de violencia hacia las mujeres. En Bahía, en los últimos 5 años, hubo 12 femicidios y las denuncias aumentan día a día, por ellas también nos movilizamos en las calles y decimos que hay que afectar las ganancias de los que se enriquecen en el Polo y el Puerto para organizar un plan de obras públicas que genere trabajo para construir viviendas y refugios.
Pero mientras las mujeres trabajadoras salimos a pelear por aumento salarial y mejores condiciones de trabajo como las docentes, enfermeras, las trabajadoras esenciales, las cadetas precarizadas, las fotos del brindis en Olivos y de los mariachis de Carrió muestran los privilegios de algunas mujeres frente a la mayoría. Las concejalas bahienses ganan 5 veces más de lo que gano yo como docente. Además, como dijimos desde la izquierda, el decreto presidencial que impuso la cuarentena empoderó a las fuerzas represivas y la juventud era perseguida en los barrios, las policías provinciales reprimieron y asesinaron a jóvenes trabajadores. Así vimos que no se salvaron ni quienes sacaban a pasear su perro, como le pasó a Luciano González a mediados de abril de 2020, cuando entre cuatro policías lo golpearon y quebraron el tabique.
Pero hubo casos peores. La persecución a la juventud la vivimos muy de cerca cuando la Bonaerense criminalizó y encarceló en una causa armada a los 14 jóvenes cultivadores de Puán. Y cuando esa misma fuerza fue la última que vio con vida a Facundo Castro, cuyo cuerpo apareció 107 días después en Villarino Viejo. Facundo fue detenido por romper la cuarentena y cuatro meses después apareció muerto. Contra los privilegios de los poderosos, por los derechos elementales, por memoria, verdad, justicia y una vida que merezca ser vivida es que alzamos nuestra voz y nos organizamos.
A mí particularmente me conmueven y me inspiran mujeres como Celia, nuestra Madre de Plaza de Mayo, Mónica, la mamá de Juan Cruz Manfredini víctima de la precarización laboral, Mónica, mamá de Mica víctima de femicidio, María mamá de Sebastián Bustos y Sonia, mamá de Giuliano Gallo víctimas de gatillo fácil.
Soy Daniela Rodríguez, parte del movimiento de mujeres y disidencias y desde hace más de una década milito en el PTS, Pan y Rosas y en el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Soy parte de las mujeres que sufrimos en todos estos años el deterioro de nuestras condiciones de vida. Lo veo en las familias de mis alumnas y alumnos. Esta situación se profundiza con las políticas de endeudamiento acordadas con el FMI por el gobierno de Macri, y que el Frente de Todos está dispuesto a continuar. Pero también, soy parte de las mujeres que conquistamos en las calles, siendo miles, el derecho al aborto. Ese es el camino porque el futuro que queremos es el futuro que peleamos.
La crisis se profundizó y siempre somos las mujeres las más perjudicadas. En Bahía Blanca, creció sobre todo entre las mujeres jóvenes (14 a 30 años) en un 14 % en el último trimestre. Desde hace más de un año acompaño a las mujeres que, frente a las consecuencias de la pandemia, perdieron su trabajo y se vieron obligadas a tomar terrenos para preservar a sus familias. El problema de la vivienda es histórico en la ciudad. Hacen falta 17 mil viviendas. Ninguno de los gobiernos que pasaron por la Municipalidad han hecho nada serio. Sólo proponen desalojos y represión. Vimos también crecer los casos de violencia hacia las mujeres. En Bahía, en los últimos 5 años, hubo 12 femicidios y las denuncias aumentan día a día, por ellas también nos movilizamos en las calles y decimos que hay que afectar las ganancias de los que se enriquecen en el Polo y el Puerto para organizar un plan de obras públicas que genere trabajo para construir viviendas y refugios.
Pero mientras las mujeres trabajadoras salimos a pelear por aumento salarial y mejores condiciones de trabajo como las docentes, enfermeras, las trabajadoras esenciales, las cadetas precarizadas, las fotos del brindis en Olivos y de los mariachis de Carrió muestran los privilegios de algunas mujeres frente a la mayoría. Las concejalas bahienses ganan 5 veces más de lo que gano yo como docente. Además, como dijimos desde la izquierda, el decreto presidencial que impuso la cuarentena empoderó a las fuerzas represivas y la juventud era perseguida en los barrios, las policías provinciales reprimieron y asesinaron a jóvenes trabajadores. Así vimos que no se salvaron ni quienes sacaban a pasear su perro, como le pasó a Luciano González a mediados de abril de 2020, cuando entre cuatro policías lo golpearon y quebraron el tabique.
Pero hubo casos peores. La persecución a la juventud la vivimos muy de cerca cuando la Bonaerense criminalizó y encarceló en una causa armada a los 14 jóvenes cultivadores de Puán. Y cuando esa misma fuerza fue la última que vio con vida a Facundo Castro, cuyo cuerpo apareció 107 días después en Villarino Viejo. Facundo fue detenido por romper la cuarentena y cuatro meses después apareció muerto. Contra los privilegios de los poderosos, por los derechos elementales, por memoria, verdad, justicia y una vida que merezca ser vivida es que alzamos nuestra voz y nos organizamos.
A mí particularmente me conmueven y me inspiran mujeres como Celia, nuestra Madre de Plaza de Mayo, Mónica, la mamá de Juan Cruz Manfredini víctima de la precarización laboral, Mónica, mamá de Mica víctima de femicidio, María mamá de Sebastián Bustos y Sonia, mamá de Giuliano Gallo víctimas de gatillo fácil. Y sobre todo la fuerza y el coraje de Cristina Castro, mamá de Facundo quien está dando una pelea a brazo partido contra los criminales y sus cómplices en la búsqueda de verdad y justicia. Nada de mi militancia tendría sentido si no estuvieran ellas.
Nota de Redacción La Brújula 24:
En la causa Astudillo Castro está probado que no fue la policía la última en ver con vida a Facundo. También está probado en el expediente judicial que no hubo una desaparición forzada.
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