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Consejos

Cómo guardar la lechuga para que esté siempre fresca y dure más

La lechuga es el vegetal de hoja más consumido en Argentina. Durante todo el año se producen y se venden variedades como la criolla y la mantecosa (las más populares por estas latitudes) pero también otras como la morada, la capuchina y la francesa. A pesar de ser la gran protagonista de nuestras ensaladas a diario, pocos saben cómo guardarla para que esté siempre fresca y dure más.

Se trata de una gran aliada de las dietas saludables: más del 95% de una hoja de lechuga es agua y sólo contiene 1,4 gramos de carbohidratos y 1,5 gramos de fibra por cada 100 gramos. Es fuente de vitamina C y tiene magnesio, además de otras sales minerales. Además, ayuda a eliminar las toxinas y depurar el organismo.

Es deliciosa no solo en nuestras preparaciones más básicas como la típica ensalada mixta, sino también en otras más elaboradas como la deliciosa ensalada César o la ensalada Waldorf (con manzanas, nueces, apio y, por lo general, lechuga) que tanto se consume en tiempos de Fiestas.

Por eso, siempre es ideal contar con este vegetal en nuestra heladera. Su correcto almacenamiento es crucial para consumirla en su esplendor y evitar desperdicios.

Consejos para guardarla de forma correcta

Desde la Agencia de Residuos de Cataluña, en el portal Som gent de profit, explican que hay que seguir unas pautas, que matizan también los expertos en seguridad alimentaria. Hay que conservar la lechuga limpia, seca y dentro de un tupper en la heladera, con un par de servilletas de papel de cocina entre las hojas. “Se aconseja retirar las hojas que estén en mal estado, para que no estropeen el resto”, dicen desde SAIA.

Las hojas de lechuga enteras duran más. No hay que cortarlas ni romperlas hasta el último momento. La lechuga es muy sensible al frío. Hay que ponerla en el cajón de las verduras de la heladera. “Además, hay que evitar que las hojas toquen la pared de la heladera, porque el frío las estropea”, añade la consultora alimentaria.

También es necesario mantener la lechuga aislada del resto de frutas y verduras que generen gas etileno (por ejemplo las bananas, las manzanas y los tomates) para evitar que se deterioren rápidamente. La lechuga en bolsa dura más, pero se estropeará rápidamente una vez abierta. Si cortamos la lechuga con cuchillos de plástico o cerámica, retrasaremos la oxidación.

Si algunas hojas de la lechuga están marchitas o flácidas, pero todavía se pueden aprovechar, “se puede recuperar la frescura poniéndolas en remojo en agua muy fría durante unos minutos. Así se rehidratarán las hojas y mejorará también su aspecto”, concluyen los expertos.

Fuente: Clarín

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