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Rafael Emilio Santiago y los penales: azar o mérito de arqueros y ejecutantes

Rafael Emilio Santiago, con su estilo perspicaz y atrapante, analizó en LA BRÚJULA 24 una de las circunstancias que rodean a los torneos relámpago del fútbol argentino post pandemia, donde los tiempos apremian y se apela a la definición por penales como el recurso más frecuente por estos tiempos.

Aquí, un resumen de sus imperdible columna

“Cuando crearon el fútbol, además de un fenomenal pasatiempo, un gran negocio. Las 13 reglas originales no incluían el tiro penal. Los diez alumnos y el celador, de los rancios, orgullos y viejos colegios ingleses, hacía que se dieran duro en las áreas porque era un foul común, hasta que implantaron el penal para atenuar la reciedumbre imperante de esos british de piernas muy blancas, según mi viejo un detalle para desconfiar. Él no le tenía fe a los futbolistas con esa característica. Hubo demasiados lastimados hasta que se instauró la pena máxima. Eran pecosos y ásperos, pero no malintencionados”.

“El penal, en aquel entonces, era un pagaré de gol. Los arqueros no tenían el estado atlético que lograron con los años. Por eso dio resultado porque al arco iban los descartables. Siempre fue el fallo más opinable por su severidad. Hoy, hay una especie de revival porque a muchos que anotaban les parecía algo indecoroso un festejo normal de gol de cancha. Y vuelvo a mi viejo, un noble hincha de fútbol. Él lo despreciaba. Lo llamaba para preguntarle por el resultado de Comercial y don Pedro me decía ‘ganamos, pero de penal’, subestimando el resultado. Casi como festejar un gol en contra, algo muy mal visto durante años, cuando ahora se festejan goles con la mano o la cola y terminan con la dedicatoria a la cuñada. El asunto es que la pelota entre”.

“Tanto penal ha fatigado al mundo de la pelota en Argentina. El apuro por definir ascensos obliga a cierres poco lógicos, que le quitan espacio a los mejores. Más largo el torneo, más ventaja para los más fuertes. Lo que pasó en el Federal, donde solo hubo partidos de ida y, ante empate en los 90 minutos, penales. Nos sensibiliza lo de Villa Mitre, que no pierde hace como un año, era el equipo de mejor silueta entre los finalistas”.

“Por eso el rechazo, parece más bien un facilismo para acortar el camino, como lo veía mi viejo, enfrentado a Goycochea que vive de aquello que se ganó en buena ley en el Mundial 90, lo que le valió ser panelista eterno. La definición por penales no me parece realista o justa, pero así está reglamentado. No obstante, creo que son cada vez menos azarosos, dependen de obsesivos, ejecutantes y arqueros. En todos los órdenes de competencia, menos en el ajedrez, la suerte influye, pero en los penales cada vez menos”.

“Todavía me lamento cómo no preparamos los penales en el Mundial de Alemania para jugar contra el local en Berlín. Y Pekerman, que era un favorito para la prensa, solo le hizo patear un penal a cada uno dos días antes del partido y uno le pegó a una rama. Aquel partido, poniendo a Cruz antes que Messi en un partido decisivo, le dio la primera ejecución a Ayala un excelente defensor, pero que no pateaba nunca y el arquero lo tapó a las carcajadas. Y nadie dijo nada. Si eso mismo lo hacía Alfaro o Falcioni, paredón y les hacen comprar las balas para que luego los fusilen”.

“Los penales definen temporadas, presupuestos, carreras, emociones, risas y muecas. Es lo que hay…”

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