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El Aeroclub cumple 100 años: levanta vuelo para aterrizar en tierra firme

La institución, una de las más antiguas del sector, es un orgullo para Bahía. La formación de los futuros pilotos. Los proyectos para seguir haciendo visible su trabajo. Y la opinión de los que más saben.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

El Aero Club Bahía Blanca, fundado el 19 de Julio de 1924, es una institución sin fines de lucro, emplazada en el Km 11,5 de la Ruta Nacional 35, cuenta con una vasta historia y ahora más de 100 años de ininterrumpida actividad de vuelo en la zona.

Siendo uno de los más antiguos e importantes de la Argentina, promueve la actividad aérea en la zona a través de su escuela de vuelo de la cual miles de personas a lo largo de los años han tenido la posibilidad de volar y recibirse de pilotos.

Samuel Volpin, avezado piloto y trascendental dirigente de esta organización, esgrimió un repaso histórico del lugar que se ha convertido en su segunda (o por qué no primera) casa, donde han transcurrido varios de los momentos más emotivos de su vida y que jamás podrá borrar.

“Estamos ante la presencia de una entidad que se fundó en nuestro país tan sólo once años después de que los hermanos Wright lograron el primer vuelo de un avión en los Estados Unidos. La pasión y la curiosidad por este nuevo y revolucionario modo de imitar a los pájaros hizo que un pequeño grupo de personas se reúnan en el Club Argentino”, explicó Volpin al inicio de su testimonio. 

Y agregó: “Todos ellos, motivados por ese sueño de volar, fundaron el Aeroclub Bahía Blanca. El primer hangar se construyó muy precariamente en el campo de La Mendocina, a la altura de lo que es Alem al 3500, el cual albergó a las primeras máquinas voladoras y su primer instructor de vuelo fue Francisco Ragadale”. 

“Tiempo después y luego de cambiar varias veces de lugar se afincaron en Villa Harding Green, más precisamente en lo que es hoy el vértice noroeste de la base Aeronaval Comandante Espora. Allí se desarrolló de manera exponencial, adquiriendo varios aviones nuevos y formando gran cantidad de pilotos”, explicitó, con orgullo y satisfacción.

Inmediatamente, reflejó que “también debemos destacar que por aquellos años llegó al país desde Francia la primera línea de transporte aéreo llamada Aeroposta Argentina y se instaló en nuestro Aeroclub como una de las escalas hacia el sur argentino. Es así que entre los pilotos se encontraban aviadores avezados como lo fue Rufino Luro Cambaceres (nuestro aeropuerto hoy lleva su nombre), y el más famoso de todos sin lugar a dudas Don Antoine de Saint-Exupéry, piloto y escritor de El Principito, uno de los libros más vendidos en el mundo”. 

“Luego del paso de los años está empresa se convirtió en Aerolíneas Argentina. En 1965 dejaron el predio Aeronaval y se mudaron a su propia tierra, adquirida unos años antes a la Familia Urra en el kilómetro 11,5 de la Ruta Nacional 35, lugar en el que hoy continúa funcionando”, enfatizó un entusiasmado Volpin. 

Consultado en relación a la evolución de la actividad, repasó: “Es verídico que los tiempos y las máquinas voladoras han cambiado, pero el espíritu y las ganas de volar permanecen intactas en esta arraigada institución de la ciudad. Docencia, camaradería y responsabilidad son los pilares fundamentales y hacen al prestigio de nuestra actividad de vuelo”.

“Las puertas siempre están abiertas para todos aquellos que se interesen por volar, ya sea como para experimentar una experiencia, realizar el curso de piloto o simplemente pasar un momento agradable en nuestras instalaciones. Con todo el ímpetu y orgullo podemos gritar a los cuatro vientos que llevamos 100 años formando pilotos”, concluyó.

A su turno, Nicolás Stickar también brindó sus sensaciones de este presente, un aniversario redondo e inolvidable que coincide con el momento en el cual le toca ser nada menos que el presidente de un Aeroclub que planifica seguir creciendo, más allá de cualquier vicisitud que pueda surgir en el derrotero.

“Respecto de la actualidad de la institución, afortunadamente venimos desarrollando un crecimiento en la escuela de vuelo, principalmente por el ingreso de alumnos jóvenes, que entendemos viene dado por las redes sociales y el evento Bahía Vuela que realizamos todos los años”, reflexionó Stickar. 

En paralelo, el mandamás replicó que “nuestros próximos desafíos para continuar en esta senda apuntan principalmente seguir esta línea de trabajo, basada en la Escuela de Vuelo, el uso de las pistas como alternativas al Aeropuerto de Espora para ciertos tipos de aeronaves y ser útiles a la sociedad, en lo que se refiere a la apertura del predio para todo aquel que quiera ir a pasear, a pasar un rato y mirar cómo se desarrolla nuestra actividad”. 

“Respecto de la falta de visibilidad sobre nuestra función específica, es una tendencia que por suerte está cambiando, pero entendemos que aún falta un poco más de conocimiento. La formación de pilotos es algo que en el mundo está escaseando y por eso nuestra actividad toma más relevancia”, admitió, a partir de su rol en la entidad.

La rigurosidad de la labor da sus frutos: “Tenemos pilotos formados en nuestra institución que están volando en Aerolíneas Argentinas, Jet Smart y Copa Airlines. Todas estas acciones que llevamos a cabo en los medios, redes sociales y eventos buscan esta finalidad, que la gente conozca que tipo de actividades realizamos y a que se puede aspirar haciendo el curso”. 

“Desde el punto de vista económico-financiero, toda la actividad del club se realiza con el cobro de la cuota social y lo que se recauda por la actividad de vuelo. No tenemos aportes ni públicos ni privados con lo que el día a día se hace difícil a veces. Sí hemos recibido en concepto de sponsoreo aportes públicos y privados para la realización del Bahía Vuela la mayoría de los años”, dijo Stickar. 

Ante la pregunta en relación a la exigencia que tienen los cursos para la formación de pilotos, infirió que “la aviación en general es muy rigurosa sobre todo con respecto a los procedimientos a realizar. Eso mismo, lo trasladamos al curso, tanto teórico y principalmente en lo práctico, haciendo mucho énfasis en el cumplimiento de las listas de chequeo y rutinas para la realización del vuelo”.

“Al igual que el curso, cada vuelo (así sea uno corto) se planea detalladamente para evitar cualquier inconveniente. Se evalúa la meteorología, el combustible a utilizar, el peso de despegue, estado general del avión y hasta se hace un chequeo de cualquier novedad que pueda haber en el espacio aéreo a utilizar”, aseguró el presidente del organismo.

Al epílogo, apuntó: “La finalidad es que la gente pueda conocer lo que es vuelo y sentir esa hermosa sensación que es volar. Y por qué no que también les pueda picar el bichito de interesarse para poder hacer el curso. Tenemos muchos socios que hicieron su vuelo de bautismo en el Bahía Vuela y luego entusiasmados por la experiencia vivida empezaron el curso”.

Observar el horizonte desde el aire brinda una perspectiva única e inigualable. En la ciudad existe un lugar que brinda la posibilidad de contemplar lo que ocurre desde bien alto, sin olvidar el rol fundamental que cumple dotando de profesionales del pilotaje en el aire. ¡Salud Aeroclub Bahía Blanca! Por otros 100 años más…

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