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Luego de 20 años, la Argentina dejará de importar gas de Bolivia

Lo que parecía ser una importación transitoria se volvió una política de Estado de dos décadas.

En abril de 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner recibía a su par de Bolivia, Carlos Mesa, en el Salón Blanco de la Casa Rosada y celebraban el acuerdo bilateral que habilitó la primera importación de gas desde ese país. En un primer momento, iban a ser 4 millones de metros cúbicos (m3) por seis meses, a fin de paliar la crisis energética de ese entonces.

Lo que parecía ser una importación transitoria se volvió una política de Estado de los últimos 20 años. En 2007, el entonces ministro de Planificación, Julio De Vido, negoció directamente un contrato a 10 años de compras de gas boliviano, en el que se comenzaban importando 13,6 millones de m3/d hasta alcanzar el nivel de 27,7 millones para 2017, casi el 18% de lo que produce hoy la Argentina.

A partir del próximo mes, se finalizará la obra de reversión del Gasoducto Norte, por el cual la Argentina importaba gas de Bolivia. Desde septiembre, los usuarios residenciales, las estaciones de GNC y las industrias de Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy podrán abastecerse también con el gas de Vaca Muerta, que crecerá en volúmenes a medida que se expanda la red de gasoductos.

En la última década, a partir de los sucesivos Plan Gas que lanzaron los distintos gobiernos, desde la llegada de Axel Kicillof al Ministerio de Economía a la fecha, los precios de referencia más acordes a los valores de mercado permitieron que la producción nacional vuelva a recuperarse. El mes pasado, por ejemplo, la producción alcanzó su máximo nivel de los últimos 21 años: llegó a un pico de 151,7 millones de m3/d.

En este tiempo, las fuentes de producción cambiaron, ya que 20 años atrás Vaca Muerta no era ni siquiera una alternativa, porque se creía que era imposible extraer gas y petróleo de una cuenca con una roca tan dura. El avance de la tecnología permitió la llegada del fracking, la técnica que rompe la roca con inyecciones de agua y arena para generar grietas y mantenerlas abiertas. Hoy la producción no convencional de Vaca Muerta explica el 65% del total de oferta de gas del país (98 millones de m3/d).

La productividad de la cuenca neuquina luego generó otro problema no previsto: la infraestructura para evacuar el gas de Vaca Muerta quedó chica y se formó un cuello de botella por la falta de gasoductos. La necesidad de invertir en la expansión de ductos se hizo visible a partir de 2018, pero la crisis económica demoró los planes y recién se avanzó con la construcción del gasoducto Néstor Kirchner cuando la invasión de Rusia a Ucrania disparó los precios internacionales de importación de gas.

Actualmente, el precio promedio anual del gas producido en la Argentina es de US$5 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector), con valores que bajan a US$2 en verano. La importación de gas de Bolivia costó este año US$11,8 el millón de BTU, mientras que las compras de buques de gas natural licuado (GNL) costaron US$11,1.

Fuente: Clarín

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