Seguinos

Opinión

La viveza argentina

Por Alejandro Gabriel Gorosito, coautor del libro “El constitucionalismo bonaerense en el Siglo XX”

Cuenta un observador que un viajero argentino mientras conducía  un automóvil alquilado por una calle madrileña, al cruzar un semáforo en rojo, fue sorprendido por un efectivo de la Guardia Civil.  Tras detenerse, el agente policial le preguntó: “¿Usted es argentino?” A lo que el viajero sorprendido le respondió: ¿Qué pasa che?¿Los únicos que cruzamos un semáforo en rojo somos los argentinos?” “No”, contestó el oficial, “pero son los únicos que sonríen al hacerlo”.  La anécdota fue magistralmente relatada por Marcos Aguinis, y refleja una  de las principales características del “atroz encanto de ser argentino”: la anomia.

Carlos Santiago Nino calificando a la Argentina como “un país al margen de la ley”, arriba a la conclusión que sus consecuencias generan un estado “frustración colectiva, aún de los propios autores de actos ilegales” siendo este atributo nacional de antijuridicidad generalizada una de las principales causas del “subdesarrollo argentino”.

Es que el incumplimiento generalizado a las normas jurídicas constituye uno de las características propias de la argentinidad.  Desde quien “se cola” en la fila del banco o de vacunación, hasta quien incumple deliberadamente sus obligaciones comerciales –llevando a la quiebra a su empresa- desde quien no registra correctamente a sus empleados ni deposita sus cargas sociales, hasta quien organiza una fiesta clandestina en plena pandemia. Podemos decir que tanto los grandes escándalos de corrupción  que involucran a reconocidos líderes argentinos hasta las pequeñas costumbres cotidianas, el incumplimiento de las normas en general, forma parte de la llamada “viveza criolla”. 

Al respecto, el  Indice de Percepción de la Corrupción elaborado por la ONG Transparencia Internacional en el año 2019 ubicó a la Argentina  en el puesto 66 de 180 países, teniendo el “honor” de compartir el podio al lado de países como Senegal, Bielorrusia, Rumania, Sudáfrica y Surinám[i]. Diversas mediciones realizados desde la década del 30 coinciden en que la economía informal se localiza en alrededor del 60 por ciento del PBI registrado o aproximadamente un 37,5 por ciento del PBI total.  En el caso del sector financiero las magnitudes son aún más importantes, ya que -por solo poner un ejemplo- en el año 1986 los activos financieros informales representaban un 157 por ciento de los formales o un 60 por ciento del total.

Jorge Luis Borges, con su inmortal pluma, fue quien mejor lo resumió: “El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado (...) el argentino es un individuo, no un ciudadano.”

          

Advertisement
Advertisement
Advertisement
Advertisement

Más Leídas