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De Ayer a Hoy

El hombre que entendió cómo hacer TV desde un sentido de pertenencia

Luis Giambartolomei cuenta el secreto de la vigencia. La crianza en Médanos. Sus primeras armas frente al micrófono. Y el amor que le expresan en White y Villa Mitre. “No me imagino sin hacer nada”, confesó.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/X: @leandrogrecco

Hay personas que están grabadas en el imaginario colectivo. Es natural que en una ciudad como Bahía Blanca resulte frecuente divisar ciertos rostros y que a los vecinos de a pie les resulte familiar, aunque no puedan determinar instantáneamente de quién se trata. Sin embargo, si se refiere a alguien con amplia trayectoria frente a la cámara, la tarea de dilucidar la identidad se simplifica.

El protagonista de esta entrega de “De Ayer A Hoy” en La Brújula 24 acredita una dilatada carrera en medios de comunicación, pese a que lo más reciente remite a la televisión local. Con un estilo pausado, manejando los silencios como pocos en cada emisión, impuso una manera particular de comunicar. 

Preciso y haciendo gala de una memoria prodigiosa, sobrevoló las épocas que lo remiten al pasado, abrazando con cariño cada uno de los recuerdos que venían a su mente durante la charla. Sin estridencias, dio pistas de cómo encontró el nicho que lo distingue del resto para ser el periodista que entendió que algunos sectores tienen vida propia y merecen el espacio que semanalmente les brinda.

“Soy Luis Carlos Giambartolomei, mis papás decidieron que naciera en Bahía Blanca, pero mi localidad natal es Médanos, en la que permanecí hasta los 18 años. Viví una niñez bárbara, soy único hijo y tuve todo lo que estaba al alcance de mis padres, lo poco o mucho que podían brindarme”, destacó, remontándose a unas cuantas décadas atrás.

Y detalló que “mi mamá era ama de casa, mi papá tenía una quinta y en determinados momentos tenía la concesión de la cantina del club que contaba con una cancha de bochas y un cine-teatro. La primaria la hice en la Escuela N° 1, que sigue estando enfrente a la plaza principal y luego en la Secundaria Almafuerte N° 3”.

“Aún veo a muchos compañeros que se radicaron en Bahía Blanca, los cuales vinieron en la búsqueda de un trabajo, posibilidad que el pueblo no otorgaba. En mi caso, vine a estudiar Contador Público, una carrera que lamentablemente no terminé y todavía sigue siendo una cuenta pendiente, pero que ya es tarde para saldar”, lamentó el protagonista de esta nota. 

Consultado respecto a lo sucesivo, admitió que “era imposible radicarme en soledad en esta ciudad, mis padres vendieron todo lo que tenían, el campo y la casa, para establecerse conmigo en Bahía. Adquirieron la vivienda ubicada en Italia 615 y me tocó estudiar allá por 1972 en la Universidad en una época muy difícil, tiempos de gobiernos militares y la guerrilla”. 

“Un año más tarde comencé a cursar la carrera de Periodismo Deportivo en la Escuela que se encontraba sobre calle Martín Fierro. Recuerdo que la dirigía Luis Pedro Ponte, quien luego me dio una gran mano para poder desarrollar mis primeras armas dentro de este oficio tan bello que es comunicar”, aseveró, con un dejo de agradecimiento mezclado con nostalgia. 

No obstante, se remontó a un hecho puntual: “La Nueva Provincia estaba buscando pasantes porque se jugaba el Campeonato Sudamericano Juvenil de básquetbol en Bahía Blanca y tenía la intención de incorporar jóvenes por unos meses. A cada uno le asignaban un equipo para que lo siguiera en todo el certamen y a mi me tocó el combinado de Perú”.

Junto al cantor de tangos Guillermito Fernández.

Estaba ingresando en su hábitat natural: “No me convencía del todo trabajar en un medio gráfico, pese a que tenía la probabilidad de ingresar de manera efectiva a una empresa que era lo máximo en el rubro en la ciudad. Al año siguiente se dio la gran posibilidad de entrar a LU3, una aspiración personal que anhelaba y me otorgaba la oportunidad de sentarme frente a un micrófono”, aseguró, visualizando cómo empezaba a enderezarse el rumbo. 

“Entre 1974 y 1978 hice deportes para Miguel Romay y Ricardo Vignoni, ambos whitenses y al mes, me propusieron trabajar en el área administrativa de la agencia de publicidad que tenían en Estomba 143 y luego en el décimo piso que habían adquirido del histórico edificio ubicado en Drago 23”, sintetizó Giambartolomei.

De izq. a der. Bill Américo Brusa, Giambartolomei y el cómico Mario Sánchez.

Una serie de hechos se fueron concatenando positivamente: “Ya en el 79, Carlos Almirón, un gran compañero dentro de la emisora, me convocó para ser parte del staff del noticiero de LU3, ofrecimiento que acepté inmediatamente porque me permitía seguir en la agencia. Aprendí muchísimo de Esteban Juan Carlos Dobal, Alberto Mc Dougall, Hugo César Stamati, entre otros”. 

“En la radio estuve hasta 1996, cuando inició el declive de la emisora, la cual fue vaciada y tomé la decisión de irme. Sin embargo, ya hacía micros de bochas los fines de semana que había torneos abiertos, vendiendo publicidad para microespacios, una suerte de resúmenes que salían al aire en vivo”, acotó Luis.

Su exposición a nivel local iba en franco ascenso: “Traía como experiencia previa haber realizado de Aquí Bochando, un programa que iba a las 0:30 los lunes, miércoles y viernes con el resumen de los resultados. Incluso nos animamos, allá por 1991, a hacer esa misma propuesta por TV Cable que se grababa en Mitre 141, donde estaban los estudios mientras se construía en calle Parchappe”. 

“También me tocó producir programas especiales de aniversarios, hasta que en 1995 nació Actualidad Whitense, un producto que lleva 30 años de forma ininterrumpida en la pantalla chica bahiense. Se suma a los 20 de Villa Mitre La Ciudad y lo que estamos haciendo hace también un buen tiempo con Villa Rosas en Libertad y lo que fue Cerri Es Así”, mencionó con orgullo. 

Posteriormente reconoció un aspecto casi innegable: “Soy consciente que se me identifica más con White, tal vez porque fue el inicio en este tipo de propuestas audiovisuales y la comunidad se sintió muy consustanciada, apropiándose del programa. Comenzó por cuatro meses, no conocía casi nada de la localidad portuaria, solo había hecho un programa por el aniversario en septiembre de 1994”. 

“Fue en ese momento que tomé contacto con Roberto ‘Tucho’ Ursino y ya en enero del 95 me propuso hacer un programa semanal vinculado con el Puerto y sus instituciones. Por eso es que se ofreció a contactarme con todas las empresas y los comercios para que me resultara más sencillo todo el armado”, desarrolló el protagonista de esta sección.

Sin pelos en la lengua, lanzó: “White debería ser Puerto Madero, rodeado de industrias y con tantos dólares en danza, es un pueblo fantasma que se ha quedado y está dormido. Debe tener un crecimiento estupendo y no sé por qué eso no ocurre, quizás la gente esté conforme con vivir así y no quiera estar mejor, sumado a que la política también juega un rol fundamental en todo esto”. 

“Villa Mitre tiene una población que no quiere cruzar las vías porque siente que ese es su lugar y ahí tiene todo, desde bancos, comercios y escuelas. No necesitan ir a Bahía, como repiten siempre, el arraigo es absoluto y cuentan con un club que los nuclea, los pobladores se ubican detrás de la institución y se encolumnan bajo sus colores”, exclamó sin dejar margen a la duda. 

El desembarco en Bahía de una AM capitalina revolucionó en especial a la audiencia ávida de escuchar a periodistas consagrados: “La Red Deportiva fue una patriada a la que nos lanzamos con Jorge Palacios, coincidiendo el lanzamiento con el Mundial de Fútbol de Francia 98. El final abrupto fue con la crisis del gobierno de De la Rúa. Nos habíamos endeudado en dólares, un gran proyecto que tristemente no prosperó. Lo pensaba como mi sustento por el resto de mi vida laboral”. 

“Hoy, junto con mi esposa Cristina viajamos prácticamente todos los fines de semana a Sierra de la Ventana y hemos ido siete veces al Caribe, también disfrutamos de recorrer Iguazú por el clima y su pintoresco paisaje. Estamos orgullosos de nuestros tres hijos (Gonzalo, Gisela y Daniel), cumplí 71 años y llevo 50 trabajando, más allá de que me jubilé y sigo activo, aunque con una menor intensidad respecto a décadas previas”. 

“Por mi cabeza circula casi a diario el pensamiento de cómo voy a poder dejar todo y que los programas continúen con alguien que los siga haciendo, conmigo detrás haciendo lo mínimo posible. El otro interrogante es qué vendrá luego de eso, porque si bien las ganas empezaron a mermar, la energía y las condiciones físicas están latentes”, enunció, mientras bebía de su pocillo de café. 

Al epílogo, acotó: “Trato de ser sensato conmigo mismo y tengo en claro que me resulta imposible imaginarme sentado todos los días frente al televisor sin hacer nada, pero ya no vivo la rutina de salir de casa a las 9 de la mañana y volver a la hora de cenar. Esa es una situación a determinar en los próximos meses”.

Con la amabilidad y educación que lo caracterizan, siguió expresándose una vez que se apagó el grabador. Luis Carlos Giambartolomei es un comunicador respetado dentro del ambiente en el que se desenvuelve. Alejado de todo tipo de polémicas, informa a quienes consumen sus productos audiovisuales desde un lugar en el que palabras como soberbia y chabacanería están prohibidas. Nunca necesitó caer en ese lugar común.

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