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El papa sobre posible viaje a Argentina: "Aún no está decidido"

"Hay diversas cosas para resolver antes", dijo.


La Argentina deberá esperar. Al cabo del viaje más largo de su pontificado -12 días, 32.814 kilómetros, 44 horas de vuelo, cuatro países de dos continentes (Asia y Oceanía)-, en la tradicional conferencia de prensa a diez mil metros de altura de regreso a Roma, el papa Francisco, que en diversas ocasiones en los últimos meses dejó trascender su intención de viajar antes de fin de año a su país, aseguró que aún no hay nada agendado.

“¿Si iré a la Argentina? Es una cosa aún no decidida. Yo querría ir. Es mi pueblo”, dijo. “Querría ir, pero aún no está decidido”, repitió. “Hay diversas cosas para resolver antes”, agregó, sin especificar qué cosas.

El Papa, que superó con creces el desafío que para alguien de 87 años significó esta maratón a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur y que había hecho saber que el viaje a la Argentina iba a depender de cómo iba a quedar su físico después de esta gira, no dijo nada al respecto.

Sin embargo, durante el vuelo de más de 12 horas una alta fuente del Vaticano que fue parte del séquito admitió que había gran satisfacción por cómo había salido el viaje, que superó todas las expectativas en cuanto a la resistencia de alguien que cumplirá 88 años el 17 de diciembre próximo. Es más, reconoció que había mucha preocupación por cómo iba a reaccionar su frágil físico, marcado por una difícil movilidad por su problema en la rodilla derecha, a la fatiga de un viaje extenuante, con cambios de uso horario, altísima humedad y temperaturas tropicales agobiantes.

Por otro lado, Francisco, que en menos de dos semanas hará un viaje a Luxemburgo y Bélgica (26 al 29 de septiembre), reiteró que un gran deseo suyo sería viajar a China, potencia comunista con la que el Vaticano no tiene relaciones diplomáticas, pero con la que se ha acercado a través de temas culturales y con la que firmó en 2018 un delicado acuerdo para la designación de obispos.

Jorge Bergoglio, que cuando era joven jesuita soñaba ser misionero en Japón, fue acercándose a China en todos sus viajes a Asia y, especialmente, con su reciente visita a Singapur, donde casi tres cuartos de sus habitantes son de origen chino.

“China para mí es una ilusión, yo querría visitar China, que es un gran país. Yo respeto China, es un país de cultura milenaria, de capacidad de dialogo, que va más allá de los sistemas democráticos que ha tenido (o no…). Creo que China es una promesa y una esperanza para la Iglesia”, aseguró. Además, dijo estar “contento” del diálogo que la Secretaría de Estado tiene con China, que “está trabajando bien también con la designación de obispos”.

Fuente: La Nación

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