consecuencias del narcotráfico
Desesperado pedido del padre de un joven adicto: “El Estado no nos acompaña”
El hijo de Gustavo tiene 18 años y fuma marihuana junto a otros jóvenes en la Plaza Rivadavia a plena luz del día. “Es muy difícil sacarlo”, se lamentó.

Días atrás el narcotráfico y las adicciones fueron parte de la cruda actualidad argentina luego de que más de 20 personas murieran por consumir cocaína adulterada. En Bahía Blanca, el consumo de drogas no es un tema ajeno a la realidad que golpea cada vez con más fuerza y pone en evidencia la vulnerabilidad de un sistema que no logra dar con la solución al problema.
Gustavo es el papá de un joven de 18 años que se encuentra en esta encrucijada y, en medio de su estado de desesperación, pidió ayuda en LA BRÚJULA 24: “La situación es compleja. Hace un tiempo que mi hijo concurre a la Plaza Rivadavia y la particularidad de eso es que lo he ido a buscar y lo encontré a plena luz del día formando una ronda con adolescentes y otros no tanto, fumando porro ante la vista de la gente”.
“Por más que me digan que es algo natural, estamos hablando de la salud de él y otros chicos más. Con mi esposa no somos padres ausentes y, más allá de eso, ves los móviles que dan la vuelta a la manzana y ningún efectivo se involucra. Él ha fumado porro y las veces que lo hizo, uno se da cuenta, porque enseguida le cambia el color de los ojos; incluso hasta él mismo te lo dice”, destacó, en su charla con el periodista Germán Sasso.
En simultáneo, indicó que “estamos con psicólogo, haciendo terapia de pareja con mi esposa, pero cómo lo abordas, es muy difícil sacarlo. No me quiero imaginar el resto de los padres que quizás no saben si sus hijos están ahí. El mío venía bárbaro en la escuela, hasta septiembre del año pasado no se llevaba ninguna materia, pero luego no quiso ir más, retomó y dejó. Le dijimos que estudie o trabaje, ayer iba a empezar a armar currículums y no lo hizo”.
“Tiene 18 años, no sé si consume algo más que marihuana, se suelen juntar en el monumento. Uno no es un nazi, pero lo que me pregunto es si es tan difícil poner rondines, para detectar a la persona que le vende a los pibes que paran ahí. Es desesperante, no sabés qué hacer, más allá de que tratamos de estar con él y está en una edad bastante particular”, recalcó, en otro tramo de la entrevista radial.
Por último, cerró con un mensaje contundente: “Como padres salimos a trabajar y seguramente ahora van a saltar algunos diciendo que si los sacan de ahí, van a ir a otra parte, pero hay que ir erradicándolos. En el Parque de Mayo también ocurre lo mismo por la noche, sobre todo los sábados, donde corren picadas y los chicos se pelean sin que haya ningún tipo de intervención policial. Me siento solo en esta lucha porque el Estado no me acompaña”.
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