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Herrero dijo que es víctima de una interna de adiestradores e involucró a la Armada

Apuntó a otros guías caninos. Y relativizó sus propios hallazgos: “La vaquita de San Antonio no sé si era de Facundo, eso lo reconoció la madre". Y lo que antes era “sangre”, ahora es “simil sangre”.

A poco de iniciado el juicio oral, el peritrucho Marcos Herrero prestó declaración y descargó una serie de divagues sobre sus técnicas como adiestrador de perros. A la hora de intentar justificar sus hallazgos varios meses después de lo que indica la ciencia que puede permanecer el olor humano en un objeto, se justificó aclarando su propia técnica. Intentó esclarecer la diferencia entre rastro específico y la odorología.

Como justificación de las acusaciones, apuntó a otros adiestradores que le tendrían una especie de envidia laboral. Dijo que el veterinario Mario Rosillo "sabe de odorología, pero no de rastro específico" y que su excompañero Lucas Maciel, quien participó de los mismos procedimientos con resultado negativo, seguramente "no podía hablar porque trabajaba en la Armada", dando a entender que fue un encubridor por presiones de la institución a la que pertenece.

A la hora de ser preguntado sobre cuestiones biológicas, mencionadas por él mismo, no supo explicar la diferencia entre átomo, molécula y partícula. "Pero esto es de secundaria", agregó el fiscal González Da Silva.

Al referirse a los procedimientos en las camionetas policiales, que había declarado que estuvo Facundo y que allí estaba su sangre, ahora sostuvo que se trataba de "símil sangre". Sobre la famosa "vaquita de San Antonio", indicó que el perro la identificó, pero que él no podría decir si era de Facundo o no: "Eso lo dijo la madre".

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