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RICOS Y CROCANTES

Chipá: consejos para que salgan mucho mejor

Usando los ingredientes indicados y respetando las cantidades apuntadas, son irresistibles para cualquiera.

Casi nadie puede resistirse a los chipá: esos pancitos tibios con queso fundido y chicloso en su interior cuya receta y secretos de elaboración son un bien preciado por multitudes.

Siempre tentadores, es frecuente comprarlos con ilusión en la panadería pero qué decepción pagar por bueno un producto que termina llegando a casa frío, seco y duro. Una desilusión en dos aspectos claves del chipá: textura y sabor.

¿La solución? Hacerlos con nuestras propias manos y hornearlos al momento de consumirlos. Se trata de una receta fácil pero que tiene sus trucos y sobre todo que exige que sepamos elegir bien los ingredientes si lo que queremos es hacer un producto de calidad.

Con qué harina se hace

El auténtico chipá lleva fécula de mandioca. Un ingrediente que al igual que los quesos que exige la receta encarece la elaboración de estos deliciosos pancitos. La fécula de mandioca vale hasta 7 veces más que la harina común pero es el componente indicado para conseguir esa textura blanda que se fusiona a la perfección con el queso caliente.

Si bien es de origen vegetal, la fécula de mandioca es un alimento procesado: es un polvillo blanco que se extrae de ese tubérculo -también conocido como yuca-. Es alta en carbohidratos y la buena noticia para los celíacos es que no tiene TACC (gluten).

En general se usa para espesar cremas, purés, ligar salsas o dar más consistencia a pastas y masas. Tiene mucha capacidad para absorber humedad y no modifica el sabor ni el aroma de los alimentos. Un dato para entender mejor sus características: la fécula de mandioca posee un poder de hinchamiento alrededor de 3 a 4 veces mayor que el almidón de trigo.

Cómo hacerlos más ricos

Como ya dijimos hacer un buen chipá casero no es económico aunque sin lugar a dudas si los comparamos a los comprados en una panadería saldremos muy beneficiados con la relación precio calidad. La clave es usar la misma cantidad de fécula de mandioca que de queso.

Los quesos cremosos o muy blandos no son los más idóneos para el chipá. En general se recomienda hacer un mix entre o un queso como el pategrás o el Mar del Plata con otro más duro como el sardo o el parmesano. Fundamental: no excederse con la sal.

Para que el chipá no quede duro hay varios trucos que no siempre figuran en las recetas clásicas: uno es usar solo las yemas de huevos (y no las claras) en su preparación. También incorporar un poco de leche tibia en su mezcla. Además es importante llevarlos a la heladera (o incluso el freezer) antes de hornearlos: de esta forma la manteca y los quesos se derriten y se cocinan al mismo tiempo.

Si nos sobraron chipá cocidos, se pueden “ablandar” rociando cada pancito con un poco de leche, luego se pinchan y se llevan a horno caliente unos minutos. Lo ideal es hacer la masa, darle forma a estas deliciosas bolitas y guardarlas con separadores en un tupper dentro del freezer. De esta forma podemos tener deliciosos y fresquisimos chipá para meter en el horno cada vez que nos tentemos.

Fuente: Clarín

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