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Nacida para cantar: una radiografía por la carrera de la inigualable Nora Roca

Una charla íntima con una de las mejores intérpretes de tango del país. El repaso de sus inicios, la actualidad y proyectos: “Reivindico a las mujeres que nos abrieron el camino en un ámbito artístico tan difícil para nosotras”.

Por Leandro Grecco, redacción La Brújula 24
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En el ambiente artístico, la popularidad suele confundirse con talento. Muchos de los que abrazan a la música en sus diferentes expresiones y géneros, suelen tener en claro lo efímero del éxito, particularmente cuando se trata de interpretaciones algo más alejadas a lo que supone millones de reproducciones en Spotify o Youtube. En la ciudad no sobran los ejemplos, pero quizás una de las máxima exponentes, por trayectoria y profesionalismo, de este tipo de casos es Nora Roca, quien pese a no transitar su etapa de mayor exposición, mantiene una vigencia que solo se explica a partir de un trabajo vocal majestuoso, el mismo que la llevó a pisar los escenarios más importantes del país.

El tango fue y sigue siendo su faro, aquel que le permitió ganar un Premio Gardel por su labor en 2013. Pero aquello no fue casual. Nacida en el Hospital Ferroviario de Bahía Blanca, se crió en el Barrio Obrero de Ingeniero White y, si bien su sueño de niña era ser médica pediatra, ella siempre tuvo en claro que su formación arrabalera tiraba mucho más. Mamá de Paula, su hija que es musicoterapeuta especializada en el tratamiento del espectro autista de niños y está a punto de convertirla en abuela.

Junto a sus padres y su hermana, en la fiesta de La Fraternidad.

“Nunca compuse canciones. Muchos artistas nacen con ese don de la inspiración, pero también soy totalmente consciente de que esa capacidad se trabaja. Alguna vez lo intenté, pero admito que me falta paciencia. Si no me sale de una, se desmorona mi voluntad. Con esto del confinamiento estoy tratando de ejercitarme en ese sentido. Creo que la llegada al mundo de mi nieto (dentro de un mes) va a despertar en mí el deseo de volcar en un papel o en el teclado de una computadora aquello que tanto anhelo”, refirió con un tono de voz tan acorde como cuando lleva adelante lo que mejor sabe hacer: cantar.

Nora cursa el tercer año de la Tecnicatura de Intérprete y Coreógrafo en Tango que dicta la Escuela de Danzas y, entre otras actividades, integra el grupo de Mujeres Empresarias, Profesionales y Emprendedoras de la UIBB y en un descanso entre sus múltiples actividades, explicó que “aunque no lo parezca, soy una persona introvertida. En las clases por Zoom, si no me piden una opinión, permanezco expectante. Opto ser una oyente de esas clases. Sin embargo, muchas veces me preguntan cómo hice para subirme a un escenario a cantar o, simplemente, hablar con el público, ante miles de personas. Y tiene que ver con la seguridad que me da plantarme y ejecutar aquello para lo que me preparé”.

“En el Café Tortoni la peleamos, con Víctor (Volpe) que viajaba todas las semanas a Buenos Aires y nos presentamos para seis o siete personas, en un auditorio para no más de 30. Pero también me ocurrió en Brasil o Cosquín, cantando para una marea humana. Empezaba la música y los nervios quedaban atrás. Uno se transportaba a otro plano, al punto que me costaba bajar a la realidad luego del concierto. No es tan sencillo desconectar ese chip al momento de ir a descansar. Y eso se potencia aún más cuando uno termina de trabajar apenas entrada la madrugada”, describió una de las referentes históricas de la música popular argentina.

De izquierda a derecha: El Maestro Osvaldo Pugliese, Aída Musumeci y Nora Roca.

Y se adentró en aquel concepto, porque se definió como noctámbula a la que le gusta quedarse hasta tarde escuchando música: “Opto por el tango, el jazz, clásica y hasta folklore. Aunque parezca increíble, una de mis primeras influencias en mi adolescencia fueron Los Beatles, su música me partió la cabeza. Sin embargo, me considero abierta, capaz de disfrutar eso que suena agradable al oído o deja un mensaje. En casa no hay televisor y con la computadora me informo escuchando alguna radio o leyendo portales digitales. Lo justo y necesario, porque el consumo en exceso de las noticias hace daño”.

Claro que hubo un hecho que la marcó: haber levantado la estatuilla de un Gardel, situación que con la humildad de los grandes definió como “algo inesperado”, al tiempo que añadió que “a partir de que el disco ganó aquel premio, Adicapif me convocó para ser jurado todos los años. Implica escuchar muchísimo material para votar seis categorías obligatorias (entre ellas mejor álbum, canción del año) y completar con otras cuatro que suelen ser tango y folklore. El tango está vivo en nuestro ADN. Mezcló el sentir de los inmigrantes y los criollos. Pasó infinidad de altibajos, fue defenestrado y lo dieron por muerto, pero está más de pie que nunca. No reniego de la incursión de cantantes de otros géneros, lo considero una reivindicación y es un aporte para que esa canción llegue a otros públicos”.

Dos materiales marcaron su carrera: por un lado el disco Esencia, producido por Carlos Ceretti y dirigido por el maestro Carlos Buono, además de los invitados Víctor Volpe y Tony Gallo. Y El Sol de Monte Hermoso que también fue obra y gracia de Ceretti, quien incluso escribió las letras y la música de Omar Pometti.

En tiempos de reivindicación de género, Roca admite que “hay canciones que ya no pueden cantarse por el contenido de su letra. Soy una convencida de que no se las debe juzgar porque responden a un contexto ligado al pasado. Hay un tema que dice ‘…de las mujeres mejor no hay que hablar, todas, amigo, dan muy mal pago (…) no consigo convencerme, como pude contenerme, y ahí no mas no la maté…’. Y me ha pasado con otro que se llama ‘Nada más’, que se baila en las milongas, pero que deja un mensaje que no me gusta por esa misma razón. En alguna oportunidad tuve que interpretarlo porque ya figuraba en el listado del show, pese a que no lo hubiese elegido”.

Posando junto a una de las máximas exponentes del rock nacional: Hilda Lizarazu.

“En un género tan difícil para la mujer, reivindico las figuras de María Graña, Susana Rinaldi, Eladia Blázquez, Nelly Omar, Virginia Luque y Azucena Maizani entre otras fueron referentes de distintas etapas de la historia del tango. En alguna oportunidad he sentido que el cantor varón ha tenido una predilección por sobre la mujer, pero es más el mito en torno a eso que la realidad. Aún queda camino por recorrer para lograr esa igualdad tan reclamada”, sintetizó, mientras saluda a infinidad de amigos (muchos de ellos seguidores de su carrera) que la ven sentada en la mesa del bar.

Llegó el momento de autodefinirse, tarea nada sencilla para alguien con tanto talento: “Me considero una artista, del canto y, en menor medida, la danza. Incluso me apasiona la pintura, la escultura y la cerámica. Hasta estudié en la Universidad Nacional de las Artes. Planeo dedicarle más tiempo a eso cuando me aleje definitivamente de los escenarios. Actualmente le estoy dando clases por Zoom a una nena neuquina de 12 años. Llegué a ella gracias Enrique Nicolás, reconocido pianista y director de orquesta, con el cual grabé un tema de Eladia Blázquez que fue seleccionado en un material por los 100 años del maestro Astor Piazzolla, que llegó a todas las embajadas del mundo. Volviendo a mi alumna, tiene un talento especial para forjarse un camino en el tango”.

Nelly Omar y Nora Roca, dos exponentes de la cultura argentina.

“En mi recorrido me tocó salir del país, presentarme en una gira de 40 días en Japón con una pequeña compañía. Gracias al tango conocí muchas ciudades de Brasil, pasé por Bolivia, incluso me presenté en Washington, pero mi cuenta pendiente fue Europa y particularmente Italia”, recalcó, trazando un objetivo: “Soy ciudadana de aquel país, mi papá nació en la isla de Ponza. Mi hermana y mi hija tuvieron la posibilidad de recorrer aquellas tierras. Ese es mi sueño que estoy segura que voy a cumplir algún día, ojalá sea cantando. Cuando estuvo la posibilidad de ir a Fermo, que es ciudad hermana de Bahía, yo estaba trabajando en un reducto porteño llamado Casablanca. Tuve que elegir y opté por no viajar a Italia”.

“El aplauso del público es irremplazable y la pandemia nos lo robó. Hay veces que hasta me planteo retirarme, me saturo y quiero largar todo. Más allá de algún streaming que he hecho de manera muy artesanal. Si la gente supiera lo importante que es semblantear su estado de ánimo o percibir el afecto, ese mimo que te brindan tus seguidores luego de un show, entenderían lo que uno sufre este contexto tan adverso. Junto con Víctor (Volpe) y 'Beto' Valverde estamos proyectando un homenaje al maestro Piazzolla”, cerró.

Compartiendo el escenario con Raúl Lavié.

Los músicos perduran por su obra, no tienen edad. El éxito es efímero y la popularidad un salvoconducto para los inseguros. Nora Roca sabe que todavía le queda camino por recorrer en el arte. Quizás el momento de mayor reconocimiento haya transcurrido, pero qué le van a hablar de amor, a una verdadera embajadora de la ciudad en el mundo que, con su voz, se ganó el aplauso cerrado de generaciones enteras.

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