WhatsApp de Publicidad
Seguinos

Por Pablo Obreque

El eterno círculo vicioso argentino

Por Pablo Obreque, economista, docente universitario y consultor económico

La economía argentina se encuentra sumergida en un estado de estanflación (inflación de más de 20 por ciento anual más estancamiento de la actividad económica) que ha durado más de 10 años. Para hacer este diagnóstico no es necesario ser experto en economía sino que alcanza con observar lo que se conoce como ¨la calle¨. Dado que sabemos cómo estamos, tenemos que hacer foco en los difíciles y portentosos desafíos que tenemos por delante. El economista Adolfo Canitrot decía que no se puede analizar la economía argentina sin comprender lo que pasa con la política. La política está muy integrada a la economía y para eso hay que mirar con especial atención al Poder Ejecutivo, el encargado de tomar decisiones y marcar las reglas de juego de la economía nacional. La credibilidad resulta fundamental para la consecución de sus objetivos.

En 1949 el ministro de economía de la recientemente formada República Federal de Alemania (Alemania Occidental), Luwding Erhard, introdujo una reforma monetaria. Ésta consistió en descartar la vieja moneda y en entregar a cada ciudadano una cantidad igual de marcos alemanes (moneda alemana hasta ser reemplazada por el Euro en el año 2000). Como si eso fuera poco, decidió liberar todos los precios.  Esta política de choque no agradó a muchos, pero fue aceptada por la mayoría de la población dado que la situación inflacionaria y de desempleo previa era insostenible. La política de Erhard destrabó la economía y a partir de su reforma se dio lo que hoy conocemos como el milagro alemán.

La historia demuestra que Argentina ha salido de sus recurrentes crisis con programas económicos de shock, porque los argentinos solo calmamos nuestra ansiedad con shocks. La mayoría de los planes anti-inflacionarios fueron expansivos, resultando en una baja de la tasa de interés y en el crecimiento del nivel de actividad. El problema de estos programas fue y será preservar los resultados positivos iniciales lo largo del tiempo. Eso requiere esfuerzo, equilibrio, disciplina macroeconómica y credibilidad, cosa fácil de postular en la teoría y difícil de lograr en la práctica.

Nuestro país debe resolver este círculo vicioso de inflación, recesión, deuda, devaluación y estancamiento. Para eso hay que ponerse a trabajar en serio, en primer lugar para volver a crecer. Sin crecimiento económico no vamos a ningún lado. Y el crecimiento, como en el resto de los países del mundo, es el resultado de inversiones productivas. Pero para hacerlas, el sector privado debe ganar dinero. Para eso tiene que vender, lo que a su vez requiere que produzca bienes y servicios. Y esto implica que las firmas tengan que demandar empleo. Esto no ocurre bajo las condiciones actuales, en las cuáles el sector privado no encuentra incentivos para arriesgarse a invertir ya que después de pagar los gastos e impuestos no le queda nada. 

Para volver a crecer y evitar una nueva crisis, hay que resolver los problemas del presente. Si no, el pánico va a crear las condiciones para disciplinar por las malas a la economía. Por eso le pregunto a nuestro amigo lector: ¿Es viable que se dediquen dos de cada tres pesos del presupuesto al gasto social? ¿Tiene sentido que en varias provincias el sector privado sea inviable porque debido al sistema de coparticipación sea más conveniente trabajar en el sector público? La respuesta negativa a estas preguntas indica que se debe trabajar desde ahora para revertir estas condiciones porque el tiempo corre y el costo de la corrección puede ser muy alto.

Lo más leído