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La conmovedora historia de Marcela y Santiago

Ella es enfermera. Hace 10 años se convirtió en mamá de un bebé con Síndrome de Down a quien sus padres rechazaron después del parto. Cómo cambió su vida y el deseo de que los trámites de adopción sean más rápidos.

Por Juan Tucat, redacción La Brújula 24
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En un país como la Argentina, donde la adopción se sumerge casi siempre en un mar caudaloso de trámites burocráticos, hay historias que conmueven. Y sin distinciones. Son historias que generan mucha esperanza y que demuestran que no todo está perdido. Aunque a veces, el barro de su origen pueda llegar a generar cierta bronca.

En los últimos días, porque no podíamos dejar de mencionarlo, el caso de los niños africanos que fueron abandonados por una familia bahiense tuvo un capítulo extra.

Se trata de dos hermanitos que hace casi dos años, el 17 de noviembre de 2020, fueron entregados por un sujeto en la sede local de la Comisaría de la Mujer. El hombre contó que junto con su esposa los habían traído al país en agosto de 2019 y los entregaba por “razones personales”.

Aquel episodio generó mucha polémica a nivel nacional. La Brújula 24 publicó la información de la denuncia en exclusiva y desde allí trascendió a todos los medios. Padres que “devolvían” a sus hijos adoptivos –traídos desde la República de Guinea-Bissau– porque ya no podían “hacerse cargo”.

Años más tarde, tal como te notificó también este medio, esa pareja sería detenida. Se le acusa de infracción a la ley sobre el régimen legal de migraciones y otras causas que se derivan del caso. Un caso más, que no es tan atípico como el imaginario colectivo puede llegar a creer, y que sin lugar a dudas genera repudio.

Pero como se dijo al principio, no todo está perdido. Por eso queríamos plasmar en este diario digital el testimonio de Marcela Casal Sánchez, brindado al programa “Nunca es tarde”, que emite nuestra emisora. (No sin antes agradecer a la colega de Buenos Aires Gabriela Cicero, por el tremendo hallazgo periodístico y por las fotos que ilustran esta nota)

Hace 10 años, en una sala de partos del Sanatorio Mater Dei nació Santiago, un bebé que no fue aceptado por su familia por haber nacido con Síndrome de Down. Y al tratarse de un sanatorio católico, hasta intervinieron las hermanas de dicho hospital, que intentaron tocar el corazón de esos padres. Pero como señaló Cicero en su nota, no hubo manera.

Pidieron que sacaran la cuna y devolvieron el acta de nacimiento a la partera. Marcela, entonces, decidió adoptar al niño. Desde entonces, sorteando la burocracia, su vida –y la de Santiago– cambiaría para siempre. 

Marcela con Santiago en brazos, horas después del nacimiento y el rechazo de sus padres.

Primero, la profesional recordó que “la historia es más común de lo que uno cree, suele ocurrir. Aunque en este sanatorio era la primera vez que me tocaba pasar por algo así”.

“Yo tomé la guardia como cualquier otro día, sabía que me iba a tocar un chiquito con Síndrome de Down como paciente. Fue como una atracción especial en ese momento, hoy habiendo pasado 10 años lo sigo sintiendo así. Sabíamos que había una situación poco normal en el desarrollo de la guardia, pero las cosas se fueron dando”, aseveró.

“Primero fue la intención de estar con Santiago, cuidarlo, y finalmente ser su mamá. Se dio todo muy rápido”.

“Fué un nene sano, estuvo todo el tiempo en brazos del personal del sanatorio”, agregó.

Por otra parte, consultada respecto de su vida diaria, de su presente acompañada por su hijo, Marcela dijo que “es un aprendizaje permanente”, y explicó que “el hecho de que la historia se conozca es también para tratar de trascenderla y concientizar, porque hay muchísimos chicos como Santiago que necesitan el amor y contención de una familia”.

Marcela dice que en Mater Dei Santiago tiene una gran familia.

“Todo lo que tiene que ver con la adopción, los cambios que serían más favorables para niños como ‘Santi’. Lo que tiene que ver con el rol del Estado en estas situaciones, más allá de la historia que tiene sus matices. Es saber que uno puede criar un niño con una discapacidad, aunque el camino muchas veces no es fácil por el contexto. Pero al final es un camino lleno de satisfacciones”, relató.

Y comentó orgullosa que “yo lo volvería a elegir una y mil veces. Él transformó mi vida y la de muchas de las personas que me rodean. Esto no lo hubiera podido llevar adelante si no hubiera contado con la ayuda de mis padres y compañeras de trabajo. Somos como una gran familia.

“Santiago es un sol, un niño muy conectado con todo su entorno. Estuvo en brazos de tantas personas, escuchando sus voces, tan protegido. Esa es hoy su fortaleza, es muy simpático y sociable”, añadió Marcela.

Los trámites de adopción, un camino lleno de espinas

“Fue bastante complicado al principio, es lo que les pasa a todas las personas que quieren adoptar. Ojalá que en algún momento sea un poco más sencillo. Tuve que cumplir con todos los requerimientos, por supuesto, pero fue un proceso muy rápido con Santiago. Me encontré con una jueza increíble, pasamos por distintas entrevistas, charlas. Y cuando ella nos llamó pensamos que sería una más, pero fue increíble. Tenía mucho miedo y la emoción de la propia jueza cuando anunció que íbamos a adoptarlo es un recuerdo imborrable”.

Una historia entre miles. Un final feliz, sin dudas. Pero especialmente un pedido. Para que no haya tantos niños esperando una familia. Ni familias esperando poder adoptar.

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