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DE AYER A HOY

Néstor Machiavelli: “Disfruté el periodismo de investigación, aunque es ingrato”

El dorreguense reveló cómo se enamoró de la profesión que desarrolló principalmente en radio y TV. La resiliencia para sobrellevar la abrupta pérdida de sus padres. Y su metamorfosis hacia la realización de documentales.

Por Leandro Grecco
Facebook: Leandro Carlos Grecco/Instagram: @leandro.grecco/Twitter: @leandrogrecco

La historia la escriben todos. Cada cual, desde su lugar y con las herramientas (pocas o muchas) que cuenta, deja una huella en el mundo y las generaciones posteriores. Cada época tiene sus particularidades y quienes peinan canas pueden ostentar sin temor a equivocarse que son parte de los procesos de cambio.

Existe una persona muy cercana a cada uno de los lectores que se ha logrado destacar en el mundo de la comunicación y los medios. A pesar de haber vivido una experiencia dolorosa a temprana edad, se ha superado y encontró su pasión en el periodismo. Desde su trabajo como corresponsal en el Congreso hasta sus entrevistas de alto impacto, siempre ha estado a la vanguardia de los cambios tecnológicos.

Actualmente, se dedica a la realización de documentales y se considera un referente en su campo. En este artículo, intentaremos hurgar acerca de la carrera y los logros de Néstor Machiavelli, quien se confiesa en La Brújula 24 y hace un camino de introspección, en una etapa de su vida en la cual todavía le sobran motivaciones para seguir soñando.

“Soy de Coronel Dorrego y viví en dicha localidad hasta mis 18 años. Después partí, vine a estudiar a Buenos Aires, pero nunca dejé de acudir a mi ciudad natal y a los distintos distritos de la región, sobre todo a Bahía Blanca a través del periodismo. Mi papá era comerciante y mi mamá docente en un colegio que estaba a dos cuadras de casa”, sintetizó Macchiavelli, al momento de abrir su carta de presentación en una videollamada con este diario digital.

Luego, se detuvo en la figura materna: “La tuve de maestra en primero superior, imagínate lo que fue. Para mí ,un regalo del cielo porque mis padres tuvieron un accidente automovilístico a sus 45 años, cuando yo tenía 17. Corría el año 1967 y perdieron la vida en la ruta, entre Azul y Las Flores. En el vehículo también viajaba mi hermana menor, que tenía 7 y sobrevivió al siniestro vial”.

“Los tres viajaban para pasar el Día del Padre junto a mi hermano mayor que vivía en La Plata, donde estudiaba Medicina. Era una noche de niebla del mes de junio cuando antes de pasar por Cacharí chocaron de frente con otro vehículo, falleciendo ambos en el acto”, se lamentó, con el semblante de quien aún intenta terminar de sanar una herida que no está totalmente cauterizada.

Fue el momento de amalgamarse en el seno del círculo íntimo para sobrellevar el contexto: “Como familia, se nos hizo muy cuesta arriba remontar semejante desgracia, mi hermana vivió en casa de unos tíos que fueron extraordinarios. Me quedé en Dorrego hasta que pudimos vender el negocio, una casa que teníamos en Monte Hermoso y comprar un lugar para vivir en Buenos Aires”.

“Si bien allá hice algunos años de la carrera de Arquitectura, antes de dejar mi ciudad natal había realizado algo de radio en LU26. Eso me hizo tomarle el gustito al periodismo. Mi hermana cursó la secundaria como pupila en La Plata y luego vivió un tiempito conmigo y otro lapso con mi hermano. Fue alternando hasta que se recibió de Odontóloga, se independizó y actualmente vive en Tigre”, resumió, mientras la charla lentamente empezaba a fluir.

Asimismo, hizo pie sobre su desarrollo, en una etapa en la cual era primordial tomar decisiones: “En lo personal, me fascinaba la arquitectura, pero el periodismo tiraba más. De osado hice algunas incursiones en la noche de Radio El Mundo, la primera en ocasión de una transmisión de la carrera en la que participaron varios Torinos en Nürburgring, Alemania”.

“Era una emisión ininterrumpida y en el lapso de la madrugada en el que los periodistas cambiaban de turno se producía un hueco, siendo ese segmento el que ocupé como ayudante, como productor. Me subí a un colectivo, me presenté y les dije que estaba dispuesto a dar una mano”, evocó Macchiavelli, con una indisimulable nostalgia.

Fue tan fuerte aquel episodio, que reconoció: “Aún guardo algunos telegramas que mandaba la gente, la peña de Los Gauchos de la Barría, saludando en un hecho histórico. Eso me incentivó más, hasta que, en 1974, la radio de Dorrego me dio una credencial, me presenté en la Cámara de Diputados y me acredité como periodista siendo cronista parlamentario durante unos cuantos años”.

“En la primera etapa, cuando no tenía un trabajo estable, empecé a escribir a radios del Interior para ofrecer mi corresponsalía en el Congreso. Conseguí un empleo en LV28 Radio Villa María (Córdoba) y LT28 de Rafaela”, apuntó, con un dejo de agradecimiento a quienes le ofrecieron las primeras oportunidades para desarrollarse en lo que se iba convirtiendo su medio de sustento.

Junto a Nélson Castro y Daniel Mendoza.

Y señaló: “Eran tiempos donde se trabajaba de forma artesanal, para enviar una información importante pedía una llamada telefónica, la cual podía demorar dos horas, hasta que te la otorgaban. En 1975 obtuve mi primer puesto fijo, fue en Radio Excelsior (actualmente La Red), logrando un lugarcito en un medio de comunicación a nivel nacional”.

“Al año siguiente, con el Golpe de Estado, cerró el Congreso y me la tuve que rebuscar haciendo producción y algunas corresponsalías, por ejemplo, para LU5 de Neuquén con una pelea de boxeo. Lo mismo con eventos automovilísticos en Tres Arroyos y partidos de fútbol en la región, la única opción para persistir en la profesión por aquel entonces era rebuscársela porque trabajar para un solo medio no alcanzaba, tal como ocurre ahora”, afirmó, en relación a un lapso de incertidumbre que supo sortear con éxito.

Sin embargo, rápidamente logró encauzar el rumbo: “Con el regreso de la democracia en 1983, alcancé cierta estabilidad al ser cronista en el diario La Razón. Luego hubo experiencias muy enriquecedoras en lo profesional, cuando en 1991 acompañé al presidente (Carlos) Menem a una gira por el Vaticano, una visita a Polonia y Rusia, en tiempos de (Mijail) Gorbachov”.

Recibiendo el Premio Internacional de Periodismo de manos del Rey Juan Carlos de España.

“Por una cuestión geográfica con mis raíces, Bahía Blanca siempre estuvo, en mayor o menor medida, presente en mi hoja de ruta laboral, con distintas participaciones. Algunas de ellas para LU2 sobre fines de la década del 70, pero alcancé una mayor continuidad en LU3”, agregó, en lo que representó su mayor notoriedad en cuanto a la popularidad por estas tierras.

Tras cartón, trajo a la luz una anécdota: “Me tocó salir al aire la noche del 23 de marzo del 76, hice una nota que hoy realmente sería una perla. Entrevisté al ministro de Economía de entonces, Emilio Mondelli. Le pregunté qué hacía en el Senado a esa hora y si estaba al tanto de las versiones que estaban circulando. Con el acento italiano que lo caracterizaba me respondió que él no era militar, que solo era civil. Conservo la grabación del testimonio logrado para LU3 instantes antes del Golpe y me sigue sorprendiendo”.

“En 1984 recibí un llamado para convertirme en el corresponsal de La Nueva Provincia, donde me ofrecían la columna semanal para escribir sobre lo que ocurría en el Congreso. La propuesta incluía la lectura de los diarios en LU2 algo que hoy ya no resulta para nada atractivo porque todos nos podemos informar a través de la computadora o desde el teléfono celular. Corría el año 1985 y ya en ese entonces estaba el intendente Héctor Gay conduciendo la primera mañana”, explicó quien reparte sus días entre Capital y Sauce Grande, donde tiene su residencia fija.

Cobertura de la Guerra de Los Balcanes, cerca de Sarajevo, para Telefé.
En Sarajevo, con la cobertura para Telefé de la Guerra de los Balcanes.

El oficio le tenía preparada otra aventura: “En esa función me mantuve hasta que inicié mi aventura en la televisión en Buenos Aires. Junto a Raúl García, a quien considero un maestro de periodistas y alguien en quien me referencio dimos el primer golpe de efecto en la pantalla chica y fue el secuestro de Macri, al haber obtenido, una vez que fue liberado, las grabaciones de los secuestradores hablando por teléfono a su casa para negociar la entrega”.

“Si bien fuimos citados por la Justicia, nos amparamos en el derecho de preservar la fuente, la reserva periodística, sabiendo que ese material no provenía de la SIDE, ni de ningún servicio de inteligencia. Era un momento de mucha turbulencia económica en esos años y había gente que se dedicaba a grabar conversaciones telefónicas de empresarios para conocer el termómetro financiero del país”, resumió Machiavelli, al graficar lo complejo de esa osada labor profesional.

Un golpe de suerte abrió la puerta a lo que luego fue mérito propio y de su equipo: “Detectaron que en el teléfono de la familia Macri se estaba negociando un secuestro, por lo que con esas grabaciones hicimos un programa especial con todas las postas que se fueron dando para llegar a la entrega del dinero. Era una fortuna la que se entregó en la Isla Maciel y todo lo que pudimos producir fue nuestro primer programa en Telefé, el cual contó con un muy alto rating”.

“Como presentador, siempre me tocaba poner la cara frente a cámara, pero detrás de todo ese trabajo, además de García, un amigo del cual aprendí mucho sobre esta profesión, existía una estructura muy sólida sin la cual hubiese sido imposible realizar aquel programa que fue un verdadero suceso”, exclamó con satisfacción.

El dorreguense continuó con el punteo de la línea de tiempo: “Luego de ese suceso, se comunicó con nosotros el director del noticiero de Canal 13, Luis Clur, para ofrecernos lo que luego fue Telenoche Investiga. Ante esa propuesta, Telefé nos comentó que estaba llegando al país una productora de Estados Unidos, Lucía Suárez, para hacer un programa del estilo de los que se hacían en Norteamérica”.

“Así nació Edición Plus. En ese formato aprendí mucho de cómo se trabaja en televisión abierta. Creo que fue el primer programa de investigación periodística en Argentina, conociendo profesionales de excelencia, a punto tal que varios camarógrafos de aquel entonces son los que me acompañan para hacer el ciclo en el que estoy incursionando actualmente en Bahía Blanca y lleva el nombre de Esas Pequeñas Cosas”, ponderó, ante la pregunta sobre el producto que marcó una época dentro del género.

Con Raúl García, entrevistando a Enrique Gorriarán Merlo en la clandestinidad.

Envalentonado y con el ímpetu de la juventud, asumió otros desafíos: “Con Raúl García hicimos hasta 1994 Edición Plus y nos lanzamos a llevar adelante producciones independientes. Una de ellas fue un trabajo sobre la AMIA, al año del atentado y tuvo mucho éxito. Dicho especial lo emitimos en el programa de Mariano Grondona y ganamos el premio internacional de periodismo Rey de España, siendo la primera vez que Argentina recibía un reconocimiento de esa envergadura”.

“Aunque lo más impactante fue haberle realizado el reportaje en la clandestinidad a Enrique Gorriarán Merlo para Telefé. Fue muy potente, tuvimos bastantes problemas, pero felizmente salió todo bien. La entrevista tuvo una gran audiencia y aún hoy, que tengo el programa colgado en mi página de YouTube, alcanzó las 500 mil visitas”, sacó pecho Machiavelli. Y no dejó de lado su poder de asombro: “Sorprendentemente, en los comentarios que aún se publican hasta el día de hoy en dicha plataforma se produce una suerte de batalla campal, como si fuera una grieta entre los que están a favor de Gorriarán Merlo, que son los menos, y los que están en contra”.

“Continuamos trabajando de manera independiente para Telefé, hasta que en 2002 fui convocado por Canal 9. Ahí es donde nace Zona de Investigación, un producto audiovisual de calidad que se emitía con una frecuencia semanal y que conduje junto a Cristina Pérez, una excelente colega de la que guardo los mejores recuerdos”.

“Cuando cambió el dueño de la señal, Telefónica vendió y asumió las riendas Daniel Hadad, nos pudimos despedir frente a cámara sin ningún tipo de inconveniente. Soy de los que piensa que los periodistas tienen el mismo derecho de elegir con quien trabajar, del mismo modo que los medios pueden optar por los profesionales que contratan”.

“En paralelo, antes del cambio de milenio, ya había dado los primeros pasos en Canal 26 y Canal A de Esas Pequeñas Cosas, el ciclo que hoy estoy desarrollando. Nació a partir del conocimiento de personas que veía con admiración en mi infancia en Coronel Dorrego y toda la zona, gente simple, de trabajo y que tenía para contar historias cotidianas. El desafío era que el material que se elaboraba en el Interior, tuviera la misma calidad técnica de lo que se producía en Capital”, aseguró, promediando la conversación.

Y sumó: “Lo comencé en Canal 26, pero era realmente muy oneroso, por lo que solo hice cosas en Canal A, hasta que puse una pausa a mi profesión, cuando asumí como secretario de Medios en la provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Felipe Solá. Una vez concluida esa experiencia, volví al periodismo, retomando lo que había dejado”.

“Siempre digo que el día que uno falte en este mundo, si existe el cielo y a uno le toca golpearle la puerta San Pedro, cuando me pregunte qué trabajo hice en la tierra, le voy a decir: Esas Pequeñas Cosas porque es lo más fuerte de toda la tarea de la profesión. Disfruté de la investigación, pero tiene muchas ingratitudes”, distinguió el prestigioso periodista que incursionó en todos los soportes posibles.

Además, resaltó que “no tiene que ver con los colegas, pero cuando se pisan callos, duelen y surgen los problemas. Ha habido muchos problemas. Cada programa derivaba en una denuncia, temas judiciales y hasta éramos víctimas de una apretada. En contrapartida, con las historias de personajes del interior, después de cada programa hay un asado con los protagonistas y eso no tiene precio”.

“Me levanto todos los días a las 6 a leer los diarios, sigo la actualidad como si tuviera que comentar la noticia o si tendría que redactar una columna para el diario. Es un hábito que me quedó. Estoy muy preocupado por la guerra en Ucrania que puede en cualquier momento desembocar en un conflicto atómico, el cambio climático y se está tornando irreversible”, evaluó con el ojo crítico que le da la experiencia.

Luego, no evitó exhibir su angustia: “Soy una persona grande que tiene nietos y que al igual que todos los que somos abuelos nos preguntamos qué planeta les estamos dejando a esas generaciones. A eso se le suma lo que ocurre con la inteligencia artificial. Preocupa porque es una herramienta que, en manos inescrupulosas, puede derivar para cualquier parte. Son temas que al igual que la crisis económica del país ocupan mi mente, aunque a esto último los argentinos estamos acostumbrados”.

“En lo que respecta a lo profesional, descubrí que debajo de cada adoquín de las calles de Ingeniero White hay una historia, solamente hay que verla, por donde otros pasan sin mirar, hay que detectarlas y recogerlas. Las historias te señalan con el dedo y te dicen ‘vení, estoy acá, contame’”, expresó quien goza del reconocimiento de sus pares que lo tienen como un referente.

Inmediatamente, desmenuzó las más significativas: “Una de las más interesantes fue la de dos whitenses que cuando comenzaba la Guerra de Malvinas salieron a pescar y de repente debieron dedicarse a observar el movimiento de las naves británicas e informarlo a la autoridad argentina. Entre ellos estaba el pesquero Narwal que luego fue hundido, ambos pescadores fueron prisioneros y uno murió”.

“White es, sin lugar a dudas, un lugar lleno de historia de pescadores y de inmigrantes. Asimismo, también tuve la posibilidad de documentar la vida de Rafael Emilio Santiago, un material que el año pasado presentamos en el Club Deportivo Whitense junto con la familia de ‘El Negro’ y logró enorme repercusión”, añadió.

Su próxima creación promete un suceso inusitado: “Ahora me encuentro abocado a una historia de René Favaloro entre Bahía Blanca y Jacinto Arauz. Cuando nuestro querido René Favaloro fue médico rural en Jacinto Arauz, allá por los años, entre 1949 y hasta el 62, tuvo mucho contacto con Bahía Blanca. Favaloro tenía un amigo, el doctor Marcos Benamo, médico también, con el cual había estudiado en La Plata”.

“Ante algún paciente con un cuadro delicado en Bahía, viajaba en ambulancia a lo que por entonces era el Sanatorio Maternidad del Sur y lo operaba junto a Benamo. Después empecé a descubrir que la relación de René con esta ciudad fue mucho más grande y todo eso lo tengo registrado en un especial que está pronto a estrenarse y se va a llamar ‘Favaloro, entre Bahía Blanca y Jacinto Aráuz’”, adelantó, a modo de anticipo.

Luego, proyectó que “para el próximo mes de julio estoy trabajando para hacer una historia con Nora Roca sobre abuelos venidos en barcos desde Ponza de donde son la mayoría de los pescadores del estuario y que tienen a San Silverio de referente, imagen que todos los años pasean por las calles de White”.

“Por último, la semana pasada me tocó estrenar la historia de dos empresarios exitosos de Bahía Blanca. Se trata de Jorge y Carlos Marinsalta, gente muy simple y de trabajo con quienes viajamos a Médanos, a raíz de que el papá de ambos había sido jefe de cuatro estaciones del ferrocarril”, detalló el periodista.

Como cada intervención requiere de una logística especial: “Fuimos con (Cacho) Pallottini y su cámara en una casilla rodante en la cual logramos captar las imágenes del lugar donde ambos hermanos pasaron su niñez y adolescencia, reivindicando el mundo ferroviario que todos quisiéramos que regrese, aunque en este contexto es difícil que así ocurra”.

Junto a parte de su familia, en la foto solo falta su hija.

“Lo de mi familia es un apostolado, mi esposa ha tenido mucho aguante. No es fácil seguirme el ritmo. Cada vez que me tocaba salir se quedaba con nuestros tres hijos. La mayor vive en Ecuador desde hace 12 años, pero felizmente retornará a Argentina en septiembre. El del medio está en España desde 2002 y el más chico reside acá y, además de ser profesor de educación física, es el que edita todos los trabajos que hago, lo cual genera un muy lindo feeling entre ambos”, se alegró.

Por último, lanzó una consigna que rige su devenir: “Siempre cuatro ojos ven mejor que dos y seis mejor que cuatro, pero más allá de que hay una única persona que tomará la decisión, cuando se trabaja en equipo, el resultado final es mejor”.

Machiavelli tiene un brillo especial en su mirada. Su arrojo le permitió alcanzar desafíos que solo con valentía se pueden concretar. Al mismo tiempo, entendió el verdadero sentido de la existencia, supo “bajar un cambio” y comprender que era el momento de revisar todo el pasado, reivindicando a aquellos que tienen algo para contar. En esta oportunidad, le tocó a él ubicarse del otro lado del mostrador. Y resultó interesante…

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