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Cinco consejos respaldados por la ciencia para una vida larga y saludable
Olvidate de los tratamientos costosos: estos cinco consejos accesibles y científicamente comprobados pueden ayudarte a vivir más y mejor.

Hoy en día, la búsqueda de la longevidad parece estar dominada por costosos tratamientos privados: desde análisis genómicos por 20.000 dólares hasta gimnasios exclusivos que cobran cuotas anuales de 40.000. A eso se suman intercambios de plasma, dispositivos para mejorar el sueño y terapias experimentales que prometen detener el envejecimiento. Sin embargo, expertos en salud y envejecimiento coinciden en que las estrategias más efectivas para vivir más tiempo no solo son simples, sino también mucho más económicas.
El primer consejo es hacer ejercicio, sin importar el lugar ni el costo. No es necesario pagar un gimnasio de lujo ni tener un entrenador personal: caminar por el barrio durante 30 minutos al día o levantar pesas en casa puede tener un gran impacto en la salud cardiovascular y reducir el riesgo de enfermedades crónicas. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 de alta intensidad por semana. Lo importante, destacan los especialistas, es moverse.
La alimentación es el segundo pilar de la longevidad. Aunque existen muchas dietas de moda y suplementos que prometen beneficios milagrosos, las investigaciones respaldan una dieta equilibrada basada en alimentos integrales. Cereales, frutas, verduras y proteínas magras –como en la dieta mediterránea o la DASH– han demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. Además, se puede comer bien sin gastar de más: las versiones congeladas de frutas y verduras, por ejemplo, mantienen su valor nutricional y son más accesibles.
Tercer punto clave: dormir bien. Dormir alrededor de siete horas cada noche es fundamental para que el cuerpo regule sus funciones internas, como las hormonas y el azúcar en sangre. Si bien hay tratamientos sofisticados y dispositivos tecnológicos que prometen mejorar el sueño, no hay pruebas sólidas de que funcionen mejor que cambios simples en el estilo de vida. Mantener horarios constantes, hacer ejercicio, evitar el alcohol y usar antifaces o máquinas de ruido blanco pueden ayudar mucho más de lo que uno imagina.
El cuarto consejo es entrenar la mente para ser más optimista. Diversos estudios han encontrado una relación directa entre la actitud positiva y una vida más larga. Escribir un diario, hacer terapia o simplemente rodearse de personas que brinden apoyo emocional puede reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y, como consecuencia, proteger la salud. Eso sí: la calidad de las relaciones sociales importa tanto como su cantidad. Interactuar con personas que generan ansiedad o te juzgan no aporta al bienestar.
Por último, aunque muchas personas recurren a tests que miden la “edad biológica” para conocer su estado de salud, estos estudios aún son imprecisos y no concluyentes. Los especialistas recomiendan, en cambio, observar cómo uno se siente con los cambios de hábitos. ¿Tenés más energía? ¿Dormís mejor? ¿Estás de mejor humor? Esas señales son más útiles y confiables que cualquier resultado de laboratorio. Al final, vivir más no debería ser el único objetivo: también se trata de vivir mejor.
Con información de Clarín
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