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Por Jonás Bracco

Donación de órganos: cambiar monedas de bronce por monedas de oro

El 30 de mayo de cada año, se celebra en Argentina, el Día Nacional de la Donación de Órganos. La efeméride se remonta al año 1997, en conmemoración del nacimiento del primer hijo gestado por una paciente trasplantada de hígado en un hospital público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El hecho se desarrolló en el Hospital Municipal de Agudos Dr. Cosme Argerich, la paciente en cuestión es María Obaya y su hijo Dante.
Cuando fui convocado para desarrollar este editorial, rápidamente pensé lo fácil que sería para mi relatarles a todos ustedes lo que la donación de órganos y tejidos significa en nuestro sistema de salud, pero fundamentalmente para nuestros pacientes y sus familias que son en definitiva nuestros destinatarios iniciales de todo el esfuerzo que podemos ofrecer en su relación de ayuda.
Todo inicia en un tratamiento, el trasplante, que no es ni más ni menos que el reemplazo de un órgano o tejido que, en fallo definitivo, ya no es capaz de sostener su función y que su resolución final implica el delicado proceso de donación y trasplante. Este tratamiento de elite, en nuestro país, es una necesidad que tiene solo el 0.2% de la población, en la actualidad unas 10280 personas requieren un trasplante para modificar el rumbo de su enfermedad y así poder cambiar su calidad de vida, mientras que otros intentan no morir en la espera.
La mayor parte del personal que integra el equipo de salud pocas veces pensó en el trasplante como tratamiento de la dolencia de sus pacientes y siendo sinceros, cuanto más alejados del Área Metropolitana de Buenos Aires, tanto más sencillo que no reconozcamos esta opción de tratamiento que a priori impresiona tan distante.
En mi historia personal, desde pequeño y antes de ser siquiera estudiante de medicina, había vivido la experiencia de acompañar a mi padre, Daniel Bracco, en su formación en trasplante cardiaco experimental en el Hospital Italiano de Buenos Aires. El, como integrante del equipo de Cirugía Cardiovascular de adultos, estuvo a cargo del primer proceso de trasplante cardiaco de la institución. No pocas veces, lo he podido acompañar en esos largos procesos de donación, desde donde debo de haber adquirido todo aquello que me permitiera años después desarrollar mi experiencia en nuestra ciudad. Conformando un equipo que pudiera coordinar y dirigir, equipo que supiera ganarse un lugar galardonado por su desempeño profesional en la materia de la Procuración de órganos y tejidos con fines de trasplante.
Inicialmente, todos los que decidimos trabajar en procuración de órganos y tejidos, creemos trabajar para el trasplante, pero rápidamente aprendemos que la motivación inicial vira y nos hace reconocer al donante y su familia como “el por qué” y “el para que” de nuestra actividad.
Reconocemos dos cosas, primero la necesidad del apoyo en situación de crisis a las familias de nuestros fallecidos y segundo, la obligación moral y legal de cumplir con la última voluntad de las personas permitiendo así el inicio del proceso de donación como punto de partida de la posibilidad de trasplante para aquellas personas que aguardan su oportunidad en la lista de espera.
Es tan importante reconocer las enfermedades y tratamientos para nuestros pacientes, como lo es aprender que la atención del sujeto, no finaliza cuando este fallece, entender que la muerte es el final de la vida y que con ella se abre el camino para cumplir no solo con la última voluntad de las personas, sino que también para proveer de tratamiento a aquellas otras personas que aguardan ser tratadas por intermedio de un trasplante de órganos o tejidos.
Entender que, sin la generación de donantes, no habrá trasplantes y en esta instancia estaremos asistiendo sin saber al fallecimiento de dos personas simultáneamente, el potencial donante que llega al final de su vida delante de nuestros ojos y el potencial receptor quien fallece distante de nuestra mirada.
Tomando conciencia, que el último gesto en el tratamiento de nuestros pacientes al momento de fallecer, es el de generar un proceso de donación. Instrumento a través del cual, podamos entonces cambiar la realidad que les ha sido impuesta, dando sentido a la muerte y ofreciendo al proceso de donación como una suerte de sanación espiritual para el alma de aquellas personas que viven la pérdida de su ser amado, “Cambiando así, las monedas de bronce que les han sido otorgadas, por monedas de oro” que puedan acompañarlos en el proceso de duelo. Este es el verdadero inicio del trasplante como tratamiento, “despedir al muerto con todos los honores” por ser el artífice de oportunidades para aquellos que esperan cumplir su condena.
Con más de 3390 procesos de donación evaluados en la Región Sanitaria Primera en los últimos quince años, 2382 de los mismos correspondieron a nuestro hospital, 329 muertes encefálicas documentadas (37% de ellas en nuestro hospital), 132 donantes reales de órganos (48% de ellos en el Hospital), 127 donantes de tejidos (75% gestionados en nuestro hospital), 322 trasplantes de órganos sólidos (50% proveniente de nuestro hospital), 258 trasplantes de tejidos (64% generados en nuestro hospital), con una tasa de descarte de tejido Cornéano de las más bajas de la Provincia de Buenos Aires y que nos llevara en el año 2019 a ser el nosocomio de toda la Provincia con mayor tasa de implante de tejido Cornéano procurado dentro de los muros de nuestro hospital a través de la gestión de sus propios fallecidos.
Por donde quisiera uno mirar esta actividad, no tiene más que efectos positivos, es extraordinaria. No creo que exista otra especialidad que genere tanta gratitud dentro del campo de la salud y brindando tanta paz y amor al prójimo como lo hace la Procuración de órganos y tejidos. He visto con mis propios ojos como es capaz de calmar el dolor del alma y del espíritu, como logra crear oportunidades y como hace bien a propios y a extraños.
La procuración enaltece a la medicina moderna, la hace pasional y espiritual en tanto que prosigue con el acto médico aun cuando la vida ha llegado a su fin, es la única especialidad que después de acontecida la muerte puede cambiar tus monedas de bronce por monedas de oro
La procuración de órganos y tejidos es la única rama de la medicina que trasciende la muerte. Genera oportunidades que son responsabilidad de todos los actores sociales y es un logro de todo el personal de salud.

Por Jonás Bracco, coordinador regional de Cucaiba

El 30 de mayo de cada año, se celebra en Argentina, el Día Nacional de la Donación de Órganos. La efeméride se remonta al año 1997, en conmemoración del nacimiento del primer hijo gestado por una paciente trasplantada de hígado en un hospital público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El hecho se desarrolló en el Hospital Municipal de Agudos Dr. Cosme Argerich, la paciente en cuestión es María Obaya y su hijo Dante.

Cuando fui convocado para desarrollar este editorial, rápidamente pensé lo fácil que sería para mi relatarles a todos ustedes lo que la donación de órganos y tejidos significa en nuestro sistema de salud, pero fundamentalmente para nuestros pacientes y sus familias que son en definitiva nuestros destinatarios iniciales de todo el esfuerzo que podemos ofrecer en su relación de ayuda.

Todo inicia en un tratamiento, el trasplante, que no es ni más ni menos que el reemplazo de un órgano o tejido que, en fallo definitivo, ya no es capaz de sostener su función y que su resolución final implica el delicado proceso de donación y trasplante.

El 30 de mayo de cada año, se celebra en Argentina, el Día Nacional de la Donación de Órganos. La efeméride se remonta al año 1997, en conmemoración del nacimiento del primer hijo gestado por una paciente trasplantada de hígado en un hospital público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El hecho se desarrolló en el Hospital Municipal de Agudos Dr. Cosme Argerich, la paciente en cuestión es María Obaya y su hijo Dante.

Cuando fui convocado para desarrollar este editorial, rápidamente pensé lo fácil que sería para mi relatarles a todos ustedes lo que la donación de órganos y tejidos significa en nuestro sistema de salud, pero fundamentalmente para nuestros pacientes y sus familias que son en definitiva nuestros destinatarios iniciales de todo el esfuerzo que podemos ofrecer en su relación de ayuda.

Todo inicia en un tratamiento, el trasplante, que no es ni más ni menos que el reemplazo de un órgano o tejido que, en fallo definitivo, ya no es capaz de sostener su función y que su resolución final implica el delicado proceso de donación y trasplante. Este tratamiento de elite, en nuestro país, es una necesidad que tiene solo el 0.2% de la población, en la actualidad unas 10280 personas requieren un trasplante para modificar el rumbo de su enfermedad y así poder cambiar su calidad de vida, mientras que otros intentan no morir en la espera.

La mayor parte del personal que integra el equipo de salud pocas veces pensó en el trasplante como tratamiento de la dolencia de sus pacientes y siendo sinceros, cuanto más alejados del Área Metropolitana de Buenos Aires, tanto más sencillo que no reconozcamos esta opción de tratamiento que a priori impresiona tan distante.

En mi historia personal, desde pequeño y antes de ser siquiera estudiante de medicina, había vivido la experiencia de acompañar a mi padre, Daniel Bracco, en su formación en trasplante cardiaco experimental en el Hospital Italiano de Buenos Aires. El, como integrante del equipo de Cirugía Cardiovascular de adultos, estuvo a cargo del primer proceso de trasplante cardiaco de la institución. No pocas veces, lo he podido acompañar en esos largos procesos de donación, desde donde debo de haber adquirido todo aquello que me permitiera años después desarrollar mi experiencia en nuestra ciudad. Conformando un equipo que pudiera coordinar y dirigir, equipo que supiera ganarse un lugar galardonado por su desempeño profesional en la materia de la Procuración de órganos y tejidos con fines de trasplante.

Inicialmente, todos los que decidimos trabajar en procuración de órganos y tejidos, creemos trabajar para el trasplante, pero rápidamente aprendemos que la motivación inicial vira y nos hace reconocer al donante y su familia como “el por qué” y “el para que” de nuestra actividad.

Reconocemos dos cosas, primero la necesidad del apoyo en situación de crisis a las familias de nuestros fallecidos y segundo, la obligación moral y legal de cumplir con la última voluntad de las personas permitiendo así el inicio del proceso de donación como punto de partida de la posibilidad de trasplante para aquellas personas que aguardan su oportunidad en la lista de espera.

Es tan importante reconocer las enfermedades y tratamientos para nuestros pacientes, como lo es aprender que la atención del sujeto, no finaliza cuando este fallece, entender que la muerte es el final de la vida y que con ella se abre el camino para cumplir no solo con la última voluntad de las personas, sino que también para proveer de tratamiento a aquellas otras personas que aguardan ser tratadas por intermedio de un trasplante de órganos o tejidos.

Entender que, sin la generación de donantes, no habrá trasplantes y en esta instancia estaremos asistiendo sin saber al fallecimiento de dos personas simultáneamente, el potencial donante que llega al final de su vida delante de nuestros ojos y el potencial receptor quien fallece distante de nuestra mirada.

Tomando conciencia, que el último gesto en el tratamiento de nuestros pacientes al momento de fallecer, es el de generar un proceso de donación. Instrumento a través del cual, podamos entonces cambiar la realidad que les ha sido impuesta, dando sentido a la muerte y ofreciendo al proceso de donación como una suerte de sanación espiritual para el alma de aquellas personas que viven la pérdida de su ser amado, “Cambiando así, las monedas de bronce que les han sido otorgadas, por monedas de oro” que puedan acompañarlos en el proceso de duelo. Este es el verdadero inicio del trasplante como tratamiento, “despedir al muerto con todos los honores” por ser el artífice de oportunidades para aquellos que esperan cumplir su condena.

Con más de 3390 procesos de donación evaluados en la Región Sanitaria Primera en los últimos quince años, 2382 de los mismos correspondieron a nuestro hospital, 329 muertes encefálicas documentadas (37% de ellas en nuestro hospital), 132 donantes reales de órganos (48% de ellos en el Hospital), 127 donantes de tejidos (75% gestionados en nuestro hospital), 322 trasplantes de órganos sólidos (50% proveniente de nuestro hospital), 258 trasplantes de tejidos (64% generados en nuestro hospital), con una tasa de descarte de tejido Cornéano de las más bajas de la Provincia de Buenos Aires y que nos llevara en el año 2019 a ser el nosocomio de toda la Provincia con mayor tasa de implante de tejido Cornéano procurado dentro de los muros de nuestro hospital a través de la gestión de sus propios fallecidos.

Por donde quisiera uno mirar esta actividad, no tiene más que efectos positivos, es extraordinaria. No creo que exista otra especialidad que genere tanta gratitud dentro del campo de la salud y brindando tanta paz y amor al prójimo como lo hace la Procuración de órganos y tejidos. He visto con mis propios ojos como es capaz de calmar el dolor del alma y del espíritu, como logra crear oportunidades y como hace bien a propios y a extraños.

La procuración enaltece a la medicina moderna, la hace pasional y espiritual en tanto que prosigue con el acto médico aun cuando la vida ha llegado a su fin, es la única especialidad que después de acontecida la muerte puede cambiar tus monedas de bronce por monedas de oro

La procuración de órganos y tejidos es la única rama de la medicina que trasciende la muerte. Genera oportunidades que son responsabilidad de todos los actores sociales y es un logro de todo el personal de salud.

La mayor parte del personal que integra el equipo de salud pocas veces pensó en el trasplante como tratamiento de la dolencia de sus pacientes y siendo sinceros, cuanto más alejados del Área Metropolitana de Buenos Aires, tanto más sencillo que no reconozcamos esta opción de tratamiento que a priori impresiona tan distante.

En mi historia personal, desde pequeño y antes de ser siquiera estudiante de medicina, había vivido la experiencia de acompañar a mi padre, Daniel Bracco, en su formación en trasplante cardiaco experimental en el Hospital Italiano de Buenos Aires. El, como integrante del equipo de Cirugía Cardiovascular de adultos, estuvo a cargo del primer proceso de trasplante cardiaco de la institución. No pocas veces, lo he podido acompañar en esos largos procesos de donación, desde donde debo de haber adquirido todo aquello que me permitiera años después desarrollar mi experiencia en nuestra ciudad. Conformando un equipo que pudiera coordinar y dirigir, equipo que supiera ganarse un lugar galardonado por su desempeño profesional en la materia de la Procuración de órganos y tejidos con fines de trasplante.

Inicialmente, todos los que decidimos trabajar en procuración de órganos y tejidos, creemos trabajar para el trasplante, pero rápidamente aprendemos que la motivación inicial vira y nos hace reconocer al donante y su familia como “el por qué” y “el para que” de nuestra actividad.

Reconocemos dos cosas, primero la necesidad del apoyo en situación de crisis a las familias de nuestros fallecidos y segundo, la obligación moral y legal de cumplir con la última voluntad de las personas permitiendo así el inicio del proceso de donación como punto de partida de la posibilidad de trasplante para aquellas personas que aguardan su oportunidad en la lista de espera.

Es tan importante reconocer las enfermedades y tratamientos para nuestros pacientes, como lo es aprender que la atención del sujeto, no finaliza cuando este fallece, entender que la muerte es el final de la vida y que con ella se abre el camino para cumplir no solo con la última voluntad de las personas, sino que también para proveer de tratamiento a aquellas otras personas que aguardan ser tratadas por intermedio de un trasplante de órganos o tejidos.

Entender que, sin la generación de donantes, no habrá trasplantes y en esta instancia estaremos asistiendo sin saber al fallecimiento de dos personas simultáneamente, el potencial donante que llega al final de su vida delante de nuestros ojos y el potencial receptor quien fallece distante de nuestra mirada.

Tomando conciencia, que el último gesto en el tratamiento de nuestros pacientes al momento de fallecer, es el de generar un proceso de donación. Instrumento a través del cual, podamos entonces cambiar la realidad que les ha sido impuesta, dando sentido a la muerte y ofreciendo al proceso de donación como una suerte de sanación espiritual para el alma de aquellas personas que viven la pérdida de su ser amado, “Cambiando así, las monedas de bronce que les han sido otorgadas, por monedas de oro” que puedan acompañarlos en el proceso de duelo. Este es el verdadero inicio del trasplante como tratamiento, “despedir al muerto con todos los honores” por ser el artífice de oportunidades para aquellos que esperan cumplir su condena.

Con más de 3390 procesos de donación evaluados en la Región Sanitaria Primera en los últimos quince años, 2382 de los mismos correspondieron a nuestro hospital, 329 muertes encefálicas documentadas (37% de ellas en nuestro hospital), 132 donantes reales de órganos (48% de ellos en el Hospital), 127 donantes de tejidos (75% gestionados en nuestro hospital), 322 trasplantes de órganos sólidos (50% proveniente de nuestro hospital), 258 trasplantes de tejidos (64% generados en nuestro hospital), con una tasa de descarte de tejido Cornéano de las más bajas de la Provincia de Buenos Aires y que nos llevara en el año 2019 a ser el nosocomio de toda la Provincia con mayor tasa de implante de tejido Cornéano procurado dentro de los muros de nuestro hospital a través de la gestión de sus propios fallecidos.

Por donde quisiera uno mirar esta actividad, no tiene más que efectos positivos, es extraordinaria. No creo que exista otra especialidad que genere tanta gratitud dentro del campo de la salud y brindando tanta paz y amor al prójimo como lo hace la Procuración de órganos y tejidos. He visto con mis propios ojos como es capaz de calmar el dolor del alma y del espíritu, como logra crear oportunidades y como hace bien a propios y a extraños.

La procuración enaltece a la medicina moderna, la hace pasional y espiritual en tanto que prosigue con el acto médico aun cuando la vida ha llegado a su fin, es la única especialidad que después de acontecida la muerte puede cambiar tus monedas de bronce por monedas de oro

La procuración de órganos y tejidos es la única rama de la medicina que trasciende la muerte. Genera oportunidades que son responsabilidad de todos los actores sociales y es un logro de todo el personal de salud.

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