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El bahiense Gastón Duprat recibió un prestigioso reconocimiento a la trayectoria

Se trata del Premio Ñ, el cual compartió con su socio Mariano Cohn. Mientras disfrutan del éxito de la segunda temporada de Bellas Artes, graban Homo Argentum.

Son uno aunque sean dos. La dupla de productores formada por Mariano Cohn y el bahiense Gastón Duprat hace años que se transformó en un sello (Cohn y Duprat, Duprat y Cohn) indisociable del mejor cine y de una clase singular de series que reúnen calidad y popularidad. La lista es larga, pero como muestra valen El hombre de al lado y El ciudadano ilustre, en pantalla grande, y El encargado y Nada, en casa. Esa capacidad de llegar a muchos con productos autorales les valieron esta noche el Premio Ñ a la Trayectoria.

Cohn y Duprat tienen una pila de premios y reconocimientos que los anteceden. Fueron celebrados en festivales internacionales del calibre del Sundance,Toulouse, Estambul, Ficco de México, Montreal, Málaga, Roma, Cuba, Tokio, Bafici y Nueva York. Pero hay más: fueron ganadores de los premios Sur y Cóndor a mejor película y directores y recibieron el Diploma al Mérito de los Premios Konex, entre los principales.

Antes de eso, cuando apenas pasaban de la veintena, hubo un origen en los márgenes del séptimo arte. A comienzos de la década del 90, Mariano Cohn (Villa Ballester, 1975) y Gastón Duprat (Bahía Blanca, 1969) coincidieron en el interés por el videoarte y cine experimental. De aquellos años son El hombre que murió dos veces (1991), Un día más en la tierra (1993), Camus (1995), Circuito (1996), Venimos llenos de tierra (1998), Soy Francisco López (2000), Veinte Doce (2001), Hágalo usted mismo (2002) y algunas otras.

También en ese período de experimentación de finales de los 90, dejaron su marca en la entonces vigente televisión. Primero, crearon un formato hasta entonces inexistente: el programa Televisión Abierta, que anticipó mucho de lo que hoy puebla las agónicas pantallas de ese aparato que paulatinamente va desapareciendo de los hogares.

El ciclo no era demasiado complejo: consistía en un camarógrafo que se desplazaba hasta la casa de alguien (cualquiera, usted, su vecino, o Charly García) para registrar un testimonio. ¿Sobre qué era esa declaración? Bueno, sobre cualquier cosa.

Hoy nadie necesita de una cadena televisiva para filmarse diciendo algo, bailando o cantando mal una melodía de moda. Pero entonces, el acceso a esa tecnología era limitado. He ahí la originalidad de Televisión Abierta: cualquiera podía tener sus 15 segundos de fama.

Tras esa revolución, se animaron a más. Cupido, un ciclo casamentero como antes había sido Yo me quiero casar, ¿y usted? conducido por Roberto Galán, pero en un formato menos acartonado y liderado por Franco Torchia, primero en la señal Much Music y luego en TBS Very Funny. Luego, de la mano del inolvidable escritor Alberto Laiseca, crearon Cuentos de Terror (2002-2005), cuando ese género era solo para fans. Todas estas propuestas fueron replicadas en países como España, Estados Unidos, Italia y Japón.

Fuente: LB24 / Clarín.

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