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Caso Báez Sosa: cómo es la vida en prisión de los rugbiers condenados

Un juez de Ejecución Penal deberá definir a qué unidades penitenciarias son destinados los ocho jóvenes para cumplir con las penas.

Luego de permanecer un mes de la cárcel de Dolores, los ocho rugbiers condenados por asesinar a Fernando Báez Sosa regresaron a la Alcaldía de Melchor Romero, el lugar que los recibió cuando dictaron la prisión preventiva en 2020. Ciro, Luciano y Lucas Pertossi, Máximo Thomsen, Matías Benicelli, Enzo Comelli, Ayrton Viollaz y Blas Cinalli retomaron, en principio, la vida que tenían antes del juicio.

Antes de ser trasladados a otros penales, se reencontraron con sus Biblias. Desde hoy, pueden ir a trabajar en la huerta y hacer gimnasia en el patio, tal como lo hicieron durante casi tres años.

Por otro lado, volverán a ver a sus familias, a quienes pudieron cruzar pero no tocar, durante la lectura del veredicto en los Tribunales de Dolores. Además, contarán con la contención psicológica y cuando ellos lo requieran, podrán recibir al Pastor que los acompañó durante su estadía de la ciudad de La Plata.

Lo que también se sabe es que seguirán juntos en una misma celda hasta que el juez de Ejecución Penal que sea designado decida su futuro. En ese marco, el deseo de los padres de los condenados es que vayan a Campana, para tenerlos más cerca.

Durante el último día del juicio se pudo ver cómo Viollaz, uno de los rugbiers, rezaba y se persignaba. Y tras el alegato de Hugo Tomei, Luciano Pertossi afirmó: “Le pido a Dios que sea algo bueno para todos”.

Estos indicios que dieron el menor de los Pertossi y Viollaz demuestra otra vez que más allá de buscar “el perdón de Dios” intentarán, por medio de la fe, ser alojados en un pabellón cristiano y así “tener tranquilidad” en el ambiente carcelario.

Si bien durante el juicio mostraron su inclinación a la fe cristiana, los vecinos de Zárate sostienen que mientras estaban en libertad “nunca fueron a la Iglesia, ni recurrían periódicamente a misa”. Sin embargo, sí recibieron los sacramentos de la religión católica: bautismo, comunión y confirmación.

En la Alcaldía de Melchor Romero, los rugbiers estuvieron tres años. No solo recibían la visita de sus familias y un pastor evangélico, sino también de sus respectivas novias cada 15 días, pudiendo tener intimidad. Ese beneficio, con el paso de los meses, desapareció.

Los jóvenes asistían a un taller de huerta, miraban televisión y, por la pandemia, tenían acceso al uso de celulares. Esto último, tal como confirmaron desde el Servicio Penitenciario Bonaerense, era un solo teléfono para todos.

Dos horas al día podían salir de sus celdas al patio de la Alcaldía y, a diferencia de los demás reclusos, lo hacían ellos solos.

Fuente: TN

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