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NO ES CUENTO

Como el personaje de Fontanarrosa, murió celebrando un gol agónico

El hombre tenía 64 años y era fanático del Fenerbahce turco, que le ganó el clásico a Galatasaray.

El Viejo Casale es un personaje creado por el ingenio del escritor rosarino Roberto Fontanarrosa. En el cuento que protagoniza, titulado 19 de diciembre de 1971, el hombre es llevado, a escondidas, por otros amigos a ver la gran final del Nacional de 1971 entre Rosario Central y Newell’s.

Fanático del Canalla, el viejo Casale muere en el preciso instante que celebra desaforadamente el histórico gol de palomita de Aldo Pedro Poy, que sentencia el triunfo ante el clásico rival.

A miles de kilómetros de Rosario, aquella historia ficticia se hizo realidad: un fanático del Fenerbahce turco falleció como consecuencia de una crisis cardíaca producida después del gol de la victoria de su equipo, anotado con una camiseta idéntica a la de Central, en el tiempo de descuento y en el clásico de Estambul contra el Galatasaray, según informó la agencia de prensa turca DHA.

Luego de ir perdiendo 1 a 0 en la cancha de Galatasaray, Fenerbahce igualó en el minuto 31 con gol de Mesut Ozil. Pero el desenlace se produjo en el tiempo añadido del partido, en el minuto 94, con un disparo cruzado del volante portugués del Fenerbahce Miguel Crespo.

A diferencia de Casale, Ahmet Uysal, de 64 años, se hallaba en una cafetería en Alasehir, una localidad en el oeste de Turquía.

Según la DHA, el hombre, “fanático del Fenerbahce ”, sufrió la crisis en la celebración del gol. Trasladado el hospital, los médicos no pudieron salvarle la vida.

“ASÍ SE TENÍA QUE MORIR”

Si bien sus familiares se sorprendieron por la fatal noticia, el cierre de aquel cuento de Fontanarrosa puede contribuir a reducir la tristeza:

¡La cara de felicidad de ese viejo, hermano, la locura de alegría en la cara de ese viejo! ¡Que alguien me diga si lo vio llorar abrazado a todos como lo vi llorar yo a ese viejo, que te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de su vida, pero lejos lejos el día más feliz de su vida, porque te juro que la alegría que tenía ese viejo era algo impresionante! Y cuando lo vi caerse al suelo como fulminado por un rayo, porque quedó seco el pobre viejo, un poco que todos pensamos; “¡qué importa!” ¡Qué más quería que morir así ese hombre! ¡Esa es la manera de morir para un canalla! ¿Iba a seguir viviendo? ¿Para qué? ¿Para vivir dos o tres años rasposos más, así como estaba viviendo, adentro de un ropero, basureado por la esposa y toda la familia? ¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle roto el orto a la lepra por el resto de los siglos! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa.

Fuente: La Nación

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