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“Sé que me pueden pegar un tiro, pero volvería a denunciar a los policías”

El odontólogo rompió el silencio en La Brújula 24. No dudó en pedir que “esta gente debe quedar presa, sobre todo el comisario”. Y admitió: “Tengo miedo”.

Germán Sasso, de frente, conversando con el odontólogo.

Es la palabra más buscada. El odontólogo que brindó su valiente testimonio para investigar a una banda policial acusada de extorsión y que funcionaba en la seccional Quinta contó en primera persona el calvario vivido a finales de la semana pasada y reveló que aún siente temor por las posibles represalias que podría sufrir, esperando que los efectivos vayan presos y poniendo especial énfasis en el titular de la comisaría, Nicolás Pérez, quien está de licencia desde el último sábado y fue reemplazado por Hugo Campetelli.

En la plomiza noche del jueves, donde la llovizna era persistente casi como una burla del destino que quiso que sirva de marco para graficar lo oscuro de la situación.

En esas condiciones, el profesional hizo, en diálogo exclusivo con el periodista de LA BRÚJULA 24, Germán Sasso, un pormenorizado relato de cómo comenzó la historia, del apriete sufrido adentro de la sede policial y el momento en el que entregaba el sobre con los dos mil dólares y se desbarató la coartada con la intervención del fiscal. “Sé que ahora me pueden pegar un tiro, pero volvería a denunciarlos”, sintetizó.

La cronología del escándalo

“Estoy bien, un poco compungido por lo que veo en los medios, donde se me ataca solo por mi vida privada. Acá lo más importante es que unos policías corruptos me quisieron extorsionar y pedir plata a cambio de una causa que nunca existió, con muchísimas mentiras. Lo que pasó es que ese día me fui a trabajar. En mi casa estaba mi pareja y una amiga de ella. Me pidieron quedarse allí porque habían sufrido amenazas y se sentían más seguras. Una de las chicas se levantó un poco más temprano y levantó las persianas para que se ventile y se fue a hacer unos trámites al centro. Mi pareja se quedó en mi casa”, inició su relato el odontólogo.

Y continuó con la crónica de lo acontecido: “Cuando regresé a la tarde, ella dormía y su amiga no estaba. El problema era que faltaba el perro de una de las chicas. Desperté a mi novia, merendamos, llegó la otra joven y le pregunté por el perro, me responde que no lo tenía y se pone a llorar. Salimos con el auto a buscarlo por el sector, mandé un mensaje al grupo de Whatsapp del barrio para saber si alguien lo había visto y me respondieron negativamente. Lo buscamos durante media hora hasta que volvimos a mi casa. Es allí que las chicas, muy dolidas, me dicen que querían que el perro aparezca y lo intentan encontrar a pie. Hacen una cuadra y media y empiezo a escuchar gritos y otros perros ladrando”.

El ataque de las “tranzas”

El odontólogo reveló que fue un vecino el que lo llamó por teléfono minutos después del ataque y quien le pasó con su pareja.

“Llorando, ella me pide que vaya rápido y cuando llego me encuentro con una de las chicas tirada en el piso, apuñalada y sangrando por un corte en la mano. La otra golpeada en la cara. Me cuentan que fueron víctimas del ataque de tres mujeres que se bajaron de un vehículo portando cadenas, armas blancas y un bate de goma. Las querían meter adentro de un auto, les pegaron, a mi novia le dejaron un ojo negro. Se pudieron defender y gracias a eso se salvaron de ser ingresadas al vehículo. La otra chica se agarró de una reja y una de las malvivientes le pegó con un puñal, ocasionándole dos heridas en la cola y una en la pierna y le cortaron la mano. Cuando salieron los vecinos, las atacantes se fueron”.

La víctima de la extorsión reveló que a las personas las tenía identificadas, las conocía y sabía que se dedican a esto: “Tenían un problema con la amiga de mi pareja porque le habían robado un bolso de ropa y las habían denunciado en la comisaría Quinta, porque viven en esa zona y eran conocidas de la amiga de mi pareja. Sé de sus actividades. En algún momento le han comprado y ya habían tenido una pelea previa”.

“A raíz de esto se llamó a la ambulancia, la trasladan a la clínica de Osecac para hacerle las curaciones y, cuando estoy llegando, caen dos policías de la Quinta. Ellos llegan ahí porque mi pareja y su amiga los conocían a raíz de una denuncia previa que habían hecho por estas pibas. Los efectivos son García y Dupré, uno de civil y otro con un chaleco policial. Empezamos a hablar, les cuento lo ocurrido, les comento que sabía del accionar de estas pibas y me dicen que vayamos a hacer la denuncia a la comisaría”, explicó.

“Les comento que un policía, que se hizo presente en el lugar de la pelea, me había dicho que vaya al Destacamento de Patagonia. En principio no me llamó la atención que me pidan que vaya a calle Don Bosco porque como existía una denuncia previa contra estas chicas, me dijeron que la radique en la Quinta para que no haya dos causas paralelas y hacer todo más rápido”.

El llamativo cambio de planes

Es aquí donde la historia sufre un vuelco inesperado, un cambio de planes que levantó sospechas en el odontólogo y le dio para pensar que algo olía mal. Siempre predispuesto a seguir los carriles que corresponden, una comunicación alteró lo previsto.

“Al otro día, cuando estábamos por salir de casa los tres para hacer la exposición policial, le mandan un mensaje a la amiga de mi novia y les piden que no vayan ellas porque estaban golpeadas y doloridas. Entonces fui solo. Me hicieron pasar a una habitación del fondo donde había tres efectivos: García, Dupré y otro más que se llama Matías. Cierran la puerta y me piden que les cuente todo esto que estoy relatando. Y en ese momento aparece una persona que se identifica como comisario. Me empieza a hablar mal, a agredir verbalmente, a pegarle a la mesa con el puño. Me dice que no me cree nada, que sospecha que detrás hay algo ilícito”, señaló.

Y fue aún más allá: “Me preguntaba si conocía la película ‘Todo es Mentira’ y sus actores, se me reía. Entró a apretarme. Se trataba del comisario Pérez, el que sale en la foto de LA BRÚJULA 24. No me dejaba hablar, permanentemente me acusaba. Yo le aclaraba que no tenía antecedentes y nunca había cometido un delito, le pedía que se fije quién soy. Trataba de explicarle que yo era víctima porque me robaron cosas de las chicas que estaban en mi casa”.

En su testimonio exclusivo, sostuvo que Pérez se fue inmediatamente y se quedó hablando con los otros policías, explicándoles lo que había ocurrido: “Cuando escucha que yo sabía que esas pibas vendían droga, el comisario regresa y me empieza a decir ‘cómo sabés que venden droga’. Les respondo que mi pareja y su amiga consumen, que otras personas también les compraban a estas pibas y que yo mismo la he llevado en el auto a la chica a buscar. El comisario me empezó a decir que en mi casa seguramente se hacían fiestas y que yo tenía que ver con la droga, que estaba involucrado con prostitución y me iban a iniciar una causa. Me amenazaba con dejarme imputado por lo que estaba relatando y que no me creía nada”.

“Se vuelve a ir. García y Dupré me empiezan a decir que me quede tranquilo, que íbamos a tratar de arreglar las cosas, que iban a hablar con el comisario. Me decían que como yo contaba que había venta de drogas de por medio y que una chica es prostituta, si ponían eso en la causa y se hacía un allanamiento en el que las agarraban a ellas con estupefacientes, mi nombre iba a quedar dando vuelta por todo Bahía, que iba a ser escrachado afirmándome que yo soy un profesional conocido y que me iban a arruinar para toda la vida. Eso me lo decía García”.

“Les respondí que no me parecía así, porque yo no había mentido, ni vendido, ni comprado droga. Solo les estaba contando que me robaron y a las chicas que estaba conmigo casi las matan. Les quería hacer entender que yo fui a hacer una denuncia y como respuesta recibía que me iban a imputar a mi. Les dije que no quería quedar en medio de un lío y ser escrachado porque no hice nada malo. Me contestaron que me quede tranquilo, que de algún modo lo íbamos a arreglar. Me decían que tenían que hablar con el comisario para hacerlo bajar un poco. Y que de última en la denuncia podían hacer constar el robo a mi domicilio y la agresión a las chicas, sin mencionar el tema de la venta de la droga. Les contesto que yo quería colaborar y que esto se aclare”, enfatizó.

Y admitió: “Pensé que se trataba solo de salir de testigo para detener a estas personas que venden droga, porque me estaba arriesgando, yendo a denunciar a esta gente, con el riesgo que implica. Si yo tuviese algo que ver con la venta de droga no me hubiese involucrado. Me dicen que podíamos arreglar la situación”.

El “pacto”

Una vez escuchada esa frase, el profesional reveló que ingenuamente pensó que era suficiente ofrecerse como testigo para subsanar el momento: “Viene Dupré y me dice que esto se arregla con plata y agrega ‘qué te parece que puede llegar a valer algo así’. Nunca les ofrecí dinero, no quise coimear a nadie y fui a denunciar por lo ocurrido en casa y a pocos metros. Ellos me dicen que haga una oferta. Atino a decir mil dólares y me dijeron que era un monto insuficiente. Dije ese monto porque no sabía qué hacer, no tenía ni idea. Les digo dos mil y Dupré me dice que habla con el comisario y me responde”.

“Se va dos minutos y vuelve, mientras tanto yo hablaba con Gabriel, que me daba consejos, me decía que iban a redactar la denuncia donde constaba el robo y la golpiza, que del resto no iban a poner nada. Les dije que no había problemas y pregunté cómo hacíamos para la entrega de la plata porque tenía que ir a trabajar, que hasta las 17 no salía del consultorio. Me contestan que el punto de encuentro era la esquina de Zelarrayán y Perú a las 19:30 para darme tiempo para juntar el dinero. Les dije que tenía que recolectar esa suma y Dupré me pregunta dónde iba a buscar la plata, me quedé en silencio y atiné a decirles que iba a ir al banco y les iba a pedir prestado a amigos porque no tenía tanto encima”, destacó.

Luego de confirmar que uno de los agentes terminó de escribir la denuncia y le dice que vayan a una oficina cercana al acceso a la comisaría de calle Don Bosco para imprimirla para que la pueda firmar, el episodio continúa con el acuerdo para efectivizar el pago.

“Quedamos en encontrarnos a esa hora y me fui. Después de trabajar regreso a casa, donde estaban mi pareja y su amiga, golpeadas y doloridas. Les cuento la situación, que me habían pedido plata para tapar todo, las chicas se enojan porque no querían que les dé dinero si yo no había hecho nada. Les respondo que iba a acordar porque no quería problemas, que tenía miedo porque había sido apretado en una habitación de la comisaría por cuatro policías armados, uno de ellos muy agresivo”, apuntó, aún visiblemente indignado.

Consultado por el periodista Germán Sasso, con relación a los minutos posteriores, enfatizó: “Me puse a pensar por qué iba a pagar una coima si no había cometido ningún delito ni había hecho nada malo. Solamente había ido a denunciar lo que me pasó. Era mentira que estaba en una partuza o que me enfiestaba con las chicas, mi pareja es mayor de edad, más allá de que la diferencia de edad con ella es grande, pero es un problema mío y de ella. Con la otra chica que también es mayor de edad nunca tuve relaciones. Se me acusa de mentiras, jamás vino un dealer a mi casa ni se compró drogas desde mi domicilio. Tengo testigos de los vecinos de cómo les pegaron a las chicas y tengo el certificado médico de la clínica de Osecac. Nada de lo que dijeron ocurrió”.

“Después de reflexionar, me di cuenta que quizás hasta me iban a pedir más dinero. Por eso llamé a un conocido mío, un juez que fue al secundario conmigo, con quien no tengo una amistad fluida y diaria. Le pregunto qué opinaba y me pide un tiempo para hablar con alguien que me iba a asesorar. Habló con (Mauricio) Del Cero y me vuelve a llamar. Me dice que lo llame al fiscal y le cuente todo. Él me comenta que no tenía la obligación de hacer nada en particular. Pero me cuenta que podíamos confeccionar un operativo policial para detener a esta gente porque estaban cometiendo un acto de extorsión”, detalló el odontólogo.

“Me decidí a hacerlo porque me siento limpio y no hice nada malo, que yo era víctima y me había sentido maltratado por la policía. A nadie le deseo lo que tuve que vivir dentro de la seccional. No me olvido de la cara ni los ojos del comisario, lo puedo reconocer de acá a la distancia que me digan. Me fui muy asustado de la Quinta y nunca había pasado algo así. Decido que se formalice el procedimiento, por lo tanto el fiscal y policías de la Federal vinieron a mi casa, tomaron fotos de los dólares, del sobre”.

El momento más tenso

Acto seguido, la víctima del intento de cohecho explicó todavía con un tono nervioso, el momento más delicado del riesgoso procedimiento:

“Me fui solo en mi camioneta a la esquina convenida. Y aparece Dupré, solo, en la plazoleta que está en ese sector, se me acerca del lado del conductor, bajo el vidrio le digo que tenía todo en un sobre de papel madera y le pregunto cómo seguía todo. Me pregunta si quería que charlemos un rato. Me pareció mejor para hacer tiempo para que lo agarren con todo en la mano. Es así que se sienta en la camioneta y apoya el sobre arriba de sus piernas”.

Todavía muy asustado, como reviviendo el traumático hecho, se animó a confersar: “No sabía cómo iba a terminar, si iba a haber un tiroteo, pero en ese momento no lo pensé por la adrenalina. Solo quería que todo termine y la situación se aclare. Me empieza a hablar, a dar consejos, que no meta gente en mi casa. Le contesto que me sentía estafado, que eran unos delincuentes por lo que me estaban haciendo pasar. Que me habían hecho hacer un acting por lo de policía malo y policía bueno, lo admitió y se reía. Repitió que eso lo podían hacer porque son policías y le consulté si de ese dinero le iba a quedar algo, a lo que me respondió que toda la plata iba más arriba. Que hacía poco que estaba en la fuerza y cansado de ver lo que pasaba en esa comisaría, que se quería ir de la seccional porque no le gustaba lo que veía y no quería quedar pegado. De la forma que me habló este chico, parecía que ya hubo otros extorsionados. Sentí que lo mandaron de perejil”.

Hubo un aspecto que le llamó la atención y que luego hizo que el propio odontólogo expusiera una hipótesis: “No se bajaba de la camioneta, pasó un rato, hasta que apareció un auto de civil donde se desplazaban policías armados que nos hicieron descender del vehículo. Nos apuntan y nos hacen levantar las manos. Dupré me mira fijo con cara de ‘me vendiste’, agarra el sobre y lo tira al piso de la camioneta a la altura de la caja de cambios automática. Ambos abrimos la puerta y nos tiramos al piso. La Policía me esposa porque no me conocían. Y como no sabían quién era uno y el otro, nos arrestan a los dos. El efectivo me pregunta nombre y apellido y me dice que me quede tranquilo, me sueltan y me piden disculpas, me explican por qué me habían maniatado. Aparece el fiscal, buscan el sobre y estaba del lado del acompañante, en el piso, donde se había sentado, con el dinero adentro, tal cual como lo había entregado”.

“En ese momento me entero que había otros dos autos en las inmediaciones, que en uno de ellos había dos policías a los que habían agarrado y en el otro vehículo había un efectivo más que lo dejó abierto y huyó”, mencionó, aunque luego analizando puntillosamente la secuencia, hay algo que no le cerraba, elucubrando una teoría que tiene cierto asidero.

¿Intento de secuestro o querían más dinero?

Nicolás Pérez, comisario en uso de licencia.

El odontólogo tiene una hipótesis y no dudó en compartirla. En definitiva, a la luz de la gravedad de lo denunciado, ya nada puede causar sorpresa, en definitiva, la sensación que queda es que la realidad supera a la ficción.

“Pensando en frío, me parecía que esto no terminaba esa noche. Era extraño que se hayan quedado charlando conmigo y este tipo no se bajaba nunca de la camioneta. Lo que no entendía era por qué había otros autos con policías siendo que yo no soy un asesino o delincuente ni le iba a hacer daño a nadie”. Me queda la duda de si después no me iban a llevar a algún lugar para sacarme más plata”, sintetizó.

Algo más aliviado, enfatizó: “El operativo terminó bien, no hubo tiroteo. La Policía buscó testigos para ver el sobre, los dólares y a los acusados. Después de un rato me fui a mi casa. Tengo miedo porque no sé qué son capaces de hacer estas personas. Corrí el riesgo de denunciarlos y surgieron algunas otras cosas más. Este que me dijo que era el comisario fue muy agresivo conmigo y no sé si me pueden agredir o pegar un tiro”.

“Que queden todos presos”

Una vez expuesto su caso, donde la víctima del intento de cohecho tuvo que revivir momentos extremadamente desagradables, tomó aire y suspiró algo más aliviado, aunque este tormento lo acompañará por el resto de su vida.

“Me siento muy mal porque en vez de estar la gente hablando de eso, se detienen en mi vida privada, cuando en realidad estoy con mi pareja que es mayor de edad. No me estoy enfiestando con nadie. Se hicieron comentarios que yo compraba droga para tener sexo con chicas menores, me trataron de adicto. Creo que esa es la campaña de los propios policías que hoy son investigados. Antes de que trascienda todo, salió copia de la denuncia que yo había hecho en la Quinta donde figuraba mi nombre. Eso saltó de adentro de la seccional para desprestigiar mi imagen para que lo que yo digo de ellos no tenga valor”, enfatizó.

Sasso le preguntó sobre su entorno, cómo les cayó la noticia en la cual, si bien se preservó su identidad hubo una afectación directa al círculo íntimo: “Mi familia está muy mal, sobretodo mi mamá. Mis amigos que me conocen y mis colegas saben quién soy. Para la gente que dijo que yo compro para drogarme, sepan que yo tuve un problema de salud, que tengo un marcapasos, que tuve un cáncer linfático y vi gente morirse al lado mio. Lo que menos quiero es droga en mi vida y arruinar mi salud. Mi pareja, si lo hace, sufre una enfermedad y la voy a ayudar al igual que a su amiga para que la deje. Nunca estuve de acuerdo con que compren droga o consuman en mi casa”.

Por último, después de confirmar que nadie se comunicó con él, expuso que “al día siguiente del operativo, fui el sábado a Fiscalía a declarar. Conté esto y consta en la denuncia. En ningún momento figuran las barbaridades que dicen de mi”, al tiempo que cerró con firmeza: “Ojalá que la gente se anime y se termine de una vez todo esto porque seguro que no es la primera vez que lo hacen. Como no tengo nada que ocultar en mi vida, quizás en el momento no sé si pensé las repercusiones. Si lo tuviera que volver a hacer, ni lo dudo, lo hago. Lo que más quiero es que esta gente quede presa, sobretodo el comisario Pérez”.

Concluida la entrevista que se extendió por espacio de casi media hora, el odontólogo se retiró del lugar, bajo la llovizna, la bruma y caminó algunos metros en soledad hasta subir a la camioneta, sabiendo que su vida ya no volverá a ser igual y que el miedo se apoderó de su escena rutinaria, más allá de sentir la satisfacción de haberse comprometido con su denuncia.

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