“Los Chopen”: cuando el arte y la inclusión van de la mano

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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Muchas veces en el recorrido diario de la información hay historias que nos conmueven. O que simplemente nos llaman a la reflexión. Y los motivos son muchos, pueden ser buenos o malos, aunque eso lo vamos llevando. Es que en definitiva, es parte del trabajo de todo periodista.

Y la de hoy tiene que ver un poco con eso. Una historia de inclusión, amor y arte. Una muestra clara de que se puede vivir pensando en el otro y al mismo tiempo sobresalir ante las adversidades que puedan llegar a presentarse. Porque las fronteras, como se sabe, solo existen en nuestra mente.

Desde lo estrictamente técnico, por llamarlo de alguna manera, podemos decir que “Los Chopen” es un grupo de artistas visuales con discapacidad, el cual se organizó en el 2007 bajo la coordinación de Ana “Taty” Montaner. Pero claro, si lo hacemos de esa manera nos quedaríamos cortos, y en este informe especial de LA BRÚJULA 24 intentaremos plasmarlo.

En el comienzo, el taller se formaba por 5 personas. Aunque eso rápidamente fue cambiando. “Hoy somos 30 artistas y tres coordinadoras. Nos juntamos a pintar o a realizar diferentes tareas expresivas una vez por semana, en el lugar que nos toque porque en realidad no contamos con un espacio físico propio, estamos un tiempo en cada lugar que logramos conseguir”.

“Ahora, por ejemplo, nos encontramos en Darregueira 299, en una casa que nos prestaron, y abrimos los viernes y sábados de 10 a 14 nuestra tienda para solventar gastos”.

Según relató “Taty” a este medio, Los Chopen no cuentan con ningún tipo de subsidio del Estado, es todo hecho a pulmón. “Los artistas trabajan en sus casas y después los llevamos ahí para vender. La recepción del público siempre ha sido buena y nosotros hemos trabajado para que así sea, con producciones de buena calidad”.

“En las muestras se sorprenden gratamente porque hay como un prejuicio para con la gente con discapacidad. Y ni hablar de los artistas, que siempre los han sentido como pares. Un ida y vuelta”.

Respecto de las producciones, la referente artística explicó que “lo que se realiza son básicamente obras visuales y cerámica de autor, aunque también hay una parte de la actividad creativa que requiere determinadas técnicas, a partir de las cuales la imagen que realizan la transferimos a otros elementos utilitarios como pueden ser cortinas, remeras, almohadones. Es una forma de salida más rápida que los cuadros”.

En ese punto en particular, Taty señaló que “uno de los efectos de la pandemia fue que vendamos mucha obra en la ciudad y afuera, varias en Capital. Este año abrimos un área de imagen y comunicación de redes que nos está dando mucho resultado”.

Es dable destacar Los Chopen participa en todo el proceso de las muestras que se realizan, desde el trabajo en el taller hasta el montaje, que culminan con la mirada del espectador. Este último punto es el planteado como transformador para el desarrollo humano, ya que esa combinación de libertad- objeto- idea- realidad- comunicación, es la que produce un hecho artístico de características universales que va más allá de las capacidades físicas del individuo.

El trabajo del grupo trasciende la dimensión estética y se convierte en una vía adecuada y bella para romper falsos arquetipos que rondan a la persona con discapacidad, tanto en ellos como en el entorno. Y eso ha quedado plasmado a lo largo de los últimos años. “Han realizado varias exhibiciones, participado en concursos, se ha editado un libro de poesía que se llama ‘Diálogos plásticos literarios’, que nos dio muchas satisfacciones. Y lo último es la película ‘El huevo del dinosaurio’, que ya ha recibido varios premios y fue seleccionada en festivales de cine”.

“Los integrantes tienen diferentes tipos de diagnóstico, pero para esta actividad la discapacidad no aplica. El pensamiento lateral que tienen que es sumamente positivo para poder expresarse creativamente, con lo cual ya son productores culturales de la ciudad, nosotros no hacemos hincapié en la discapacidad, sino en la capacidad artística”, reflexionó Taty en otro tramo de la entrevista.

Por otra parte, consideró que “Bahía Blanca es una ciudad muy exigente, y me parece muy bien. Es un tanto apática para algunas cosas y que también puede desvalorizar un poco lo que se hace acá. Quizás, si bahiense ve esto en otro lado le parece genial, pero al estar acá no le dan mucha importancia”.

La cuarentena y sus consecuencias. “Fue muy complicado para nosotros porque nos tuvimos que mudar porque nos aumentaron el alquiler. Cuando vimos que venía para largo nos replanteamos todo y por eso cada integrante hoy trabaja en su casa, siempre con nuestro apoyo en logística. Lo llevamos como podemos, por WhatsApp, pero se siente mucho la necesidad de estar en grupo, de compartir”.

Proyectos más inmediatos. “Queremos armar un grupo de teatro y tenemos pensado editar otro libro. También en carpeta tenemos una presentación en el exterior, pero bueno eso se hará cuando se pueda, calculamos que dentro de un año”.

Si algo no podía faltar en esta crónica, es la palabra de los protagonistas. Al menos la de algunos de ellos, quizás la de los menos tímidos, que dejaron en evidencia lo importante de Los Chopen en su vida. En tiempos de aislamiento, se nota la ausencia.

Tomás Mendoza: “Me gusta mucho pintar porque me hace sentir bien. La pintura te despeja la mente y te relaja mucho”.

Agustina Buschiazo: “Somos un grupo completo y una familia. Para mí el arte es algo creativo, es algo que sirve para crear e imaginar cosas que pueden estar en el aire, en un suspiro. Somos libres, como el arte que es puro”.

Valeria Arizcuren: “Para mí es un grupo de amigos, es como que jugamos con la pintura y nos divertimos”.

Nicolás Díaz: “La obra de arte es pintar, nosotros jugamos con los colores. A los compañeros se los extraña porque son familia”.

Del dicho al hecho hay trecho, dice el popular refrán. Y vaya si ha quedado demostrado con el trabajo de Taty y su equipo. Los Chopen son mucho más que arte. Son un ejemplo, son poesía.